Los padres de Paco Molina piden apoyo a las instituciones para la búsqueda de su hijo
Sucesos Córdoba
Más de un centenar de personas arropan a la familia del menor desaparecido en julio de 2015
"Desde el 2 de julio de 215 se nos paró la vida y no hay cosa más difícil que vivir sin ti". Es la confesión que ha hecho Rosa, la madre de Paco Molina, el joven cordobés que desapareció en esa fecha con apenas 16 años y, desde el que entonces no se sabe su paradero.
Rosa, junto Isidro, su marido, han acudido a la concentración en el bulevar del Gran Capitán de Córdoba convocada bajo el lema Ni silencio, ni olvido. Todos por Paco Molina, a la que han asistido más de un centenar de personas, que con su presencia han arropado a esta familia, que ha pedido a las instituciones más apoyo para localizar a su hijo.
Rosa, además, de agradecer la presencia de numerosas personas y representantes públicos -no han faltado miembros del equipo de gobierno municipal, ni de la Junta de Andalucía, como el delegado del Gobierno, Antonio Repullo, detrás de la pancarta- ha recordado que "los desaparecidos no son invisibles" y, además, ha lanzado un mensaje a su hijo: "Eres fuere y nos has enseñado a no rendirnos".
El padre de Paco Molina, por su parte, ha pedido ayuda a las instituciones cordobesas para localizar a su hijo y ha recordado que "nuestros desaparecidos no tienen una medalla olímpica como hemos visto este verano", en alusión al despliegue que se llevó a cabo tras la desaparición de Blanca Fernández Ochoa en Madrid.
No obstante, ha reconocido que en algunos casos "las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado se portan fenomenal, pero en otros casos no hemos visto ese tipo de movimientos por su parte en la búsqueda de un desaparecido. Lo que reclamamos es que todos se busquen por igual". Así, ha insistido en pedir a las instituciones "todo el apoyo y lo que puedan realizar para impulsar la investigación", que es algo "más que deseado".
Isidro ha recordado que a su hijo Paco "se le ha buscado en más de diez países según los investigadores" y ha detallado y ha informado de que en marzo "salió una línea de investigación que sigue vigente y esperando a que de un resultado y nos lleve a un sitio". Esta línea, ha continuado, "está relacionada con personas mayores y algo de un entorno político".
También ha echado la vista atrás hasta aquel 2 de julio de hace cuatro años y, desde entonces ha señalado que "aprendes a sobrevivir". "Muchas veces me acuesto y pienso si mi hijo me necesita, si tendrá frío o habrá comido, son las miles de preguntas que los padres nos hacemos por los hijos", ha reconocido.
La concentración ha contado con la intervención musical de Coro Gospel Córdoba, que ha interpretado tres canciones, y con la organización de la Fundación Quién Sabe Dónde global (QSDglobal). Su presidente, Paco Lobatón, ha destacado la presencia de tantos asistentes en el bulevar del Gran Capitán, algo que a su juicio "convierte a la sociedad en una asociación solidaria". Su presencia, ha indicado, "es imprescindible para que los padres se sientan acompañados".
El Caso
Francisco Molina Sánchez se encuentra en paradero desconocido desde el 2 de julio del año 2015, cuando quedó con unos amigos en la capital cordobesa.
Desde el principio del caso, su padre ha puesto en duda que su hijo se marchara voluntariamente, dado que "no se llevó el dinero que tenía en casa, ni tampoco ropa", por lo que no entiende cómo, según testigos, el menor tomó un autobús hacia Madrid, donde se le perdió la pista.
Durante este tiempo han recibido muchas llamadas aportando falsas pistas, algunas de las cuales han sido investigadas por la Policía. Una de las últimas "era de Colombia y nos pedían dinero, diciendo que si no matarían a mi hijo", según ha relatado el padre, quien ha agregado que la Policía descubrió de dónde venía y que era una pista falsa.
Asimismo, un hombre con antecedentes acusado de un delito contra la integridad moral, después de que supuestamente ofreciera a los padres de Francisco Molina pistas falsas sobre su paradero aceptó en sede judicial en noviembre de 2017 una pena de seis meses de prisión y multa de unos 700 euros, tras reconocer los hechos y pedir "disculpas" por lo que hizo. El caso está abierto, tanto judicial, como policialmente.
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