Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Entrevista a Rafael Revuelto | Presidente del Banco de Alimentos Medina Azahara Córdoba
El antiguo matadero de Córdoba parece un coso taurino tanto por fuera como por dentro. Allí coge Rafael Revuelto el toro por los cuernos. Con 64 años dio el salto a la presidencia del Banco de Alimentos Medina Azahara de Córdoba el pasado mes de junio, tras más de una década como voluntario. En su mandato le tocará lidiar con tiempos líquidos, mientras afronta el reto de impulsar una renovación en tres aspectos en una de las fundaciones solidarias que están más presentes en la agenda cordobesa: el cambio de la donación física por la donación económica, recuperar el gran volumen de voluntarios y dar una salida laboral a los más necesitados.
-Ha asumido la presidencia del Banco de Alimentos en un contexto económico que, a nadie se le escapa, es bastante complicado.
-Bastante, la verdad es que ahora mismo estamos en un momento muy delicado. No sabemos todavía las cifras, pero se va notando poco a poco que va subiendo el número de personas necesitadas, con lo cual necesitamos más alimentos. Esperamos que con la Gran Recogida entre una gran cantidad para poder paliar de alguna manera todas estas necesidades que hay.
-Se han ido encadenando una serie de circunstancias como la pandemia, la guerra, la escasez y la inflación, que quizás han ido haciendo una bola demasiado grande.
-De alguna manera, las necesidades provocadas por la pandemia estaban ya bastante encauzadas gracias a la gran cantidad de personas solidarias que aportan sus donativos. Luego llegó la guerra y toda esta inflación que continúa disparándose, lo que ha provocado y provoca que las personas, en definitiva, estén viendo mermados sus sueldos con el precio de la luz y el del agua, las hipotecas, lo que supone tener necesidades.
-¿Usted ha sido voluntario antes que presidente?
-Sí, yo llevaba 15 años como voluntario y sigo en activo trabajando a diferencia de la gran mayoría de voluntarios que hay aquí, de los que casi un 99,9% están jubilados. Al estar en activo, yo me dedicaba a la recogida solamente los fines de semana. Asumí el reto gracias al equipo que hay en la junta del Banco, gracias al equipo de voluntarios y gracias al equipo que hay de administrativos y en el almacén, esos sí que son empleados..., gracias a ellos se está moviendo todo lo que que movemos en el Banco. El año pasado con casi tres millones de kilos de alimentos se atendió a unas 27.000 personas y estamos trabajando con 248 asociaciones en Córdoba y provincia.
-El sector al que usted se dedica profesionalmente, el financiero y de seguros, es diferente a su labor en el Banco. Leí que el presidente del Banco de Alimentos de Sevilla también trabajaba en la banca...
-Sí, son cosas totalmente diferentes. Uno desempeña un trabajo porque es necesario, ¿no?, para vivir, para que la economía funcione. Yo diría que la diferencia es que esto es más por vocación.
-¿Y existe alguna relación?
-Bueno, ambas cosas van dirigidas a las personas, aunque como sabrá en el Banco no trabajamos directamente con las familias, sino con las asociaciones que son quienes destinan luego los alimentos a las personas. En cierta medida, la manera de dirigir el Banco es como la de dirigir una empresa. Aquí hay que clasificar cada producto que nos llega, hablar con asociaciones y entidades y saber gestionar los recursos.
-Se dice con frecuencia, sobre todo en boca de los políticos, que Córdoba es una ciudad muy solidaria. ¿Es un cliché o es verdad?
-Córdoba es muy solidaria, la verdad que lo es de una manera impresionante. Cuando se necesita ayuda, la gente echa una mano y el hombro completo. Yo he tenido momentos muy gratos de familias que han estado ahorrando todo el año expresamente para la Gran Recogida de Alimentos que hacemos en diciembre o gente que no se le veía con capacidad para poder derrochar, que te ha llegado con dos carritos llenos de aceite..., en esos casos es cuando ves la mano de la persona solidaria.
-¿Han disminuido las donaciones ahora?
-Se está notando una disminución de las donaciones voluntarias. Tenga en cuenta que con la pandemia la mayoría de las personas que sostenían a las familias eran por regla general los pensionistas, los abuelos. ¿Qué ocurre? Teníamos una luz y el agua con precios más baratos, además de que también los productos de la compra, por ejemplo, estaban a precios más baratos, pero ahora eso se está encareciendo y no está ocurriendo con unos sueldos acordes a ese encarecimiento. Las capas sociales se están empobreciendo y esos abuelos que sostenían a las familias tienen ahora mucha más dificultad para hacerlo.
