María Cerrato: la primera veterinaria de España
Para matricularse en Veterinaria en Córdoba tuvo que solicitar un permiso al Ministerio de Instrucción Pública, ya que era una profesión prohibida entonces a la mujer
Córdoba ha sido siempre una referencia nacional en los estudios de Veterinaria. En esta misma semana, el Rectorado de la UCO -sede histórica de la facultad hasta no hace tanto- ha acogido un congreso nacional con más de 600 profesionales de todo el país. Pero en el largo bagaje de esta cuna de profesionales se encuentra que la primera mujer veterinaria en España estudió en Córdoba, cómo alumna libre, con un brillante expediente académico. Hija y nieta de Veterinarios, obtuvo al mismo tiempo la carrera de Magisterio, Música y Farmacia. Aunque hay datos de mujeres que quisieron o comenzaron estos estudios (Juliana Vidal en 1916, Gaudosia Velasco o Raquel Rodríguez en 1922), lo cierto es que la primera mujer veterinaria en España fue María Cerrato Rodríguez. La segunda fue Justina González Morilla, licenciada por León en 1928; la tercera, Luz Zalduegui Gabilondo por Madrid en 1935, y la cuarta, Vicenta Ferreres Meseguer, que finalizó en Zaragoza en 1936.
Nacida en el municipio de Arroyo de San Serván (Badajoz), fue inscrita con el nombre de María Josefa de los Reyes Cerrato Rodríguez el día 6 de enero de 1897. Su padre, veterinario, nació en Madrid; su madre, profesora de Instrucción Pública, en La Garrovilla (Badajoz). María fue una persona con gran capacidad de trabajo y muy inteligente, cursó solfeo en el Conservatorio de Madrid, realizó el bachillerato en Badajoz y consiguió en esa misma ciudad el título de maestra. Realizó oposiciones y obtuvo plaza en Esparragosa de los Lares (Badajoz) y posteriormente solicitó la excedencia para comenzar el preparatorio de acceso a la Universidad en Sevilla. Cursó en Granada los tres primeros años de la carrera de Farmacia. Después se trasladó a Córdoba para realizar los estudios de Veterinaria y, una vez finalizada la carrera, terminó la de Farmacia en Santiago de Compostela.
Para matricularse en la carrera de Veterinaria en Córdoba tuvo que pedir un permiso especial en 1923 al Ministerio de Instrucción Pública pues estaba prohibida esta carrera a mujeres. Solicitó, con 26 años, ser alumna de la Escuela Especial de Veterinaria de Córdoba en mayo de 1924. María no pensó estudiar esta carrera, pero su padre y su abuelo lo fueron y tutelaban un herradero por tradición familiar. Al jubilarse su padre, su hermano tendría que haber cerrado el establecimiento, pues necesitaban la tutoría de un veterinario. Por este motivo y a sabiendas de que era una muchacha trabajadora e inteligente, su padre la matriculó en Veterinaria para que al finalizar pudiera tutelar el herradero de su hermano, ya que económicamente era una buena fuente de ingresos familiares. María ejercía en el mismo pueblo como maestra nacional y en los trabajos de veterinaria era ayudada enormemente por su hermano herrador. Finalizó sus estudios con 28 años, el 6 de junio de 1925.
En los años que pasó por la Escuela Especial de Veterinaria de Córdoba ejercía de Decano Gabriel Bellido Luque, de secretario docente José Sarazá y de oficial de secretaría Manuel Gómez. María se colegió en el Colegio Oficial de Veterinarios de Badajoz el 16 de febrero de 1926 para ejercer de Inspector Municipal Veterinario de Calamonte, y se jubiló en el año 1967. Así, realizaba al mismo tiempo estas funciones con la de maestra y farmacéutica en el mismo pueblo de Calamonte.
La noticia de la primera mujer veterinaria en nuestro país es el suelto periodístico de redacción acompañado de una fotografía realizada por el célebre Montilla, publicada en la sección de notas gráficas de la revista Andalucía ilustrada, editada en Córdoba en junio de 1925. También en la Revista de Higiene y Sanidad Pecuarias, en el número 80 de agosto de 1925, acompañándola de una fotografía y alabando la capacidad de trabajo y el orgullo de tener una mujer en la profesión.
María Cerrato recibió diversos agasajos como primera mujer veterinaria de nuestro país: el de Calamonte, que además de un homenaje le dedicó una calle en mayo de 1975; el Colegio Provincial de Veterinarios de Badajoz le entregó la Medalla de Oro de la Profesión Veterinaria en se mismo acto; la Asociación de Veterinarios Titulares le hizo otro homenaje en Mérida en 1978 y la Asociación de Esposas de Veterinarios la nombró presidenta de Honor en 1979. Murió el 31 de abril de 1981 (Badajoz). Su empeño, sin duda, significó un paso notable en la lucha de la mujer por conseguir su plena igualdad con el hombre y su integración en la vida social y profesional, objetivo que tantos esfuerzos y años está costando y que aún hoy no se ha alcanzado plenamente.
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