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Son las 09:00 y las personas sin techo van llegando en peregrinación desde el parque, el banco o el soportal donde han pasado la noche al centro de día de la Fundación Proyecto Hombre, en el número 1 de la calle Beatriz Enríquez. Ha sido una noche muy fría en Córdoba a causa de la DANA que está congelando media España y muchos aparecen tiritando. Tapados hasta los ojos, aquí encuentran "un refugio, un desayuno y una ducha calentita", cuenta Jorge López, uno de los usuarios.
Al cruzar las puertas de este centro las realidades chocan con la que hay fuera y las prioridades cambian. Aquí no hay Black Friday que valga. Ni tampoco mayor preocupación que la de sobrevivir al hambre, al frío y a la soledad. También se enfrentan aquí los testimonios de unos que luchan por salir reinsertados de aquí y otros que acaban de entrar intentando salir del pozo.
José Maria Higueros tiene 58 años y no sabe "cuándo perdió su hogar". Estaba trabajando de feria en feria cuando el virus lo paralizó todo y se quiso instalar de nuevo en el piso que ocupaba, en el barrio de Las Palmeras, pero "había 10 personas con familias que tenían más derecho" que él. Ahora duerme en Colón todas las noches, en una tienda de campaña que le llevaron un par de chicas hace unos días.
José María le dedica miradas de cariño al huerto que ha plantado en el centro de la fundación. "Mira, esto tengo que arreglarlo. Están muy juntas las plantas", dice mientras las señala. Encargarse de mantenerlo es su cometido y él está encantado porque se entretiene y se le pasan las horas "voladas". Confiarle una responsabilidad a estas personas, por pequeña que sea, son detalles que les ayudan a no hundirse. Estar en el centro, además del "cobijo y las necesidades" que les dan, hace que no beba porque allí "se lo tienen prohibido". Cuando cierran, a eso de las 17:00 o las 18:00, toca volver a Colón, un sitio que intenta evitar porque le obliga a beber para "perder la vergüenza" que le da vivir en la calle. "Cuando uno bebe, ya no siente nada y le da igual echarse a dormir en cualquier sitio", dice.
Un informe determinó en 2017 que en Andalucía había más de 1.700 personas sin hogar, alrededor de 300 en el caso de Córdoba, según ha recordado el delegado territorial de Políticas Sociales de la Junta, Antonio López. A raíz de estos datos, la Junta ha destinado este año un presupuesto anual de 360.000 euros para este centro de día y para viviendas de acogida gestionadas por otras asociaciones.
A pesar de que desde la Consejería no manejan datos referidos al perfil de las personas sin hogar, López ha señalado que "nadie está libre de pecado en este mundo", por lo que este problema puede afectar a "todos, indistintamente de su posición social o de su género".
Este centro lleva funcionando desde febrero de 2021, responde el presidente de la Fundación Proyecto Hombre en Córdoba, Jesús Tamayo. En activo hay 110 usuarios -de las que menos de una decena son mujeres- y a diario atienden a 40 personas, en dos turnos de 20 personas. Aquí tienen la posibilidad de cumplir un cupo de necesidades básicas que hace tiempo que se convirtieron en "privilegios": ducharse, lavar su ropa y coger otra nueva, o simplemente poder dormir sintiéndose tranquilos.
Las causas principales de las personas que se encuentran aquí son discapacidades física y mental, "sobre todo mental", afirma María del Carmen Choin, trabajadora social del centro. Estas discapacidades "no suelen ser reconocidas por la administración" y les impiden reinsertarse en el mundo socio-laboral. Además, en muchos casos se trata de personas con adicción a alcohol y drogas con signos de comportamiento "depresivo y solitario", completa Mari Carmen de esta manera el perfil de las personas que piden ayuda.
El número de mujeres es claramente inferior al de los hombres que pasean por el centro, aunque no existen evidencias de que haya más mujeres en esta situación. Mari Carmen lo achaca a una desigualdad en el mundo del hogarismo: "Hacemos búsqueda activa por la calle, les explicamos que vengan y nos dicen que sí, pero luego no aparecen". Para ella, existe una especie de tabú femenino por el que "sienten vergüenza de que las vean aquí ".
En la fundación, también trabajan en identificar en tareas de asesoramiento y orientación laboral, y en los trámites de regulación de muchas de las personas que vienen, que son "de diversas nacionalidades", relata Mari Carmen.
Jorge López, de 51 años, es otro de los usuarios que acude a este centro para desayunar y almorzar. En su caso, no hubo problemas de adicciones, pero sí refleja una situación familiar compleja que le ha hecho ir dando tumbos de una punta a la otra de la península. De Barcelona a Jerez, tras haberse quedado huérfano, se ha ganado la vida como vigilante de seguridad, pero desde hace cuatro años no tiene empleo ni hogar. Ahora está en Córdoba y gracias a la orientación que recibe de la fundación está buscando empleo y lo más importante, puede dormir, "afortunadamente", todas las noches en la cama de un albergue.
"No existe protocolo de admisión", afirma Tamayo. "El que quiera venir, basta con que llame a la puerta. Lo identificamos y charlamos con él tomando un café", invita.
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