-¿Donaciones de dinero mejor que donaciones de alimentos?
-Sí, eso es una de las cosas que ahora mismo estamos intentando, que haya donaciones económicas al pasar por caja, porque nos da solvencia para comprar productos que realmente necesitamos. Cuando recogemos alimentos físicos, en gran parte estamos hablando de arroz y pasta, por nombrar algunos; sin embargo, no se tiene en cuenta que esos productos necesitan un complemento. Tú no puedes comer un arroz viudo o una pasta viuda. Por eso ahora estamos intentando hacer una llamada más fuerte a las donaciones económicas. De alguna manera, esos ejemplos que le he puesto antes van quedando en una anécdota muy a nuestro pesar. Aunque hay muchas personas que no conciben hacer la donación monetaria, no saben el bien que nos harían si la hicieran. Yo lo entiendo y, además, a mí me gusta más el espíritu voluntario de esa persona que se presta a recoger ese alimento, pero siendo un poco selectivo con la necesidad que tenemos de llegar a nuestro beneficiario último, nos viene mejor la parte económica.
-Creo que muchos se habrán preguntado a dónde van tantos kilos de pasta que se obtienen en esas super recogidas, sin ese complemento del que habla.
-La verdad es que con la pandemia todo eso se acabó. Desgraciadamente hubo que repartirlo porque había necesidad. A partir de ahí, como los años siguientes fueron donativos monetarios, ya empezamos a comprar toda la alimentación que realmente necesitábamos. De hecho, así lo estamos haciendo con todo lo que nos ha entrado de la Comunidad Europea.
-Es una paradoja ver cómo crecen las colas en los comedores sociales y, a la misma vez, la cantidad de comida que se tira a la basura.
-Hay una Ley de Desperdicio Cero que va a entrar en vigor el día 1 de enero de 2023, que obliga [dice entre comillas] a los supermercados, bajo fuertes multas, a que no se puedan tirar alimentos. Nosotros ya tenemos centros como Mercadona, El Corte Inglés, Carrefour, Aldi o Lidl que nos están donando los alimentos a los que les quedan poco tiempo y una serie de asociaciones que van día a día a recoger esos productos. Nosotros tenemos un equipo volante que inspecciona que esos alimentos se estén entregando en debidas condiciones. Luego, los comercios nos pasan unos albaranes con los productos que se han retirado y nosotros ya sabemos con lo que tenemos que complementar a ese tipo de asociaciones
-Hablamos de alimentos que estarán a punto de caducar.
-Correcto. Son alimentos a los que les faltan días, pero que si les caducan no es que tengan que tirarlos, es que hay que destruirlos y eso tiene un coste para esas empresas, porque Sadeco no cobra a coste cero destruir esos alimentos. Por tanto, prefieren repartirlos porque se ahorran dinero y también papeleo, ya que se quitan de encima toda esa parte administrativa y burocrática que supone.
-Otras veces se ha puesto el ejemplo de las franquicias justificando que no podían dar comida por requisitos sanitarios.
-Eso es la famosa trazabilidad de los alimentos. Precisamente con esta ley estamos queriendo poner en marcha un proyecto para contactar con caterings y franquicias porque ellos se encuentran de alguna manera con que no pueden repartir estos alimentos porque, para no tirarlos, tienen que entregarlos en unas condiciones muy especiales, ya que, por ejemplo, no puedes entregar un alimento caliente a una familia porque durante el camino sufre un proceso. ¿Qué ocurre? Poder realizar ese tipo de entregas conlleva una serie de trabajos muy costosos para las empresas. Normalmente en los bares tienen muy aquilatado su gasto, pero el tema ahí puede estar más en caterings, en hoteles o grandes restaurantes que pueden tener más excedentes en una boda o celebraciones de ese tipo.
-Por resumir, las expectativas que tienen con la Ley de Desperdicio Cero son buenas.
-Son buenas, aunque ahora mismo las entidades no tienen hecho un control y nos están entregando más alimentos, pero a medida que pase el tiempo irán ajustándose mucho más para que haya que entregar lo menos posible o tirar lo menos posible. Además, por lo que explicaba antes, eso es una economía que grava a la empresa.
-¿Qué perspectivas tienen para el otoño-invierno?
-Nosotros esperamos que tanto en la provincia de Córdoba, como a nivel nacional, siga habiendo esa solidaridad y contamos con tener una serie de recogidas y de donativos económicos que nos permitan tener un colchón para seguir comprando alimentos.
-¿De qué hablamos en cifras cuando se habla de la Gran Recogida?
