El Palacio de los Páez de Castillejo en Córdoba: Una historia a través de su fachada
Patrimonio
La directora del Museo Arqueológico desvela las claves para interpretar la reciente restauración de la sede histórica del museo
Al pasear por Córdoba y llegar a la plaza Jerónimo Paéz, sorprende ver la imponente fachada que se levanta en este punto de encuentro del trazado antiguo de la ciudad. Con anterioridad se llamaba la Plaza de los paraísos, y en un momento de la historia pasó a llevar el nombre de Jerónimo Páez, uno de los miembros de la influyente familia que construyó este palacio renacentista.
Dicho edificio histórico alberga parte del Museo Arqueológico de Córdoba. “Su singular portada y programa iconográfico son la culminación de la transformación urbana de la plaza, con una configuración espacial que pervive hasta la actualidad, tal y como fue concebida en el siglo XVI”, afirma la directora del museo, María Dolores Baena.
Desde el pasado mes de junio, la fachada del palacio de los Paéz de Castillejo reluce con mayor brillo. Los trabajos de restauración, iniciados a principios del 2020, han permitido recuperar el estado original de los elementos decorativos, mediante su limpieza y eliminación de añadidos, trabajos que han sido llevados a cabo por el Ministerio de Cultura, titular del museo, en coordinación con la Consejería de cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, administración gestora del mismo.
"Acabamos de terminar la restauración de la fachada del palacio", señala la directora del museo. Este ha supuesto un gran equipo interdisciplinar de especialistas en arquitectura, restauración, estudio de arqueología paramental, canteros, entre otros. "Una intervención muy estudiada que ha aportado nuevos descubrimientos”, concluye Baena.
Los cementos utilizados en anteriores restauraciones han dañado con el paso del tiempo la delicada piedra original. “Se han eliminado todos los revestimientos de cemento utilizados en 1950 por Félix Hernández, que fue un gran arquitecto, pero que aplicó métodos y materiales que hoy día con la norma internacional de restauración y conservación son impensables”, explica Baena.
La intervención actual se ha realizado desde un criterio arqueológico para dejar lo que había en origen. “Ahora vemos la fachada absolutamente limpia, aunque la piedra arenisca, difícil de conservar, muestra la erosión del paso del tiempo, al estar desprovista del revestimiento que la protegería en la obra original”, señala la directora.
Sobre los nuevos hallazgos, destaca Baena, "se ha encontrado una puerta lateral, alternativa a la puerta grande por donde entrababa el carruaje. La nueva puerta descubierta entendemos que era para el acceso a pie”.
Además, añade que “se han localizado los mechinales de madera, que son restos de los andamios de madera que se utilizaron para construir la fachada del siglo XVI, y nuevos elementos de la escalera principal que nos indican cómo fue construida esta majestuosa portada”.
¿Quién era la familia Páez de Castillejo?
“Antes de la construcción del palacio, en ese mimo solar se situaban unas casas pertenecientes al alfaquí Ybrahim Ben Naçer, cuya propiedad fue otorgada por Fernando III tras la conquista de la ciudad en 1236 a Martín de la Cerca”, narra Baena.
A través de herencias y ventas entre familias nobles, estas casas, conformadas como un primer palacio con elementos mudéjares y del gótico, pasarían a finales del siglo XIV a la familia Páez de Castillejo.
Los diferentes miembros de esta familia a lo largo de varios siglos tuvieron una importante ascendencia social y política, llegando a desempeñar diferentes puestos cercanos al rey. Como ejemplo, a comienzos del siglo XV, Ferrant Páez de Castillejo es nombrado maestresala del rey, y será quien reforme parte de este conjunto de casas heredadas.
Algunos de los miembros de Páez de Castillejo tuvieron, entre otros cargos, el de Caballero Veinticuatro de Córdoba, una especie de ediles que formaban el Cabildo municipal de la ciudad. A la familia, también se les otorgará parte de las salinas de Córdoba, que proporcionaban en la época importantes beneficios económicos.
En 1496 se produce un hecho de vital importancia para la historia de la familia: Fernand Páez de Castillejo y su mujer Leonor de Angulo crean, por concesión de los Reyes Católicos, el Mayorazgo en la figura de su hijo Francisco.
