“En las oficinas de farmacia no tenemos clientes, sino amigos”
Rafael Casaño. Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Córdoba
Este boticario, que regenta una farmacia en copropiedad con su padre, lleva 15 años ocupando distintos cargos en la institución colegial hasta que el pasado mes de abril llegó a la presidencia
Tras 15 años ocupando diferentes cargos en el Colegio de Farmacéuticos, Rafael Casaño llegó a la presidencia el pasado mes de abril, relevando a Práxedes Cruz. Cuando era niño se enamoró de esta profesión al ver trabajar a su padre desde la rebotica de su farmacia, ubicada en Ciudad Jardín y que ahora ambos tienen en régimen de copropiedad. Con el paso de los años esa pasión se ha ido acrecentando de forma que ahora, desde su cargo, va a batallar por la mejora de la profesión y, sobre todo, del servicio que presta a la sociedad.
–¿Por qué decidió dar el salto a la presidencia del colegio?
–Llevo 15 años ocupando distintos cargos y los últimos ocho he estado de tesorero con Práxedes, que decidió que ya era su momento. Vi el equipo con el que contaba y nos animamos a dar el paso porque conocemos el colegio, conocemos la profesión y nos sentíamos preparados.
–¿Qué objetivos se plantea para estos años?
–El objetivo fundamental es intentar suplir lo mejor posible al presidente que hemos tenido, uno de los mejores. Nos hemos planteado fundamentalmente temas de formación porque entendemos que el farmacéutico tiene una formación transversal, pero tiene que renovarse con el tiempo. El colegio tiene que establecer el entorno adecuado para que el profesional esté al día ya que eso va a repercutir en la salud del paciente. Un primer paso sería dar el entorno adecuado y un segundo incluso llegar a una recertificación de su colegiación. Otro objetivo es la red local. Hoy en día todas las oficinas de farmacia están conectadas online, por lo que necesitamos una red robusta, efectiva y segura. Luego, hay un tercer punto que es la farmacia rural. Las boticas que están en los núcleos muy pequeños están viviendo situaciones difíciles y tenemos que cuidarlas porque son las que garantizan el sistema para que cualquier población pueda tener medicamentos. En Córdoba hay poblaciones de menos de 400 habitantes que tienen oficina de farmacia y esos señores son el único referente sanitario que hay allí las 24 horas del día los 365 días del año. Eso requiere que se les cuide, que se les dé capacidad de tomar unas vacaciones, por ejemplo. Para eso hemos creado por primera vez una Vocalía de Farmacia Rural.
–¿A qué problemas se enfrentan los profesionales que trabajan en zonas rurales?
–Al no tener nadie que les sustituya, no pueden ni asistir a una boda, están las 24 horas disponibles. Y cuando no están, tienen una guardia localizada porque dejan su número de teléfono por si alguien los necesita. Tienen asumida una responsabilidad que es muy bonita, pero también muy dura de llevar en el día a día. Tenemos que buscarle soluciones porque tienen que seguir viviendo. Desde los colegios tenemos que buscar una manera de que tengan una vida personal unida a su vida profesional. Nos preocupan estas boticas que son la base del sistema, pero no tienen la capacidad económica para poder contratar a un sustituto. Por eso, el resto de farmacéuticos tenemos que ocuparnos de ellos.
–Quizás sea en estos establecimientos donde más claro se vea que la labor del farmacéutico va más allá de dispensar medicamentos.
–El objetivo es que las farmacias den servicio a la población; la farmacia del futuro será asistencial. Esto lo tienen claro los profesionales y precisamente fue en Córdoba en el año 2014 cuando se hizo una declaración en la que se creó la hoja de ruta de la farmacia española. Es una farmacia pendiente de las necesidades del ciudadano y no solo en el acto de la dispensación, sino en el sentido de darles planes de adherencia a su tratamiento o que esté cercana a las asociaciones de pacientes y conozca sus necesidades. Esa es la farmacia que queremos crear y que ya ha empezado.
–¿Se trata de una farmacia implicada en la comunidad?
