Talavante y Ginés Marín triunfan a medias con unos flojos toros de Cuvillo
3PRIMERA CORRIDA DE TOROS la Feria Taurina de nuestra señora de la Salud
Dos orejas para el diestro pacense, una en cada toro, y otro apéndice para el jerezano afincado en Extremadura en tarde en que El Juli se mostró inhibido y con pocos recursos
FERIA DE LA SALUD Ganadería: Seis toros de Núñez del Cuvillo. Justos de presentación y de pobre juego. Descastados y sin fuerza. Alguno impresentable para una plaza de primera categoría. TOREROS: EL JULI (sangre de toro y oro). Silencio y silencio. ALEJANDRO TALAVANTE (bungavilla y oro). Oreja y oreja tras aviso. GINES MARÍN (azul celeste y oro). Vuelta tras petición y oreja.INCIDENCIAS: Feria de la Salud de Córdoba. Corrida de toros. Segundo festejo de abono. Poco menos de dos tercios de entrada en tarde de temperatura agradable en la que molestó el viento en ocasiones. Entre las cuadrillas destacaron Juan José Trujillo y Javier Ambel. Tras la lidia del cuarto toro se lanzó al ruedo un espontáneo que tras arrojar unos pasquines fue retirado del ruedo por el personal de servicio de la plaza.
El festejo de ayer tuvo que ser recompuesto a primera hora de la mañana. Finalmente, el anunciado Morante de la Puebla, no se recuperó a tiempo de sus dolencias y tuvo que ser sustituido por Ginés Marín, de alternativa reciente, y quien dejo buen recuerdo el mes pasado en el Festival Benéfico contra el Cáncer. A pesar del contratiempo, la plaza registro una notable entrada. El público asistente tenía gana de toros y estuvo durante el festejo muy predispuesto al aplauso y a pasar una buena tarde. Pero como en tantas ocasiones, el juego de los toros lidiados dio al traste con la expectación. La corrida enviada por Núñez del Cuvillo a Córdoba dejó mucho que desear. Ya se sabe que cuando el toro falla, la fiesta se derrumba. Motivo por el cual, el festejo de ayer quedo con un sabor agridulce entre espectadores y aficionados.
Triunfador en cuanto a número de trofeos cortados resultó Alejandro Talavante. Una oreja cortó a cada uno de sus oponentes. Incluso en su primero hubo ligera petición de un segundo apéndice. El extremeño atraviesa por un dulce momento, lo que hace que ande ante los toros con una facilidad pasmosa. Su labor tuvo lo apuntado. Facilidad, mucha facilidad. En su primero, que resultó el mejor de la suelta -no porque fuera un dechado de virtudes, pero ya se sabe, en país de ciegos, el tuerto es rey-, estuvo Talavante en su mejor versión. Le cuajó una faena variada. Mejor al natural, donde tuvo mejor acople, aunque abusó de l toreo el linea recta y pocas apreturas. El epílogo del trasteo tuvo improvisación, que el público muy predispuesto agradeció. Mató de forma rápida y a sus manos fue la primera oreja de la tarde. En su segundo, de pobre juego, estuvo en la misma línea. Faena larga en la que primó la cantidad sobre la calidad. Las mismas virtudes y los mismo defectos. Aun así, y a pesar del mitin del puntillero, obtuvo otra oreja a su segundo.
Ginés Marín tiene la hierba en la boca. Es un torero muy nuevo. La de ayer fue su primera corrida de toros en España tras su alternativa en Nimes, en la que resultó herido. Por lo tanto, su actuación suponía también su reaparición. Marín trae la frescura que da lo novedoso, lo que hizo que el público enseguida simpatizase con él. Estuvo toda la tarde con mucha entrega. Intenta hacer las cosas con sentido y buen gusto. Ya lució en un quite por gaoneras al segundo de la tarde, con mucha quietud y verdad.
Pudo cortar una oreja en su primero, al que recibió con unos templados lances a pies juntos rematados por una media verónica primorosa. Brindó la faena al publico y enseguida plantó cara a su oponente. Su voluntad le hizo exigir en exceso al toro, quien hizo además de venirse a menos. Tuvo la gran virtud de atemperarse, para hacer que el animal tomase aire entre tandas, por lo que la faena comenzó a tomar consistencia. Largos resultaron los muletazos, los cuales en ocasiones, no todas, resultaron limpios y ajustados. Un pinchazo antes de una estocada le privó de cortar la oreja. En su segundo volvió a estar entregando ante un animal que no tuvo virtud alguna. Se inventó una faena con mucha voluntad. Esta vez sí viajó el acero de forma acertada y fue premiada con una oreja, que pudo resultar excesiva, pero que premió su labor en conjunto.
Del Juli, poco que decir. Es cierto que no tuvo toros, pero su actitud no fue la propia de quien se dice ostenta un puesto privilegiado en el toreo actual. Su paso por Madrid, de poca brillantez, le puede pesar en el ánimo, pero no justifica su faena en Los Califas en la tarde de ayer. Apático, inhibido, aburrido, y aburriendo toda la tarde, se ausentó ante sus dos toros. Lo mejor fue que al menos tuvo brevedad con los aceros. Mejor así.
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