Polos y cortes

La Gloria de San Agustín

A los cordobeses, con los helados, nos pasa un poco como con la comida, que les tenemos puestos unos nombres muy nuestros

Un heladero sirve un cucurucho a un cliente.
Un heladero sirve un cucurucho a un cliente. / Juan Ayala
Rafalete

12 de julio 2020 - 03:00

A los cordobeses, con los helados, nos pasa un poco como con la comida, que les tenemos puestos unos nombres muy nuestros y cuando sales fuera la gente no se entera de lo que le estás diciendo. Bueno, cuando sales fuera y cuando se lo dices a unos más jóvenes, que se te quedan mirando como si les estuvieras hablando en chino mandarín, y creo que me quedo corto.

Con las comidas y con otras cosas, como el meyba, que solo se dice aquí, porque en otros sitios es pantalón de deporte o calzona, pero no meyba, que era o es una marca, y que por eso lo decimos. O perol, que más de una vez hemos tenido que explicar, y seguro que me quedo corto. Pero vuelvo, que ya estoy por los Cerros de Úbeda, que yo nunca he estado, ni sé dónde están, pero me lo dicen mucho, que yo no sé a cuento de qué vendrá este dicho.

A lo que iba, que hay palabras muy cordobesas para todo, y también para los helados, que tenemos dos que siempre se han utilizado mucho, aunque ahora los más jóvenes, sobre todo, no lo sepan. Una es corte, un corte de helado, que no es ni más ni menos que un trozo de helado en barra metido entre dos galletas. Que antes, y no estoy hablando de hace sesenta años, no, antes, tú ibas a una heladería, a David Rico, a la Alicantina o a la que fuera, y te podías pedir el helado en tarrina, en cucurucho o en corte. A mí había dos que me volvían loco, y que me siguen volviendo loco, porque en casa de mi hermana seguimos comiendo cortes de helado: el de tutifruti y el de turrón. Que muchos ven el de turrón como un helado viejuno, pues a mí me da igual, que cuando está rico, es el más rico que te puedes comer, con diferencia.

Y antes de que se me vaya, que me lío y me enredo y no vuelvo, el otro helado que lleva nombre muy cordobés, porque solo se dice, o se decía, aquí, es el pingüino. Sí, ya saben, esos helados cubiertos de chocolate crujiente, y que por dentro son de vainilla o de nata, muy blancos, como son los pingüinos, blancos y negros. Pues a esos, si ya les pones su poquito de crocanti, a mí me vuelven loco, pero una cosa mala, de verdad.

Y todo esto viene, a lo mejor, porque el otro pusieron aquí, en mi Día, cómo hacer la mazamorra, que es otro plato muy cordobés y la gente no lo sabe, lo mismo que el gazpacho de habas secas o la ensalada piconera, aunque de esos platos hablaremos otro día. Pero no el domingo que viene, que es un domingo muy especial para mí, el más especial. En fin, que para la calor nada mejor que un buen helado y eso les he contado hoy, que tenemos dos y que es bueno recordarlo, para que no perdamos lo nuestro. Me parece a mí.

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