Radiografía de la Córdoba más pobre: el Guadalquivir clama por su deterioro

Vecinos

Los vecinos denuncian la falta de ocio e infraestructuras y el abandono de las calles, espacios comunes y viviendas de esta zona con más de 40 años de historia

Es el segundo barrio con la renta más baja del municipio, solo por detrás de Las Palmeras

El deterioro del barrio del Guadalquivir de Córdoba, en imágenes

Ratas, goteras y grietas: los vecinos de la Manzana 14 del Guadalquivir de Córdoba denuncian su situación

Interior de la Manzana 14 del barrio Guadalquivir de Córdoba. / Juan Ayala

Al sur de la capital cordobesa, al margen izquierdo del río, se encuentra el barrio Guadalquivir. Fue a comienzos de los años 80 cuando el Ministerio de Obras Públicas de aquel entonces habilitó en esta zona más de 1.000 viviendas que a los pocos años pasaron a depender de la Junta de Andalucía. Familias de distintos barrios humildes de Córdoba se asentaron en este nuevo proyecto urbanístico que, 40 años más tarde, se encuentra sumido en el abandono y el deterioro.

Aceras levantadas con hierbajos entre sus losetas que sobresalen hasta un metro de altura; fachadas destrozadas y repletas de desconchones, grietas y humedades; basura acumulada a los márgenes; cocheras totalmente inhabilitadas; árboles sin podar y muchos otros sin plantar, y un largo etcétera que hacen la convivencia en el barrio sea "desesperante e incluso enfermiza", como señala Rafaela Pastor, que vive en la Manzana 10. Son muchos los vecinos que tiran la toalla ante esta situación, pues "esto es un sálvese quien pueda" y "el que económicamente puede, se va a vivir a otro sitio", explica.

La Asociación de Vecinos Amargacena, que desde 1984 lucha por tener un barrio digno, denuncia que no cuentan con centro cívico ni de día para sus mayores -tampoco uno de servicios sociales cerca-, que no tienen infraestructuras para desarrollar ninguna actividad de ocio ni deportiva, que la comisaría de policía cerró en 2020 por el Covid y no ha vuelto a abrir y que tan solo hay algo de comercio y bares en la calle paralela a la avenida de Cádiz, mientras que en el resto del barrio no hay ni tiendas de alimentación o ni un simple quiosco de prensa.

Según el informe Urban Audit del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicado el año pasado, el Guadalquivir está en la lista de los 15 barrios más pobres de España. Es, por detrás de La Palmeras, el segundo más pobre de toda Córdoba con una renta media por habitante de 7.488 euros. "Debería sonrojarles saber que hay barrios en su ciudad entre los más pobres de Europa", reivindica a las instituciones Rafaela Hidalgo, miembro de la Asociación Vecinal Amargacena.

Estado de una de las calles principales del Guadalquivir de Córdoba. / Juan Ayala

La institución, desesperada, denuncia a diario la situación de "insalubridad" con la que conviven los vecinos en el Guadalquivir ante los "cuidados deficitarios" de la empresa de Saneamientos de Córdoba (Sadeco), a la que le exigen "una intervención más profunda" en sus calles y en los parques y jardines "que están sin iluminación, sin plantas, llenos de plagas y rodeados de jaramagos que salen ardiendo muchas veces".

La insalubridad de sus calles se extiende a las viviendas. Desde 2017, la asociación vecinal lleva reivindicando una reforma integral en la estructura de muchos de los edificios del barrio, pues "se caen a pedazos, tienen grietas, humedades y goteras". Muchas se inundaron con las fuertes lluvias de la pasada Semana Santa: "Salía agua hasta de los enchufes", lamenta uno de los afectados. "Por no hablar de las plagas de orugas que escalan hasta las ventanas o las ratas, que en muchas viviendas aparecen a diario", explica Francisco Navarro, presidente de la Manzana 10, una comunidad cuyos portales "se hunden poco a poco".

Como precisa la asociación vecinal, aproximadamente la mitad de las viviendas del barrio pertenecen a la Agencia de Viviendas y Rehabilitación de Andalucía (AVRA) de la Junta. De todas ellas, el 80% son de alquiler y el resto han sido vendidas, por lo que "han dejado de ser viviendas sociales". La gran mayoría "no tienen ascensor", uno de los problemas más importantes para los vecinos, que alcanzan edades avanzadas, ya que los jóvenes "cada vez son menos".

Un ejemplo es el de Juan Abad. A sus 77 años y viviendo de la pensión, convive en un tercer piso sin ascensor en la Manzana 12 del barrio. Por el bien de su mujer, que está bastante débil de salud desde que pasó la pandemia, quiso mudarse a un bajo para evitar subir tantas escaleras y la Junta le concedió la entrega de una nueva vivienda. "Era un solar, estaba fatal, sin enchufes y destrozada", comenta enfadado, tanto que se vio obligado a rechazarla y a volver a la que sigue siendo su casa actualmente.

Un vecino señala una de las grietas de su vivienda en el barrio Guadalquivir. / Juan Ayala

Y es que las viviendas de segunda ocupación "las entregan destrozadas" y con muchos "desperfectos", como plagas, humedades y grietas, tal y como reivindica la presidenta de la Asociación Vecinal Amargacena, Isabel Márquez, quien está harta de esta situación que todavía es más grave en la Manzana 14. En esta comunidad en la que conviven 96 familias temen que "ocurra una desgracia", pues hay varios pisos que están repletos de grietas. Así lo advierte María Luisa, vecina del portal 4: "Esto cualquier día se nos cae", señala la vecina, quien además protesta porque "las paredes son de papel y hay ratas gigantes que entran en casa y no se asustan".

A la espera de que la Junta inicie este 2024 la rehabilitación de dos de los edificios más afectados por un importe de 700.000 euros y la redacción del proyecto para la instalación de ascensores en todos los bloques, tal y como ha asegurado a el Día la delegada territorial de Fomento, María del Carmen Granados, la asociación vecinal denuncia que "tanto el Ayuntamiento de Córdoba como la Junta de Andalucía van cada uno a lo suyo y tienen mucho desinterés", pues "no cogen el teléfono".

Una "dejadez" que está acabando con el barrio Guadalquivir y la convivencia de unos vecinos de clase trabajadora que no pueden más. Incluso hay familias que viven en los bajos de los edificios a pie de la carretera. Es la exclusión social en su máximo exponente.

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