Quirónsalud Córdoba advierte que el cuidado de la salud cardiovascular reduciría el 50% de las enfermedades del sistema circulatorio
Sanidad
Una especialista destaca que es "primordial" concienciar de la importancia de conocer los factores de riesgo y controlarlos, así como llevar un estilo de vida saludable
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Ser consciente de la importancia de cuidar la salud cardiovascular y poner en marcha medidas de autocuidado reduciría “drásticamente”, más de un 50%, la incidencia de las enfermedades del sistema circulatorio, por lo que es “primordial” concienciar a la población de la importancia de conocer los factores de riesgo cardiovascular y controlarlos, así como implementar un estilo de vida saludable, según ha destacado la doctora Soledad Ojeda, jefa de Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Córdoba.
La doctora Ojeda ha explicado, con motivo de la celebración mañana, 14 de marzo, del Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular, que las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo, cobrándose casi 18 millones de vidas cada año. En España la tasa de mortalidad atribuida a enfermedad cardiovascular es de 254 por cada 100.000 habitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad cardiovascular engloba una serie de trastornos que además de afectar al corazón, también afectan al sistema circulatorio y por tanto incluyen la enfermedad cerebrovascular, la arteriopatía periférica, así como la trombosis venosa y la embolia pulmonar.
La doctora ha destacado que el infarto y los accidentes cerebrovasculares son fenómenos agudos, provocados por la interrupción del flujo sanguíneo, habitualmente por acúmulo de placas de colesterol en la pared arterial. El depósito de este colesterol se produce por la combinación de una serie de factores de riesgo que vienen determinados por unos hábitos de vida no saludables como el consumo de tabaco y de alcohol, el sedentarismo, la obesidad, una dieta insana (alimentos con grasas saturadas, fritos, entre otros), junto con la presencia de hipertensión arterial, diabetes y dislipemia.
Está demostrado, ha afirmado la doctora, que el abandono del tabaco, la realización de ejercicio físico, seguir una dieta mediterránea rica en frutas y verduras, y la reducción de la ingesta de sal y de alcohol, disminuyen el riesgo de padecer estas enfermedades, así como el control de la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol.
Conocer el riesgo cardiovascular, prioritario
La doctora ha hecho hincapié en que este Día Europeo de la Prevención del Riesgo Cardiovascular debe servir para potenciar la concienciación de la población en la importancia del diagnóstico precoz y en el control de los factores de riesgo cardiovascular modificables. Controlar el colesterol, la diabetes o la hipertensión cuando ya se ha tenido un infarto o un ictus “es llegar tarde y potenciar la prevención conociendo nuestro riesgo cardiovascular es prioritario”.
En este sentido, ha recalcado que uno de los principales problemas que “solemos encontrarnos es que hay gran cantidad de pacientes en los que el diagnóstico de hipertensión, diabetes o dislipemia se hace cuando ya se ha producido un infarto o un ictus”, por lo que conocer los factores de riesgo cardiovascular y controlarlos, así como implementar un estilo de vida saludable es fundamental para prevenir y reducir la incidencia accidentes cardiovasculares.
Los síntomas más frecuentes del infarto agudo de miocardio son el dolor torácico que se irradia a la mandíbula, hombros y espalda y se acompaña de dificultad para respirar, náuseas, palidez, sudoración fría y en ocasiones, mareo o desvanecimiento. “En las mujeres los síntomas pueden ser más atípicos y puede debutar sólo como dolor en la espalda o dificultad para respirar. Es importante identificar los síntomas y acudir a un centro sanitario porque el diagnóstico precoz es fundamental para poder aplicar el tratamiento de reperfusión mediante la apertura de la arteria responsable mediante un cateterismo”, ha resaltado.
En el caso del ictus, los síntomas más frecuentes suelen ser la pérdida súbita de fuerza o sensibilidad, generalmente unilateral de brazo, pierna, cara, aunque a veces puede debutar con la pérdida de visión en un ojo, dificultad para caminar por pérdida de equilibrio, cefalea brusca e intensa o pérdida de conciencia. Al igual que ocurre en el infarto agudo de miocardio, “el tiempo es cerebro, por tanto, el diagnóstico y el tratamiento de reperfusión precoz influyen de manera muy significativa en el pronóstico y en la recuperación posterior”, ha señalado la doctora Ojeda.
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