“A los políticos no les ha interesado que la Justicia funcione porque no da votos”
Jose Luis Garrido | Decano del Colegio de Abogados de Córdoba
Deja el decanato del Colegio de Abogados de Córdoba tras algo más de una década en el cargo, una etapa de su vida que considera que ha sido “una experiencia indescriptible, absolutamente fructífera”
José Luis Garrido dejará el próximo 20 de mayo el decanato del Colegio de Abogados de Córdoba, al que accedió el 22 de diciembre de 2010. Su etapa en el decanato “ha sido una experiencia indescriptible, absolutamente fructífera”, para quien desde que era pequeño “tenía claro que quería ser abogado y que quería llegar a presidir la abogacía cordobesa”.
–¿Por qué no se presenta a la reelección? ¿Hartazgo, quizás?
–No. Es bueno para la institución. Yo dejo el cargo porque quiero a la institución y porque le tengo mucho cariño y mucho apego a mi Colegio. Las personas, cuando ya llevan una serie de años en un cargo, y yo llevo diez años, pues ya pierden fuelle, pierden la ilusión que se tiene al principio y el Colegio de Córdoba es muy exigente, te exige muchísimas horas de dedicación, te exige muchísima tensión, y eso se puede mantener durante un cierto tiempo. Lo honesto es dar un paso al lado y que sigan otros cogiendo las riendas, sometidos a esa tensión que la institución merece.
–En estos algo más de diez años usted se ha caracterizado por ser incómodo para algunas instancias judiciales a la hora de defender, sobre todo, el derecho a la defensa de los ciudadanos...
–Aquí en Córdoba institucionalmente hemos estado donde teníamos que estar. Cada vez que hemos visto una situación que hemos entendido que no era acorde primero lo hemos recurrido legalmente y después lo hemos puesto en conocimiento de la opinión pública. Hemos actuado honestamente e, insisto, hemos hecho lo que teníamos que hacer, ni más ni menos.
–¿Se va con alguna asignatura pendiente?
–Sí, me voy con una asignatura pendiente que me ha dolido y me duele muchísimo y que es el trato que se mantiene con los detenidos. Cuando llegué al decanato pensé que iba a ser más fácil que el cumplimiento literal de la Ley de la puesta a disposición inmediata de los detenidos se iba a conseguir, pero realmente me he dado cuenta de que en el estado de la burocracia, que es el que tenemos, eso es muy complicado. Me voy con esa asignatura pendiente de la cual, por supuesto, no desisto. Si sigo en la abogacía institucional seguiré luchando por ello, porque creo que es justo, y, desde luego, a nivel particular, a diario.
–De su junta de gobierno salen ahora dos candidatos que optan al decanato. ¿Eso significa que ha habido división en los órganos de gobierno del Colegio?
–No, en absoluto. En los colegios que están vivos y en los colegios en los que la gente se implica y tiene interés en ellos lógicamente cada vez que hay unas elecciones hay varias candidaturas, y eso es muy bueno. El hecho de que haya habido dos personas dentro de la junta de gobierno, que arrastran cada una de ellas a varios diputados, y que han formado su equipo no quiere decir nada más que hay ganas de seguir trabajando y que hay proyectos. Salga la candidatura que salga estaremos en buenas manos; en eso sí estoy muy tranquilo.
–En total son tres las candidaturas, por ahora, ¿teme que eso provoque una división de los colegiados?
–No, todo lo contrario. Las listas son abiertas, lo contemplamos cuando modificamos los estatutos, la gente tiene plena libertad para escoger a quien quiera de cada candidatura, aquí no se habla de política, solamente se habla de ayudar al Colegio y todas se merecen representar al Colegio. Salgan los que salgan van a formar un equipo magnífico, ya que las tres candidaturas están compuestas por compañeros cuya valía es indudable. Confío en los compañeros de Córdoba, que son muy sabios y saben perfectamente a quien elegir, y los que salgan, seguro que van a conformar una junta de gobierno fantástica.
–¿Qué importancia tiene el haber hecho vida colegial para quien quiera ser decano?