–Sí, una de las cosas que más solicitamos a todas las administraciones es que nos tengan en cuenta. En Córdoba tenemos 406 oficinas de farmacia repartidas por la provincia. Somos el primer eslabón de la cadena sanitaria. ¿Dónde mejor se pueden hacer campañas enfocadas a la población? Estamos a disposición de la administración local y autonómica; tenemos una comunicación directa con el ciudadano, la formación adecuada y estamos deseando trabajar conjuntamente.
–Aunque ahora se hable de farmacia comunitaria, esa implicación se ha dado toda la vida.
–Siempre, pero ahora se le está dando forma. Somos mucho más visibles en ese sentido. Esa era la esencia de la farmacia. Tenemos la suerte de tener esa cercanía, pero también nos da la responsabilidad de responder ante la sociedad, conocer sus necesidades y darles ese servicio. La cercanía del ciudadano es la clave de la oficina de farmacia actual.
–¿Hay personas que sustituyen la visita al médico por una al farmacéutico?
–Al farmacéutico, que es experto en el medicamento, le cuentas cuál es tu problema y te puede recomendar si es mejor acudir al médico o te puede ayudar él mismo. Tenemos que diferenciar si una patología tiene suficiente entidad como para acudir al médico o no. Esto supone un ahorro del sistema y esa es la labor que hacemos todos los días.
–¿Cómo son los lazos que se establecen con los vecinos de la zona?
–Al final, lo que tienes en tu oficina de farmacia no son clientes, sino amigos. Los clientes van habitualmente y los terminas conociendo. Muchas veces se debate sobre si los farmacéuticos deben tener acceso a los historiales médicos. ¡Si ya lo conocen! Nosotros estamos todo el día con los pacientes, nos comentan sus problemas con el medicamento y sus historias. Independientemente de ello, sería interesante tener un acceso más directo. Tenemos varios proyectos en el colegio derivados de esa cercanía.
–Además, atendéis a muchos mayores...
–Claro, las personas mayores son las que más necesitan esta atención. Además, a veces tienen problemas de soledad y vienen, se sientan y te hablan. Esa labor de acompañamiento del farmacéutico es tan importante como la de dispensar medicamentos. En Córdoba tenemos un proyecto precioso llamado Faro que consiste en aprovechar esa capilaridad de las oficinas de farmacia para ayudar a los ciudadanos que tengan ciertas problemáticas, sanitarias o no sanitarias. Se trataría de crear una incidencia para avisar al Ayuntamiento o a los Servicios Sociales. Encajarlo es difícil, pero sería muy bonito ponerlo en marcha.
–Desde las farmacias habréis notado también cómo ha afectado la crisis a las familias.
–Durante la crisis ha habido problemas y se han dejado de tomar algunos medicamentos que no estaban en el catálogo de la Seguridad Social. Eso es evidente. Pero es cierto que los medicamentos que están dentro de la prestación farmacéutica son muy variados. Tenemos un arsenal terapéutico envidiable. Por otro lado, a través de nuestra fundación hemos luchado por determinados casos y transmitido a la Administración los problemas de familias que no podían pagar ciertos medicamentos en un momento determinado. Y se han solventado. Es inevitable que eso se produzca.
–¿Qué le ha aportado esta profesión a nivel personal?
–Tengo una copropiedad con mi padre en Infanta Doña María, en Ciudad Jardín. La oficina de farmacia tiene 62 años, entonces yo he visto cómo mi padre era el referente del barrio desde que este surgió. Conoces los problemas de todos, se forma una familia. Yo me enamoré de esta profesión en el día a día, en la rebotica y el laboratorio. A partir de ahí hice la carrera en Granada, compré la mitad a mi padre y estamos como copropietarios.
–¿Las farmacias suelen ser negocios familiares?
–Suele ser por lo que comentaba; los hijos ven ese ambiente y les atrae. Ahora las nuevas farmacias salen a concurso por Real Decreto según las necesidades de las poblaciones. En ese sentido, Córdoba está muy bien atendida porque tenemos oficinas en núcleos de unas 400 personas. Algunas farmacias son VEC, es decir, que tienen viabilidad económica comprometida. Entonces, hay que buscar un modelo por el que las que salgan tengan capacidad de autogestión, sino estamos creando un problema. En eso estamos y por eso la farmacia rural es una de las grandes metas que tenemos en este colegio.
