Pilar Bascón: "Nos llaman profesores llorando porque no se les permite abrir un protocolo de acoso escolar"
Presidenta de la Asociación de Ayuda a Familias en Situación de Acoso Escolar
La presidenta de la primera asociación que apoya a las familias que sufren de acoso en Córdoba advierte de que los protocolos contra el 'bullying' "no funcionan"
Considera que si un caso llega a la Justicia "es un fracaso" de la sociedad y que "tan culpable es la persona que acosa como el que observa, mira y permite"
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La primera Asociación Cordobesa de Ayuda a Familias en Situación de Acoso Escolar (MIA) dio sus primeros pasos a principios de este 2024 y lleva gestándose desde 2022 con la experiencia de Pilar Bascón y su hija, que ha sufrido de bullying en el colegio. La asociación se presentó hace más de un mes y ha atendido a un centenar de familias en busca de ayuda por el acoso que sufren sus hijos.
-Acaba de presentar la asociación, ¿qué balance hace?
-El trabajo empezó hace más de 700 días, desde el momento que yo descubrí lo que le ocurría a mi hija. Ese mismo día, en el centro escolar, le dije a la directora que haría algo para que ninguna familia pasara por lo que yo estaba pasando. Me costó trabajo, porque te caes, te tienes que levantar, tienes que prepararte, pero sobre todo tienes que perdonar, en el momento que tú perdonas puedes hacer algo bonito, pero no desde el dolor, sino desde la esperanza y la ilusión de poder ayudar a otras familias.
-También dicen que no hay perdón sin justicia...
-Eso es otra cosa. La justicia para mí es una cosa, y el perdón es otra. Primero tú tienes que perdonar a las personas que te han destrozado la vida. Ten en cuenta, por ejemplo, que para mí el colegio era mi segunda casa porque desde que mi hija tenía tres años estuvo allí. Yo luché por que mi hija entrara, junto con otro montón de familias, y he sido partícipe y fundadora de muchísimos proyectos solidarios de esa casa. Aparte, mi hermandad, que yo soy cofrade, se encuentra allí. Mi vida ha cambiado por completo, porque me he tenido que retirar hasta de mi hermandad, de mi cofradía, donde llevo desde los 13 años, toda una vida.
-Pero era necesario, entiendo, ¿no?
-Pues sí, porque al final, esto lo que te demuestra es que en la vida todo pasa por algo, te tiene que pasar para darte cuenta, que es la pena, que pensamos que nunca nos va a pasar esto, y esto es algo que le puede pasar a cualquier persona.
-¿Por qué nadie había hecho una asociación antes?
-Yo entré a internet a preguntar quién me podía ayudar y me encontré con la grata sorpresa de que no había nada en mi ciudad que me ayudara. Me derivaban a una filial de Sevilla de asociaciones contra el acoso, y me vi muy sola sin saber qué hacer. Todo ese aprendizaje que yo caminé sola es lo que hace que nazca MIA. Gracias a lo que le ha ocurrido a mi hija vamos a poder ayudar a muchas familias. MIA está capacitada para cualquier familia que necesite sentarse con nosotros, atenderla, guiarla desde el principio hasta el fin y principalmente acompañarla y decirle lo que tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer para llegar hasta el final. Porque hacerlo solos es muy doloroso.
-Los datos son demoledores. Para el día de la presentación ya habían atendido más de 80 familias, ¿cuántas son ahora?
-El día de la presentación habíamos atendido a 87 familias y ahora son 91. Eso sí, donde podemos, porque vamos solicitando salas en el Centro Cívico de Lepanto de vez en cuando, es algo pendiente que yo tengo con el Ayuntamiento de esta ciudad.
-¿No tienen sede?
-Ahora mismo no porque nosotros comenzamos como una pequeñita asociación a nivel local, pero esto se ha desbordado de una manera tremenda. Nos hemos reunido con todas las instituciones habidas y por haber, lo único que me queda es irme al defensor del menor a Madrid, que en el momento que pueda lo haré, es una cosa que también prometí a la directora el día que saqué a mi hija de ese centro escolar, lo prometí y lo haré. Es un proceso muy largo, buscar personas que se comprometan contigo, conseguir unos pilares básicos para la asociación, un gabinete jurídico, Iuris Consulting, psicología con la psicóloga Estefanía López, una línea telefónica para atender a las familias, que conseguimos con Fertel, un asesor fiscal, o sea, crear los pilares de la asociación y luego formar el equipo directivo. La documentación es muy compleja, porque toda la burocracia es muy larga y es muy lenta. Ten en cuenta que nosotros somos un grupo de padres y de madres, no sabemos nada de esto y nos hemos tirado a la piscina.
