Ramadán entre azahares

El inicio y el fin del ayuno lo establece, a simple vista y sin tecnologías, un comité de sabios cuando aparece un hilo de luna en el cielo

Musulmanes durante un rezo en la Mezquita de El Morabito.
Alba Córdoba

12 de julio 2015 - 01:00

Cuando cae el sol, Córdoba queda embrujada, los musulmanes que respetan y predican el Ramadán rompen el ayuno hasta la primera luz del día. El silencio reina en el Paseo de Colón y lo único que puede oírse es la llamada a rezar, como una especie de retahíla en árabe, de un miembro de la comunidad musulmana. Una gran alfombra cubre la entrada de la pequeña mezquita y unos treinta musulmanes se disponen a comenzar la oración. Una simple habitación llena de alfombras puede convertirse en una mezquita, que cada cual intenta decorar a la semejanza de los grandes templos. Cinco minutos después, El Morabito se viste de gala para recibir la llegada del iftar o ruptura del ayuno. Se prepara la comida y antes de la cena principal se reparten unos dátiles para preparar el cuerpo a la ruptura de la continencia. Para cenar una sopa sabrosa y contundente, rica en nutrientes para compensar la falta de estos durante el día. Para acompañar, de postre, dulces típicos con almendras, piñones, dátiles y miel, que esperan la caída del sol para ser degustados. Las familias van y vienen para acudir a rezar y compartir la fe. Salen a tomar la luna en lugar del sol y a las dos de la madrugada realizan la segunda comida, el suhoor. Sobre las tres, las calles se deshabitan y la actividad nocturna se paraliza. A parte de las cinco oraciones habituales, durante el Ramadán se añade una oración más a media noche y el resto son oraciones voluntarias.

Durante un mes, concretamente el noveno en su calendario, los musulmanes deben ayunar hasta que aparece un hilo de luna en el cielo. Esa debe ser, según los preceptos islámicos, la hora a la que finaliza cada día el ayuno (el saum). Estos días la abstinencia es total: de cualquier comida, bebida, relaciones sexuales o humo. Además, tampoco pueden enfadarse ni decir palabras malsonantes, ya que eso supondría una ruptura del Ramadán.

Este año, los fieles ayunan durante uno de los meses más complicados del año -comenzó el 18 de junio y finalizará el 17 de julio- en el que su continencia dura casi 17 horas y media consecutivas. Los musulmanes afincados en la capital cordobesa sobrellevan un clima extremadamente caluroso, típico de la región en estas fechas, a lo que hay que sumar la incesante ola de calor que acecha a la provincia desde hace algo más de una semana. "Es cierto que el Ramadán durante los meses de verano es mucho más duro, lo que exige más fuerza de voluntad que en cualquier época del año", recalca Mohamed, joven estudiante de Traducción e Interpretación de la Universidad de Córdoba. Sin embargo, los mahometanos disfrutan esta festividad y esperan ansiosos la llegada de este mes. "Sin duda alguna es duro ayunar en estas épocas del año, por las altas temperaturas y porque el día es mucho más largo, sin embargo, es el mes más importante para todos los musulmanes y lo recibimos con ilusión. La fe nos ayuda a soportar el calor", acentua Hanif Escudero, secretario de la Junta Islámica de Córdoba.

"Cada cosa tiene una primavera y la primavera del Corán es el Ramadán". Este verso, atribuido al profeta Mahoma, demuestra la importancia de este mes para los fieles y practicantes musulmanes, llamados a emprender un viaje hacia la pureza espiritual. "El Ramadán se hace para que uno mejore su estado vital y purifique su alma. Además, nos ayuda a ser consciente de que hay personas que viven el ayuno por circunstancias de la vida", apunta Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica. Ella se convirtió al islam allá por el año 1994 y recalca que lo que le llevó a transformarse fue "la coincidencia de los valores de la religión con sus ideales adquiridos". Romero está casada con un cristiano y asegura que en su casa "lo que procede es el respeto, por eso ha sido posible conciliar esta relación".

El Ramadán es a los musulmanes lo que el Hanuka para los judíos y la Navidad para los católicos y su final es celebrado. Esta clausura es conocida como Aid el Fitr (fiesta del desayuno). Los dos momentos claves de esta fecha son la oración y la entrega a los pobres y necesitados de una limosna, generalmente comida. Los más pequeños reciben regalos como si se tratara del Día de Reyes en España y los adultos disfrutan de un aperitivo compuesto, sobre todo, de dulces. "Es un momento de celebración y disfrute de la compañía de tus seres queridos. Además, ofrecemos a los más necesitados una parte de nuestra comida", remarca Hanif Escudero.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último