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El Teatro Góngora acoge este viernes La Ternura, una ingeniosa y fresca comedia de enredo escrita y dirigida por Alfredo Sanzol, un reconocido hombre de teatro que con esta aplaudida obra pretende trasladar al espectador la imposibilidad de protegernos del daño que produce el amor, pues si queremos amar nos tenemos que arriesgar a sufrir.
El texto es un homenaje al teatro isabelino inspirado en las comedias de Shakespare, de las que se pueden encontrar abundantes referencias a lo largo de esta hilarante función que juega con el engaño, la magia y la aventura, los cambios de identidad y la confusión de los personajes.
La Ternura, de la que se ha estrenado hace pocos meses una versión cinematográfica, es una comedia de leñadores y princesas protagonizada por Llum Barrera, Ana Cerdeiriña, Sandra Ferrus, Markos Marín, Elías González y Carlos Serrano. Un reparto distinto pero tan atinado como aquel que trajo al escenario del Gran Teatro este montaje en octubre de 2017 y que recibió entonces una calurosa acogida por parte del público y la crítica local.
La obra cuenta la historia de una reina algo maga y sus dos hijas que viajan en un navío de la Armada Invencible obligadas por Felipe II a casarse en matrimonios de conveniencia con nobles ingleses, una vez que se lograse con éxito la proyectada invasión de la Pérfida Albión. La Reina Esmeralda odia a los hombres porque siempre han condicionado su vida y le han quitado la libertad, así que no está dispuesta a que sus hijas tengan el mismo destino que ellas.
Cuando la Armada pasa cerca de una isla que la reina considera desierta crea una tempestad que hunde el barco en el que viajan. Su plan es quedarse a vivir en esa isla con las princesas para no volver a ver a un hombre en su vida. El problema es que eligen un lugar en el que desde hace veinte años viven un leñador con sus dos hijos, llegados allí huyendo de las mujeres.
En cuanto la reina y sus hijas descubren que no están solas se visten de hombres para protegerse, y aquí comienzan las aventuras, los líos, los enamoramientos y las confusiones. Ante los espectadores, islas desiertas, naufragios monumentales, reyes frágiles y reinas soñadoras, leñadores miedosos y pastoras tempestuosas, seres mágicos, situaciones imposibles, amores posibles, pasiones desatadas, odios irracionales, deseos incendiarios, giros sorprendentes, apariciones, desapariciones, encuentros, desencuentros y un deseo que une a todos. El deseo de encontrar “la ternura”, como, donde y con quien sea.
Para el autor y director del espectáculo este habla de la fuerza y la valentía para amar. Y la ternura es la manera en la que el amor se expresa y se ve. “Son -dice- las caricias, la escucha, los pequeños gestos, las sonrisas, los besos, la espera, el respeto, la delicadeza. Una sociedad sin ternura es una sociedad en guerra”. Los personajes “expresan sus emociones de manera descarnada y son extremos en sus pasiones. Para ellos la vida no es algo que se pueda desaprovechar”, destaca Sanzol, que tiene en su haber un Premio Max y el Premio Nacional de Literatura Dramática.
“Creo -afirma el dramaturgo- que en La Ternura se ve la influencia de varias comedias de Shakespeare, sobre todo de La Tempestad y de Noche de Reyes. También de Como gustéis, Mucho ruido y pocas nueces y el Sueño de una noche de verano”. Incluso hay un pequeño juego interno dentro de la representación en el que se nombran las 14 comedias del autor inglés, que no es el gran referente de la comedia universal pero se considera que sí inaugura muchas de las tramas, estilos e incluso géneros que se van a desarrollar en torno a ella, como la farsa, la alta comedia y la tragicomedia.
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