-Y a partir de ahí las llamadas no han cesado...
-En el momento que tuvimos el teléfono las familias empezaron a llamar y ya empezamos a descubrir el miedo tan grande que existe entre las familias y entre los profesores. A nosotros, por ejemplo, nos llaman profesores llorando, diciendo que quieren abrir un protocolo de acoso en su centro escolar y Dirección no se lo permite. Nos pasan cosas como esas. Entonces te das cuenta del miedo tan grande que hay, los papás no se atreven, porque piensan que se va a saber el nombre de su hijo, o que van a señalar a sus otros hijos, o por los padres de los niños.
-Para atender eso ahora está MIA, que es la primera asociación de apoyo a las familias...
-Somos la primera asociación cordobesa y andaluza de ayuda a familias, porque asociaciones frente al acoso escolar hay muchas, esta es la primera asociación creada en Córdoba y Andalucía de apoyo y ayuda a familias en situación de acoso escolar. Nosotros no nos dedicamos a prevenir el acoso, porque para eso existen profesionales competentes, nosotros somos padres y madres, no somos profesionales, nosotros nos dedicamos a ayudar y a guiar a una familia desde el minuto uno que detecta que su hijo sufre acoso, o cree que lo está sufriendo, y llega a su centro escolar y no recibe la respuesta esperada. El acoso escolar no se olvida, marca para toda la vida, no se cura en meses, pero tenemos que intentar que no condicione la vida de los niños.
-¿Cómo se deben preparar los padres?
-Yo creo que no es lo mismo tú llegar a un colegio con un folio, como yo llegué, solicitando la apertura del protocolo de acoso de mi hija, que llegar incluso acompañados por nosotros en el momento de la presentación. Normalmente el acoso suele comenzar entre quinto y sexto de Primaria, haciéndose muchísimo más fuerte ya en primero, y principalmente segundo de Secundaria, eso es estadística pura y dura. Entonces es muy importante que el pediatra del niño sea conocedor de lo que ocurre, cosa que los padres desconocen. Como yo lo he vivido en persona, sé lo importante que es que el pediatra lo conozca y elabore un informe porque normalmente, no todos los colegios, porque no podemos generalizar, pero normalmente el colegio no actúa. Entonces ahí es donde entra el fallo y la base de lo que nosotros vamos a trabajar con las administraciones públicas, que principalmente es transparencia y acortar los protocolos de acoso.
-¿Hay burocracia en la atención al acoso escolar?
-Hay burocracia, pero es evidente y cada vez se ve más que el tema de los protocolos no funciona, porque si funcionara, no existirían cada vez más casos de acoso.
-¿Va en aumento en Córdoba?
-Va en aumento, no solo en Córdoba capital sino que en la provincia es sorprendente, porque si tiene miedo una familia de Córdoba capital más miedo aún tienen las familias de la provincia, de hecho se mudan a la ciudad, que es un detalle muy curioso, acaban hasta cambiando su vida. Mi hija me pidió el cambio de domicilio: mamá, yo es que me quiero ir de aquí, pero ahí está la fortaleza de cada uno. Al final huir no es solución, es como en el acoso, porque tú digas no eres chivato, hay que enseñarle a estos niños que contar es sanar el alma y pueden ayudar a muchísima gente. Desde las administraciones hay muchas herramientas para prevenir, pero o los centros escolares son desconocedores de ello, o si lo saben hay muchísimos que no lo ejecutan.
-El protocolo debería ser obligatorio, ¿no?
