El padre de Miguel de Cervantes, un cirujano nacido en Córdoba

Cordobeses en la historia

Rodrigo de Cervantes y Torreblanca nació en Córdoba, fue nieto de un trapero de la Axerquía e hijo de otro cordobés alcalde de Cabra, vecino de San Nicolás y progenitor del genio.

Portada del estudio de Alfonso de Adamuz de Montilla.
Portada del estudio de Alfonso de Adamuz de Montilla.

PEDRO Díaz de Cervantes vivió las luchas intestinas entre moriscos y conversos de la Córdoba de finales del XIV y principios del XV; los pasajes que hablan de la matanza de moriscos, de las puertas abiertas a la vigilancia en sus casas, o del inicio de la tapa de tocino sobre el jarro de vino en las tabernas, que delataría la condición de hereje de quien lo rechazaba. Aquel trapero cordobés de la Ajerquía, casó a su hijo Juan de Cervantes con Leonor de Torreblanca, según Rodríguez Marín, y logró que estudiara leyes en Salamanca, tras declararse vecino de Córdoba y de la collación de Santo Domingo. Uno de los hijos de Juan y Leonor fue el bachiller Rodrigo de Cervantes, nacido en 1477. Tuvo casa en San Nicolás y desposó con Catalina de Cabrera, "de noble familia de Córdoba", dice el anterior autor en Cervantes y la ciudad de Córdoba. Empero, son más los que apuestan porque su mujer y madre de los 6 hijos fuera Leonor de Cortinas, también de noble familia, pero de origen madrileño; si bien, todos coinciden -entre otros Américo Castro- en que Rodrigo ejerció de sangrador, y fue el padre de Miguel de Cervantes Saavedra, su cuarto hijo.

Rodrigo y Leonor marcharon a Valladolid, después de vivir un tiempo en Alcalá de Henares en 1552, para seguir ejerciendo su trabajo de cirujano, sin título; pero la suerte no les acompañó y fue encarcelado y embargado. Tras demostrar su limpieza de sangre y rango, desde allí, con Miguel a punto de cumplir los 5 años, regresan a la Córdoba natal y se instalan en la Plaza del Potro, que se sepa, hasta 1563, desempeñando su trabajo y al servicio de la Inquisición para congraciarse, quizá, con la sombra de converso que pesaba sobre su genealogía. De esta etapa arranca la teoría defendida por Rodríguez Marín referida al posible nacimiento de Cervantes en Córdoba, dado su ingreso en el Colegio de la Compañía de Jesús, hoy Cervantes. Considera que aquí conoció al cómico Lope de Rueda, que entre 1563 y 1565 vivió y murió en esta ciudad, un hecho que algunos autores hacen coincidir con el descubrimiento del teatro por parte del autor del Quijote, que describe con toda precisión, como apunta Adamuz Montilla, a "los idílicos amantes cordobeses Luscinda y Cardenio; al loco cordobés que espantaba los perros vagabundos; aquellos agujeros del Potro de Córdoba…", y menciona el caño de Vencezguerra, los caballos de la Campiña, la Puerta de Osario, la picaresca de Rinconete, Cortadillo o Berganza -que vuelve a cobrar vida con Pío Baroja-, o Elvira, la bruja montillana portadora de la más honda sociología andaluza.

Vivía aún el padre de Rodrigo, Juan de Cervantes, alcalde de Cabra, al que visitará el nieto con 9 ó 10 años al morir el abuelo, en marzo de 1556. Por ello deducimos la presencia en la obra del escritor de la Sima de Cabra, la Puerta de los Vientos andalusí de la leyenda de al-Maqqari; y recoge en Viaje al Parnaso los miedos de los niños egabrenses, a quienes asustaban con echarlos a su cueva; y pone en boca del Hidalgo Caballero: "Otra vez me mandó que me subiese en la sima de Cabra". Estos y otros datos, se funden y confunden a partir de la comunicación que Adolfo Rodríguez Jurado presentó en la Real Academia de Sevilla -febrero de 1914- ante Alfonso XIII y la reina Victoria. Desvelada por la prensa de la época, cuestionaba, no ya la certeza de los orígenes cordobeses de Cervantes, sino su posible nacimiento en esta ciudad. Cuando la noticia llega aquí, arropada por un envidiable ambiente intelectual y cultural, escritores y eruditos locales se interesan vivamente por la investigación y convocan unos Juegos Florales con el nacimiento, la estancia o las raíces familiares cordobesas del Talento como temática. Francisco Rodríguez Marín, Alfonso Adamuz Montilla y Norberto González Aurioles se alzaron con varios galardones; si bien se excusan ante la precipitación con que se convocó el concurso. Sin tiempo para la indagación. No obstante, crearon la polémica entre colegas, propia de los grandes eventos cordobeses (recuérdese la pugna por demostrar o no el casamiento de Beatriz Enríquez con Colón, en el cuatrocientos aniversario del Descubrimiento), que dio lugar a dos publicaciones, defendiendo el natalicio cordobés una y rebatiéndolo otra. Serían publicadas en 1914. La primera, Cervantes y la ciudad de Córdoba de Rodríguez Marín, y una segunda, de Adamuz Montilla, ¿Córdoba patria de Cervantes?

En diciembre de 1996, un boletín de la Real Academia reeditaba estos escritos, no exentos de valiosísimos datos, que alguna aspirante a poeta utilizó como investigación propia para autoproclamarse cervantina por foros nacionales e internacionales; aunque, como toda farsa, se deshizo al ser publicados de nuevo en 2005 y en un solo tomo -en facsímil-, por la Diputación Provincial. Quienes defendían el origen cordobés de Cervantes se basaban en una declaración hecha en Sevilla, en la que él mismo se declaraba como tal; otros, en que Rodrigo contaba que su hijo Miguel tenía 31 años y, calculando fechas, pudo haber nacido durante su estancia en Córdoba. Pero otras partidas de bautismo y nacimiento del genial escritor aparecieron en Alcázar de San Juan o Consuegra, teniendo todos por cierta la de Alcalá de Henares, y sin que ninguna haya aparecido en Córdoba. Si bien se maneja el tronco familiar Cervantes, Cabreras y Saavedras. El utilizado por él.

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