José Santiago 'Beethoven': “Un músico nunca se jubila; pienso estar en un escenario hasta mi último minuto”
Entrevista
Beethoven es el gran pionero del pop-rock cordobés, alguien de quien el líder de Medina Azahara, Manuel Martínez, defiende que ha sido el gran referente para que muchos se hayan hecho músicos
José Santiago Beethoven es el pionero por excelencia del pop-rock cordobés. Durante la actuación de Medina Azahara en la última edición del Festival de la Guitarra de Córdoba, el líder y vocalista de la banda, Manuel Martínez, dijo de él que ha sido y es el gran referente, “el padre musical” de todos los músicos de rock de la ciudad.
–¿Cómo lo vivió?
–Bueno, es un orgullo que grandes músicos, como es el caso de Manuel, digan que están en la música por mi. Manuel ha contado más de una vez que me vino a ver un día, por aquellos años 60 en el que yo actuaba con mi grupo Los Califas o Los Difíciles, no recuerdo, y le picó el gusanillo de la música; después de aquello decidió que se quería dedicar a ella.
–Supongo que no habrá sido el único que se lo haya dicho.
–También me lo dijo Miguel Galán, el primer guitarrista de Medina Azahara, uno de esos días en los que coincidimos en una feria, él con el grupo Retorno –que fue el germen de Medina Azahara– y yo, tampoco lo recuerdo bien, con Trinidad o Flor y Nata, grupos que como los anteriores, fundé.
–Lo del Beethoven le viene desde el Conservatorio, ¿verdad?
–Sí. Fue un juego de niños. Tenía ocho años y éramos pocos alumnos en el Conservatorio. Había allí unos cuadros de Chopin, Chaikovski, Beethoven, Mozart, Paganini...y se nos ocurrió bautizarnos unos a otros con esos nombres. A mi me tocó Beethoven y ni siquiera toco el piano (ríe), pero bueno.
–El Beethoven rockero.
–Empecé solfeo y violín en el Conservatorio y en el 63 cuando escuchaba a Los Beatles, a Elvis....aquello me gustaba más que la música clásica, que para mi encajaba más en personas más mayores. Me empecé a arrimar a los guitarristas de rock que había en la ciudad, a oír a grupos españoles como Los Brincos y Los Bravos y a extranjeros como Los Shadows y me compré mi primera guitarra, a plazos, claro. Y desde entonces, hasta ahora.
–¿El músico nace o se hace?
–Las dos cosas. El músico debe nacer con ciertas cualidades, como la de tener buen oído, pero luego si, por ejemplo, vas a Conservatorio te haces, te educan musicalmente, aprendes armonías... También es fundamental escuchar buena música para poder aprender siempre de los mejores. Yo lo he hecho.
–¿Cómo era el panorama musical de Córdoba cuando usted empezó allá por los 60?
–La música pop fue un bombazo en Córdoba en aquella época, que entonces se llamaba música ligera. Había infinidad de grupos formados por jóvenes, Los Boys del Sur, Los Momias, Los Naipes...y en el Teatro Duque de Rivas casi todos los domingos en invierno había por las mañanas conciertos en los que tocaban gratis varios grupos.
–¿Gratis?
–Sí, pero te servía de promoción. Y también los había en el Gran Teatro. Al Duque de Rivas llegaron a venir Los Botines con Camilo Sesto como cantante y también vinieron los Fórmula V.
–Los de ‘Eva María se fue’, 'La Fiesta de Blas'...
–Sí, los Fórmula V, que luego tocaron en el sótano del bar Biarriz, donde tocábamos también muchas veces Las Manos. Además, en el polideportivo del Sector Sur se organizaban los domingos por la tarde unos bailes en los que actuaban grupos como Los Cisnes, Los Califas...Había muchos lugares en los que podías tocar. Eran guateques en los que se cobraba una pequeña entrada.
–Ya que empezó en los 60 la pregunta es obligada, ¿usted es más de los Beatles o de los Stones?
–Soy más de Beatles, pero los Stones también me gustan mucho, también tienen canciones muy buenas. No obstante, soy de más grupos. Hay un grupo inglés, por ejemplo, al que no se le ha dado la importancia que tenía, que eran Los Hollies, que eran muy buenos.
–¿Qué música escucha normalmente?
–Escucho mucho la que ponen en la radio. De hecho, yo aprendí también a tocar con la música que ponían en Radio Córdoba, con la que pinchaba Paco Ortega. Me gusta escuchar bossa, samba, jazz de órgano y de guitarra eléctrica, de West Mongomery...Y ahora hay muchos grupos superbuenos que también me gusta escuchar como The Black Keys o U2.