Durante el siglo XV, la casa se va ampliando, y anexionando otras del entorno. Se realizan diversas obras, entre las que destaca la construcción de la escalera monumental, realizada por el cantero mayor de la catedral Gonzalo Rodríguez .
A comienzos del XVI se abordan las cubiertas del palacio, además de la reforma del patio principal y las arquerías del piso superior. Entre otros personajes destacados de la familia en este siglo, Luis Páez de Castillejo alcanza el cargo de Procurador Mayor en 1561. Y en 1569, en esta casa palacio, ya construida, se llega a celebrar la boda del duque de Medina Sidonia con la hija del príncipe de Éboli.
Va a ser este personaje, Luis Páez de Castillejo y Valenzuela quien en 1540 acometió la gran reforma de las casas heredadas para convertirlas en el palacio que hoy conocemos. Encargó las obras a Hernán Ruiz II, uno de los importantes arquitectos renacentistas de la época, quien intervino en la construcción del crucero de la Catedral dentro de la Mezquita.
“Hernán Ruiz, junto al cantero Sebastián de Peñaredonda, fue quien realizó la esplendida fachada a la plaza, a la manera de un arco triunfal, con elementos propios del Renacimiento, que supuso la final conversión del edificio en palacio”, explica la directora del museo. Todo esto se conoce por documentos originales y estudios arqueológicos, con lujo de detalle, por ejemplo: “los canteros que tallaron la decoración fueron Francisco Jato, Francisco Linares y Juan de Toribio”, puntualiza Baena.
El palacio renacentista integra elementos del pasado
En definitiva, las casas mudéjares se reforman y pasan a convertirse en un palacio renacentista. “Hernán Ruiz supo conservar el patrimonio anterior dentro del nuevo edificio. Integró algunos elementos de las casas anteriores, como el arco mudéjar de yesería o las ventanas góticas de azulejos que hoy contemplamos en el patio principal”, resalta Baena.
"La familia Páez proyecta una imagen y un relato a la manera del humanismo renacentista, utilizando elementos de la antigüedad clásica”, explica Baena. No en vano, continúa,“el poder de las imágenes para construir una narrativa que transmita poder y valor es una constante en toda sociedad a lo largo de la historia, sobre todo desde Grecia y Roma”.
El arquitecto que diseñó la iconografía de la fachada conocía muy bien cuáles eran las claves de la época . Se alternan esculturas humanas con una serie de frisos que llevan “panoplias” (armaduras) y en un lugar destacado el escudo de la familia. Se complementa todo con elementos grutescos y otros característicos como angelitos con guirnaldas. Una estética que se da en la propia Roma.
Los humanistas renacentistas valoraban mucho la virtud moral y el conocimiento, y tomaron modelos de la antigüedad clásica, sobre todo de los héroes mitológicos, como alegoría de lealtad, de disciplina, generosidad y sacrificio propio en aras del bien común. “El programa iconográfico escenifica las virtudes del guerrero como paradigma de la idea humanista del renacimiento”, concluye Baena.
Las esculturas de la fachada representan a héroes mitológicos como Hércules, Perseo o Teseo y otros personajes históricos que se identifican con Escipión o Alegrando Magno. “Al colocar a estos símbolos, la familia Paéz transmite que no sólo asume esos valores, sino que su linaje se quiere identificar con esta corriente”, apunta la directora del museo.
La restauración de la fachada es un paso más del gran proyecto estratégico y de ampliación que el Museo Arqueológico persigue desde hace muchos años. Este palacio renacentista es una gran pieza de la colección arqueológica de este conjunto museístico único en España por todos los valores patrimoniales que integra. “Entendemos que mantener el museo dentro de la zona declarada Patrimonio Mundial constituyen un valor añadido a nuestra gran colección arqueológica”, manifiesta Baena.
“Museo y ciudad son en nuestro relato las dos caras de una misma historia. En el museo conocemos la mezcla de culturas que la propia ciudad de Córdoba muestra. Esta es la visión del Museo Arqueológico de Córdoba”, concluye Baena, al frente de esta institución desde 2002.
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