Policía discreta: pueblo tranquilo

Los vecinos conocieron la operación por la radio, horas después de que acabara

A. A. / Pedro Abad

12 de febrero 2008 - 01:00

Cuando la radio alertaba a los vecinos de Pedro Abad de que un fuerte dispositivo policial había detenido de madrugada y en un hostal del municipio a una mujer relacionada con la izquierda abertzale, hacía rato que los agentes habían acabado su trabajo. El Ayuntamiento, la Policía Local del municipio y hasta la Guardia Civil de El Carpio se habían enterado a primera hora de la mañana , mucho tiempo después de que los agentes de la lucha antiterrorista llegaran a este tranquilo municipio del Alto Guadalquivir en el que casi nunca pasa nada.

La discreción policial no sólo fue fundamental para perseguir a la presunta dirigente de la izquierda abertzale, a la que venían siguiendo la pista desde Madrid, sino para no alterar ni tan siquiera al resto de los clientes del hostal. Salvo por los grandes titulares de la radio y la televisión, Pedro Abad siguió siendo ayer un pueblo tranquilo gracias precisamente a esa discreción policial.

De hecho, la detención de ayer fue puramente circunstancial, como se encargó de repetir por activa y por pasiva el subdelegado del Gobierno en Córdoba, Jesús María Ruiz, quien se apresuró a desmentir con la mayor rotundidad que la izquierda abertzale estuviera desarrollando alguna actividad ilícita en la provincia. La circunstancia se explica en que en el Centro Penitenciario de Córdoba están encarcelados una docena de presos de ETA. Sus familiares, como fue ayer el caso de Nuria Alzugaray García, se suelen desplazar desde el País Vasco para visitarles y, como también suele ser normal, hacen noche en la provincia ante un viaje tan largo.

De hecho, no es la primera vez que los familiares de los presos de ETA se alojan en algún establecimiento hostelero de Pedro Abad o de Córdoba. Askatasuna, una organización ilegal de apoyo a los presos de ETA y heredera de la histórica Gestoras Pro Amnistía, suele organizarle los viajes a los familiares e incluso suele buscarle alojamiento. Desde su ilegalización hace seis años, la mayoría de los familiares ha optado por organizarse por su cuenta y sólo funciona el boca a boca para diseñar la mejor forma de viajar para visitar a sus presos.

La mayoría de los vecinos del hostal perabeños conocían estas visitas y todos han insistido en la normalidad y cordialidad de sus protagonistas.

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