-De entre 150.000 y 200.000 kilos en toda la provincia. El año pasado la cantidad descendió bastante porque fue solamente a través donativos económicos. Por eso este año se ha pensado en hacerlo mixto: durante dos días, el 25 y 26 de noviembre, se va a hacer con personas presenciales en las líneas de caja de los supermercados; y el resto de días, la mayoría de las entidades van a poner a sus trabajadores a seguir recaudando. Pero, ojo, es muy importante que el donante sepa que ese dinero se queda ahí en depósito, en el supermercado que sea, y después nosotros compramos alimentos en ese establecimiento con ese importe.
-Entonces me imagino que habrá sido fácil cerrar los acuerdos con los supermercados.
-Sí, lógicamente es una venta mayor para los supermercados, pero también tienen que hacer una labor extra sus trabajadores. Algunas entidades incluso incentivan al trabajador para que recuerde al cliente que puede hacer su aportación económica al Banco de Alimentos. Antiguamente les conllevaba mucho trabajo de logística, de prepararse para la Gran Recogida y luego, en algunos casos, para traernos los alimentos aquí al Banco. Con la parte económica les supone menos trabajo.
-Por lo que comentaba antes, percibo que debe haber un receso en el número de voluntarios.
-Sí, hay un receso y de hecho la Fesbal (Federación Español de Bancos de Alimentos) está haciendo una campaña para captar más voluntarios. Yo quisiera que de esta entrevista se recalcasen tres cosas: lo primero, el hecho de donar, porque hay muchas personas detrás que van a recibir; lo segundo, la donación económica, por lo que he comentado antes; y la tercera es que haya personas que quieran venir a ser voluntarios. Nosotros teníamos voluntarios de varias entidades como el Hogar del Pensionista que, debido a la pandemia, se retrayeron. Eso y que las entidades tampoco querían que hubiera aglomeraciones en sus locales.
-¿Falta un relevo generacional?
-Eso es lo que queremos fomentar. La mayoría de los voluntarios vamos teniendo una edad. El presidente que estaba antes que yo tenía 81 años, el vicepresidente va a cumplir 82, y de la junta directiva, la mayoría, están entre los 70. Necesitamos un relevo generacional; la pena que me da de esta pandemia es que tuvimos que quitar el voluntario físico, personas que nos llegaban procedentes gracias al fomento del voluntariado que hacían, por ejemplo, catequistas y profesores de instituto.
-No sé si hablan muy bien de los jóvenes esas edades que comenta.
-Bueno, tenga en cuenta que el Banco de Alimentos trabaja principalmente por las mañanas, justo coincide con las clases de universidad y los horarios de los trabajos. Yo soy un férreo defensor del voluntario joven y aquí hay muchísimos y muy voluntarios.
-¿Han recibido más solicitudes de ayuda en este 2022 que en el año pasado?
-En 2021 se atendieron a 27.000 personas más o menos. Esperemos que no crezca. Ojalá este servicio social se acabase, pero me temo mucho que, por desgracia, no se va a acabar. Yo estoy metido en otras asociaciones como Cáritas, salimos por la noche a repartir bocadillos y demás, y la población necesitada por la noche también está creciendo.
-¿Y el perfil de las personas necesidades cómo está evolucionando?
-Nosotros aquí directamente no los vemos porque trabajamos con entidades, pero sí nos consta que cada vez están llegando más personas jóvenes con más necesidades, incluso matrimonios que están trabajando. Con la inflación hay familias que no les alcanza para pagar todo lo que tienen que pagar.
-¿Qué retos tiene por delante el Banco de Alimentos en Córdoba?
-Tenemos varios. Uno de ellos es la formación para todo ese beneficiario, porque el Banco lo que no pretende ser es la despensa de por vida de una casa. Entonces tenemos que ayudar también a que esas personas se organicen y cubran sus necesidades autónomamente. En otros bancos de España se están realizando cursos de formación con entidades. Otro de los retos es digitalizar el Banco, pero en mente y, no en un tiempo muy lejano, empezaremos a trabajar en esos cursos.
-¿Formación laboral de qué rama?
-En Málaga es donde más desarrollado lo tienen. Van buscando camareros de planta, de habitación, y nosotros ofreceremos también esos cursos o bien de reponedor, de mozo de almacén,..., e iremos hablando con las empresas para que puedan hacer prácticas en empresas.
-Es un reto ambicioso.
-Bastante ambicioso y también un reto muy bonito. Por cada persona que consigamos sacar de esas listas del hambre habrá merecido la pena nuestro trabajo. Cada persona que consigamos sacar de las listas del hambre será un triunfo.
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