–Usted ha escrito un libro sobre los pioneros del rock cordobés...
–Sí. Hace más de 20 años me dieron la idea unos amigos, ya que yo tenía muchos datos de los grupos y músicos de aquel entonces e incluso fui a pueblos de la provincia a recoger más datos como los de Los Veloces, de Belmez.
–¿Y acabó publicándose?
–Se lo presenté primero al entonces presidente de la Diputación, Matías González, y a su sucesor, Paco Pulido, y no llegó aquello a cuajar, parece ser que no era de interés. Lo llevé al Ayuntamiento de Córdoba, y lo mismo. Y hace unos años, unos amigos, Manuel Lama y Pepe Gálvez, un día me sorprendieron regalándome una copia que habían hecho ellos. Yo no buscaba lucrarme con el libro, lo único que buscaba era que lo editara alguna institución para regalarlo, para que todo el mundo conociera quiénes fueron los pioneros de la música rock en Córdoba y su provincia.
–Ha fundado y pasado por muchísimos grupos a lo largo de su carrera, ¿de cual de ellos se siente más orgulloso?
–Siempre digo que de mi grupo Las Manos, del que no fui el fundador, y en el que entré en 1968. Y es del que me siento más orgulloso porque fue en el que más aprendí y en el que mejor música hacíamos, de Los Beatles, de los Rolling, de Otis Reading, de Jimi Hendrix, de Eric Clapton... En ese grupo empecé a tocar el saxo también. Luego también tuve muy buenos grupos como Flor y Nata –que lo fundé estando en la mili– y Trinidad.
–Y después llegó la Banda Sureña.
–Sí, fundamos la Banda Sureña en el año 80 y luego en el 97 fundé mi último grupo-orquesta, La Banda Beethoven.
–Y en la actualidad sigue al pie del cañón.
–Por supuesto, tengo mi grupo Guateque, formado por cuatro jubilados (ríe), que nació hace ya diez años para tocar en fiestas privadas y públicas, como hemos hecho el 29 de julio en Montilla. Y también tengo otro grupo, que es La Botica, con el que ahora estamos un poquito más paraditos, en el que solo toco el saxo, porque ya hay dos guitarras.
–Veo que es de los que piensa que el músico no se jubila nunca de los escenarios, al estilo de lo que continúan haciendo Paul McCartney, con 80 años ya cumplidos, o los Stones, que están muy cerca ya de ser también octogenarios.
–La de músico es una profesión de la que nunca te jubilas, como tampoco se jubila ningún creador como el músico, como son los pintores, los arquitectos... Es cierto que ya no puedes estar tanto en la carretera como hemos hecho durante tantos años, pero le pongo el ejemplo de Phil Collins, que está hecho polvo y sigue en los escenarios y el de Eric Clapton, que también tiene problemas de salud y ahí sigue también. El músico no se jubila, muere en el escenario y yo pienso estar en lo alto de un escenario hasta el último minuto, porque es mi vida.
–¿Su gran creación fue la Banda Sureña? Se lo pregunto por el éxito que tuvo esa banda.
–Sí, porque ha sido la que más años ha durado y con la que grabé tres discos con música nuestra, en una época, la de los 80, en la que en Córdoba había grupos como Jaleo o Tocar Madera. No obstante, también estoy muy orgulloso de haber formado otros grupos como Flor y Nata y Trinidad.
–¿Y por qué no duraban mucho los grupos que fundó?
–Porque la de músico es una profesión muy liberal y llegaba un momento en el que por razones personales o por trabajo se iban los componentes o eras tú el que acababas yéndote. Yo en concreto, por ejemplo, me fui a Torremolinos y a Marbella para sumarme a un grupo de Granada que se llamaba Pica Pica; luego me fui a Las Palmas con el grupo Charol y lo dejé tras terminar mi contrato con ellos, cuando me reclamó mi grupo Flor y Nata, y ya me quedé en Córdoba. Cuando te planteas que vives de la música buscas el mejor contrato o donde más a gusto estés. Desde que me volví a instalar en Córdoba toda mi vida ha sido tocar de feria en feria.
–¿Para la música en Córdoba cualquier tiempo pasado fue mejor?
–Para mí, sí. Sigue habiendo grupos, pero esto ha cambiado mucho, han quedado muy pocos de versiones, aunque algunos como el de mi hijo, Planeta 80, se están hinchando de tocar.