-Debería. El protocolo existe y debe de aplicarse, lo que tenemos que ver es cómo se aplica, cuando se aplica, y de qué forma. Hay que acortar el protocolo, modificar el orden de los pasos que conlleva. Evidentemente hay que colaborar con las administraciones para hacer los protocolos muchísimo más eficaces en los colegios, porque no lo son, y así conseguiremos hacer unos centros de enseñanza mucho más seguros para nuestros niños. No podemos permitir que un alumno vaya a un centro escolar con miedo y es muy importante que nuestro Ayuntamiento tenga un teléfono municipal de atención a familias frente a acoso escolar, lo mismo que existe un teléfono directo de violencia de género. Nuestro objetivo es que esta ciudad sea nombrada ciudad antibullying tras la primera de España, que fue Sanlúcar de Barrameda.
-Las administraciones estaban representadas en la presentación de la asociación, ¿cómo ha sido la colaboración?
-Esto ha sido un titán tan grande que nosotros como padres no estamos preparados para gestionarlo, necesitamos urgentemente ayuda desde las administraciones, que todas nos la han ofrecido, pero muchos padres no quieren que la ayuda se quede en la foto, sino en la realidad. Lo primero que le voy a solicitar a este Ayuntamiento es un espacio para poder atender a las familias, porque yo no puedo quedar en un bar, que es lo que estoy haciendo, o solicitar una sala en el Centro Cívico de Lepanto cada dos miércoles. No tenemos dinero, la presentación se ha conseguido gratuitamente y con patrocinadores, curiosamente el 95% de fuera de esta ciudad.
-Mencionaba el dinero ¿es muy costoso atender el 'bullying'?
-Tú llamas para una cita con un psicólogo y con un poco de suerte te ve a las dos semanas y pagas aproximadamente una media de 70 a 80 euros por sesión. No cualquier familia puede acceder a eso, para eso ha nacido MIA, para que cualquier familia que necesite apoyo psicológico y jurídico lo tenga de inmediato, eso es uno de los grandes proyectos de esta asociación, pagarle a esos niños su tratamiento. Nosotros no vamos a basarnos siempre en defender, no somos enemigos de nadie, pero si en un centro no se actúa correctamente no nos vamos a callar, vamos a perseguir ese tipo de actuaciones que consideremos negligentes y vamos a llegar hasta el final, no vamos a mirar para otro lado.
-Educación registró 11 casos de acoso escolar durante el pasado curso en Córdoba mientras que en MIA han atendido casi un centenar de llamadas en lo que va de año, ¿a qué se debe esta diferencia?
-Muchos se dan por resueltos porque los centros escolares cierran los protocolos por falta de evidencias, pero no es que se haya solucionado, es que el colegio lo ha cerrado. En mi caso Educación aconsejó reabrir el caso, y si tú reabres algo es evidente que lo que antes has hecho, bien o completo no debe de estar. A veces esto lo desconocen incluso en la administración, y para eso estamos nosotros. Nosotros hablamos con profesores y nos dicen que no saben de las medidas contra el acoso, otros nos dicen que sí saben, pero que no tienen capacidad para ejecutarlas. El centro escolar necesita formación para saber gestionar esto, pero no se puede permitir que profesor, tutor, orientadora o director sea conocedor de un caso y mire para otro lado cuando es evidente que algo ocurre con ese niño.
-¿Usted ha denunciado al centro escolar?
-Yo creía tanto en la justicia divina como en la terrenal, ahora mismo y a raíz de lo que nos ocurrió la fe me la han quitado, pero sigo creyendo en la terrenal aunque estemos luchando con un ente grande. Que un caso llegue a la justicia es un fracaso porque no hemos sabido gestionarlo antes, pero hay casos que deben de llegar a la justicia porque si usted ha mirado para otro lado siendo conocedor de lo que le ocurre a un menor, usted se tiene que sentar en un banquillo, usted tiene que declarar y la justicia tiene que estar ahí. Estamos en esa lucha. Los centros escolares incitan a demandar al menor.
-Lo más importante es la víctima, pero ¿qué se debe hacer con el niño que hace bullying?
-El niño que hace bullying es el que realmente tiene el problema. A la sociedad le mostramos que la persona que tiene el problema es la que es acosada, porque es la que sale del centro escolar, la sociedad lo ve como una solución, pero el problema se sigue quedando dentro y no solo lo tiene el acosador, sino las personas que observan y se unen a él. Tan culpable es la persona que acosa como el que observa, mira y permite. Si trabajáramos en el foco del acosador, existirían muchos menos casos.
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