–Es vital. En mi caso, recuerdo que empecé en la Agrupación de Abogados Jóvenes, después entré en la junta de gobierno, con Paco Rojas, primero haciéndome cargo del turno de oficio, tras lo que estuve de secretario y después ya accedí al decanato. Los años de la Comisión del Turno de Oficio y de formar parte de la Comisión Provincial de Asistencia Jurídica Gratuita, los años de haber llevado la secretaría del Colegio, te dan un poso de conocimiento y hoy en día gestionar un Colegio no es fácil, es muy complicado, hay mucha burocracia, hay mucha relación con la Administración, mucha legislación del turno de oficio que hay que dominar, y si no se ha estado ahí es complicado. Yo no digo que sea imposible, pero es complicado.
–¿Cuántas veces le han recordado a lo largo de su dilatada carrera la famosa frase del exalcalde de Jerez Pedro Pacheco sobre la Justicia, eso de que la Justicia es un cachondeo?
–La Justicia no es un cachondeo, la Justicia es una cosa muy seria. Yo confío en la Justicia con sus defectos y con todos los avatares que tiene que sufrir día a día. La Justicia que tenemos es la mejor que podemos tener. La Justicia de humanos nunca puede ser perfecta, pero sin embargo los profesionales que trabajan en la Justicia rayan a una calidad altísima y, sobre todo, su compromiso es lo que hace que la Justicia funcione. Una Justicia que es el servicio público al que menos fondos públicos se destinan y a la que se le está continuamente atacando a ver si los ciudadanos no acuden a ella, a ese servicio público. Se grava con unas tasas para las personas jurídicas, no se tiene en cuenta presupuestariamente...Si comparamos las partidas presupuestaria de sanidad, de educación y de cualquier servicio público troncal en un estado de derecho no tienen nada que ver con lo que se destina a Justicia. A Justicia se destina la parte exigua de los presupuestos de la nación o de una comunidad autónoma y, sin embargo, pese a todo eso, la Justicia funciona. Y, desde luego, eso que se nos pretende hacer ver de que la Justicia está politizada en nuestro ámbito y en nuestra instancias inferiores de provincia, yo eso no lo he visto nunca. Si lo viera, lo denunciaría. No podemos darle a la sociedad la imagen de que la Justicia es un cachondeo o de que está politizada, porque no es cierto y porque esas afirmaciones no son justas con los profesionales que todos los días trabajan poniendo resoluciones, dictando sentencias y resolviendo asuntos, algo que hacen de la forma más honesta y más honrada que pudiera imaginarse.
–O sea, que la Justicia es la hermana pobre de la Administración.
–Desde luego. La Justicia no da votos y al no dar votos no interesa. Un ciudadano, por el hecho de que le vaya más rápido o menos rápido un juicio es difícil que cambie su forma de pensar, pero, sin embargo, a los políticos les ha interesado poco hasta ahora que la Justicia sea ágil y funcione y claro, pues eso ha tenido sus reflejos. Tenemos una Administración en cuanto a burocracia y a medios totalmente precaria.
–¿Una justicia lenta es justa?
–Ese es el problema. Eso lo dijo Séneca: “lo más parecido a la injusticia es la justicia lenta”. Y es cierto, hay muchísimos asuntos en los que lo es. Por ejemplo, cuando se divide la herencia de unos padres y se celebra el juicio ya la mitad de los hijos se están muriendo. Hay pleitos, sobre todo, en determinadas jurisdicciones que se eternizan y que podemos tener un horizonte de diez, doce, quince años fácil para que se resuelvan, y eso hace desaparecer por lo menos la sensación de justicia, claro. Hay determinadas situaciones urgentes, jurisdicción social, en las que estamos hablando del sustento de determinadas familias. Cuando te citan a un juicio para dentro de año y medio o dos años es realmente duro y es muy complicado hacérselo comprender a los justiciables y a los clientes, muy difícil.
–Uno de sus caballos de batalla durante su cargo de decano ha sido el turno de oficio...
–Hombre, hay una cosa fundamental, hoy en día los letrados del turno de oficio saben cuándo van a cobrar, saben que van a cobrar poco, saben que muchas de las actuaciones todavía no hemos conseguido que se las paguen aunque tienen que realizarlas, pero saben que el día 31 de marzo van a recibir el ingreso en su cuenta, hasta ahora hemos conseguido que eso sea así. Hubo cierta ocasión en la que hubo un retraso de incluso año y medio en cobrar los honorarios del turno de oficio, porque no había compromiso para ello. Afortunadamente, cuando yo empecé a trabajar en Andalucía en este tema se lo dije a Carmen Belinchón [exdirectora general de Justicia Juvenil y Cooperación de la Consejería de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía], lo fundamental y lo primero para mantener la paz aquí es que tengamos un calendario de pagos fijos todos los años. Y una vez que se apruebe ese calendario de pagos, ya podemos empezar a hablar de otras cosas.