–De casta le viene al galgo, cuando habla de su hijo se refiere al batería de Medina Azahara.
–Exactamente, a Nacho Santiago, que también es batería de Medina. Pero en la música todo ha cambiado para mal.
–¿En que sentido?
–Antes todo dependía de los discos que vendías, mientras que hoy tienes toda la música gratis en internet y eso es malo para el músico.
–¿Quién es su ídolo musical, el espejo en el que se ha mirado a la hora de tocar la guitarra?
–Mis principales ídolos han sido Eric Clapton y Jimi Hendrix. También me encanta la guitarra de Pink Floyd, David Gilmour.
–¿Qué le debe a la música?
–A la música se lo debo todo, porque ha sido mi vida desde que tengo uso de razón. Con ocho años ya me iba de serenata por Córdoba con compañeros mayores. Además, mi familia también la ha vivido en primera persona.
–Es cierto, una familia muy musical la suya.
–Sí, mi mujer, Maite, ha sido cantante después de haber criado a mis cuatro hijos; mi hijo mayor, José María, tocaba los teclados y el bajo y ha llegado a actuar con la Banda Sureña; el pequeño, Nacho, es batería; mis dos cuñados también entraron en la Banda Sureña...
–Y su yerno también es músico.
–Sí, mi yerno, Manuel Ibáñez, es el teclista de Medina Azahara.
–Su hijo Nacho empezó con usted, ¿verdad?
–Sí, estuvo conmigo unos 15 ó 16 años y cuando con la crisis comenzamos a tener menos trabajo decidió irse por su cuenta, una crisis en la que muchos ayuntamientos tardaban un mundo en pagarnos las actuaciones, lo que nos suponía un daño terrible, porque nosotros teníamos que ingresar el IVA aunque las hubiéramos cobrado.
–¿Sí?
–Sí, muchos, muchos ayuntamientos, incluido el de Córdoba. Tardabas hasta un año en cobrar. Te contrataban y luego se gastaban el presupuesto en otras cosas. En la Banda Sureña llegamos a tardar dos años en cobrar una actuación en Valencia a la que nos mandó la Diputación de Córdoba.
–El pasado día 29 le homenajeó en Montilla la Asociación Pop-Rock de esa localidad, ¿qué supone para usted este homenaje?
–Es un honor que te reconozcan lo que has hecho durante tantos años. Yo siempre he estado muy relacionado con Montilla desde que toqué allí por primera vez con Las Manos. Fui al homenaje con mi grupo Guateque y acompañamos al cantante Luis Rubio, a quien también homenajearon. Montilla es como mi segunda casa.
–En Montilla, que es un municipio muy musical.
–Sí, de toda la vida. En los 60 eran de allí, por ejemplo, Los Diablos Verdes. Montilla ha dado muchos grupos y también orquestas; es una cuna grandísima de músicos. Sin ir más lejos, nosotros tuvimos en la Banda Sureña a un teclista de Montilla, Enrique Paredes.
–¿Se le pasó por la cabeza alguna vez en los años de sus primeros grupos que iba a acabar viviendo de la música?
–Siempre digo que mi madre me preguntaba que qué iba a ser de mayor y yo le contestaba, pues músico.
–Pero era un mundo difícil.
–Sí, el mundo de la música es un mundo difícil, pero te apañabas con cualquier cosa y al final me salieron las cosas bien, porque tuve compañeros que eran buenos músicos y acabamos subiendo de categoría, con lo que nos subió el caché, teníamos más actuaciones, teníamos más nombre. Siempre he ido subiendo escalones. De Los Califas a Las Manos, Los Clakers, Trinidad, Flor y Nata, La Banda Sureña, La Banda Beethoven...
–Usted siempre ha hecho versiones de otros músicos, ¿por qué ha grabado tan pocos discos con canciones suyas?
–A mí no me gusta grabar ni me gusta componer. Con el primer disco que compusimos para la Banda Sureña teníamos la ilusión de pegar un pelotazo, pero es tan difícil. Cuando formamos el Grupo Flor y Nata nos propusimos hacer música comercial para vivir de la música. Para ello nos fuimos tres años a Bilbao. Y al final me di cuenta, viendo allí a músicos buenísimos tocando en la calle, que no tenía interés por ser un músico de grabación, si no que mi interés era tocar siempre la música cuanto más digna mejor y vivir de la música, y es lo que he hecho toda la vida.
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