–¿Qué momento vive la profesión farmacéutica en Córdoba?
–En Córdoba somos 1.130 colegiados. Hay de distintas especialidades como en hospitales, distribución, analistas... La mayoría son de oficina de farmacia, como es lógico. El 70% son mujeres; tenemos una profesión altamente femenina. La media de edad está entre los 40 y 50 años. Además, apenas hay paro en esta profesión, en torno al 10%, y de ellos la mayoría está opositando para ser farmacéutico de la Administración. Respecto a las oficinas, tenemos 406 distribuidas por toda la provincia. De estas, hay más de una treintena en núcleos con menos de 1.000 habitantes. Nuestra petición es que tengan en cuenta los proyectos que tenemos.
–¿Cuáles son esas iniciativas?
–A nivel de Córdoba estamos trabajando en el Programa Personalizado de Dosificación (SPD) preparada para personas mayores. Esto se conoce poco, pero el farmacéutico quiere promocionarlo y hemos pensado en hacerlo a través de la Diputación de Córdoba para que llegue a todos los municipios de la provincia. Económicamente es viable porque en muchos mayores hay falta de adherencia al tratamiento, lo que provoca problemas de salud. Por otro lado, en pleno siglo XXI, con una red perfecta de lectura de tarjetas sanitarias, la comunicación entre médico y farmacéutico no es como debería ser. Este proyecto es a nivel andaluz, pero desde el Colegio de Córdoba ya nos hemos sentado con los responsables del Hospital San Juan de Dios. Hoy en día no podemos decirle a un paciente que llegue con un problema de fecha o de información en su receta que vuelva al médico a solventarlo porque no podemos dispensarle ese medicamento. Es increíble que esto ocurra en la actualidad teniendo las redes que tenemos. Estamos trabajando y no vamos a parar hasta que lo tengamos primero con los privados, y luego lo llevaremos al Consejo andaluz.
–En su momento, la receta electrónica ya sería un alivio...
–Lo ha cambiado todo porque reduce los errores a cero en la dispensación. Ha evitado que los pacientes tengan que ir al médico de forma periódica solo para que le recete su tratamiento de larga duración. Esto lo hicimos a pulmón los farmacéuticos. Han pasado 20 años y los profesionales de la sanidad andaluza fuimos los primeros en poner en pie la Receta XXI. La primera vez que oímos sobre ella pensamos que era imposible sacarla adelante; pero salió andando, así que algo hicimos bien. Sin embargo, han pasado muchos años y como todas las cosas necesita inversiones. Fue un hito, pero nos estamos quedando atrás.
–Son muchas iniciativas...
–Sí, y hay más. La formulación magistral tiene que estar en la Receta XXI. La formulación magistral es cuando te prescriben una fórmula para ti en especial porque ese medicamento no está comercializado en esa proporción. Eso está salvando también muchos casos de desabastecimiento. Si conseguimos registrar las formulaciones más usadas, porque son infinitas, le daría facilidad al médico a la hora de prescribir.
–Precisamente el desabastecimiento es uno de los problemas que han tenido las farmacias cordobesas y andaluzas. ¿Cómo está ahora mismo la situación?
–Ahora mismo se están resolviendo. El farmacéutico es un sufridor de esta situación y está haciendo una labor de informar y dar alternativas. El problema de salud pública viene cuando no hay ninguna sustitución posible y son casos muy reducidos. El desabastecimiento real viene cuando, para una determinada patología, no hay ese medicamento ni alternativas. Se ha creado el Centro de Información de Suministro de Medicamentos (Cismed) con la intención de conocer al minuto las faltas que hay y comunicárselo a la Agencia Española del Medicamento. Ha sido un gran éxito. Hay muchos motivos que están provocando esto: la globalización hace que muchos laboratorios lo hagan todo en una sola planta y como falle se para la producción, las materias primas, la política de precios... En Andalucía han llegado a faltar más debido a la subasta.
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