–Supongo que quedará algo todavía por hacer al respecto
–Eso lo conseguimos, y ahora estamos renegociando un nuevo sistema de guardias, un nuevo reglamento que incluya ya las actuaciones que no estaban incluidas y, sobre todo, que se dignifique un poquito los honorarios de los abogados de guardia. No es normal que un abogado del turno de oficio esté un día de guardia por 140 euros. No es por menospreciar a nadie, pero tu llamas a un cerrajero o a algún otro operario que esté de guardia y te cobra más de 140 euros. Sin embargo, un abogado por estar 24 horas de guardia el día entero es lo que está cobrando. Eso no es digno. También es cierto que el turno de oficio es un servicio voluntario que lo prestan los letrados que lo quieren prestar, pero a los abogados del turno de oficio no solamente es la contraprestación económica lo que nos mueve, lo que nos mueve es una clara vocación social. Yo he estado muchos años en el turno de oficio y te puedo asegurar que no lo hacía por dinero.
–En plena pandemia, ¿tiene alguna estimación de cómo va a afectar la situación de crisis al sector jurídico?
–Siempre me ha dicho mi padre que más vale hacer contratos que resolverlos. Yo prefiero hacer un contrato que resolverlo porque no lo puedan cumplir las partes, pero sea para hacerlo o sea para resolverlo el abogado tiene que estar ahí. Creo que la abogacía de Córdoba está muy bien preparada y tenemos que estar primero en el asesoramiento para la reactivación económica que se ve que se va a producir y, por otro lado, para solventar las situaciones de crisis, sobre todo, empresariales que también va a haber. Habrá una oleada de situaciones laborales que resolver.
–¿Cómo considera que las instituciones han actuado en esta crisis?
–Se ha actuado muy tarde. Estas grandes crisis o estos grandes acontecimientos, como ha sido el covid, lo que hacen es sacar a la luz las vergüenzas de los sistemas y verdaderamente nuestro sistema tiene grandes carencias. Ni el sistema legal está claro, ni el sistema de competencias, ni la coordinación entre las administraciones. Ese es uno de los fundamentales problemas que, por ejemplo, tiene la Justicia. La Justicia, con el sistema actual es imposible que funcione. No puedes llegar a un Juzgado y que dentro del mismo haya tres administraciones distintas dictando disposiciones. Los funcionarios dependen de la Administración autonómica; los jueces, fiscales y letrados, de la Administración del Consejo General; y determinadas cuestiones, del Ministerio. Tres administraciones para un solo servicio público con dificultades de coordinación. Por ejemplo, ha habido muchísimo tiempo en el que las vistas que se grababan en Andalucía no se podían ver en Madrid. Eso no puede pasar en un estado de derecho, tiene que haber una coordinación y tiene que haber una legislación clara que defina cuáles son las competencias de unos y otros y eso ahora mismo no lo tenemos, también por culpa de nuestra, digamos, clase dirigente. Los dirigentes autonómicos pretenden asumir competencias que los dirigentes centrales no quieren soltar, la pelea política de siempre, pero hacer de la legislación un objeto de lucha política es muy peligroso y ahí están las consecuencia.
–¿Cuáles son sus principales demandas ahora para la Justicia cordobesa?
–Yo lo que demando es un gran pacto de estado y voluntad política que sea capaz de poner sobre la mesa las dotaciones presupuestarias que hacen falta para organizar mejor y para redistribuir mejor el dinero, una apuesta política que dote presupuestariamente de medios a la Administración de Justicia. Hace falta primero una nueva organización, el sistema judicial es decimonónico, la organización de los juzgados es decimonónica, no tiene sentido que tengamos todavía juzgados trabajando en papel. Y después tener un espíritu de gestión, gestionar la Justicia como lo que realmente es, como un servicio público. Los sucesivos responsables del ámbito de la Justicia no han sabido modernizar no ya la Justicia, sino la gestión de la Justicia.
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