La Torre de la Catedral permite ya ver Córdoba "desde el cielo"
El obispo anima a disfrutar de unas vistas "únicas" y desde "la perspectiva de la fe" con motivo de la reapertura después de 24 años del nuevo atractivo turístico de la Mezquita-Catedral
Estar en el patio de los Naranjos, escuchar el repique de las campanas y mirar, como si de un acto reflejo se tratara, hacia la Torre Campanario de la Mezquita Catedral es uno de los gestos más repetidos por todo aquel que visita este monumento, referente de turístico de la ciudad. Desde ayer, además de poder contemplar este elemento arquitectónico desde abajo, se ha abierto para los visitantes una nueva perspectiva, la que ofrece esta torre pero desde uno de sus puntos más altos, a unos 40 metros de altura. Fue hace 24 años la última vez que los turistas pudieron subir por las estrechas escaleras del que fuese alminar en la época del Abd Al-Rahman III, pero poder disfrutar de unas vistas únicas de la ciudad es de nuevo posible, tras la conclusión de los trabajos de adecuación y de mantenimiento llevados a cabo por el Cabildo Catedral y liderados por los arquitectos conservadores del templo, Gabriel Ruiz Cabrero, Sebastián Herrero y Gabriel Rebollo.
El obispo, Demetrio Fernández, acompañado por el deán presidente del Cabildo, Manuel Pérez Moya, fue ayer la primera persona que subió los peldaños de la torre campanario para contemplar Córdoba "desde el cielo", una perspectiva que, según dijo, va a ofrecer a los turistas y a los cordobeses "ver las cosas de otra manera", pues "se nos ofrece otra perspectiva", a través de "la fe, desde arriba, desde Dios". El prelado mostró su satisfacción por el "extraordinario" trabajo realizado por el equipo de arquitectos del templo, pues insistió en que la apertura a las visitas de la torre campanario tiene en estos momentos un significado muy especial al coincidir con el 775 aniversario de la Catedral y con los 30 años de la declaración por la Unesco de la Mezquita-Catedral como Patrimonio de la Humanidad.
El Cabildo expresó su compromiso de volver a abrir a las visitas el antiguo alminar y posterior torre campanario a finales del año 2013, ya que, tal y como aseguró Pérez Moya, es uno de los lugares "más singulares del templo", que a su vez permite al visitante apreciar "la belleza de Córdoba y de su Catedral". El objetivo principal de la apertura de este nuevo atractivo turístico es, según dijo Pérez Moya, "contribuir a alargar la estancia de los turistas" en la ciudad, aunque las limitaciones de este elemento hacen imposible que todo aquel que visite el templo (el año pasado lo visitaron 1,4 millones de personas) pueda acceder a la torre, de ahí que se haya optado por entradas independientes.
La torre de la Mezquita-Catedral está abierta desde ayer para acoger pases para 20 personas cada media hora, desde las 9:30 y hasta las 17:30 horas, desde el mes de noviembre hasta febrero. El horario se ampliará hasta las 18:30 de marzo a octubre. Para poder acceder a la torre los visitantes tendrán que adquirir una entrada por un importe de dos euros. El acceso es gratuito para los cordobeses al igual que la entrada al templo.
Los visitantes acceden a la torre campanario desde una puerta situada a la derecha de las taquillas, justo al lado de la puerta del Perdón. Durante el recorrido se pueden hacer tres paradas hasta llegar al pico más alto, a unas 40 metros de altura, desde el que se puede ver el skyline de la ciudad. La primera está marcada en el cupulín barroco, donde el turista puede apreciar elementos arquitectónicos hasta ahora escondidos como la fachada del que fuese el alminar de Abd Al-Rahman III, mandado a construir en el año 951. La segunda parada tiene lugar en el primer cuerpo de campanas, construido ya en el siglo XVI por orden de Hernán Ruiz III sobre el alminar a semejanza de la Giralda de Sevilla y como homenaje a su padre. Desde este punto el turista pueden aprecian unas vistas sorprendentes desde el mismo corazón de la ciudad. Por último, los visitantes pueden llegar hasta la terraza superior de la torre, que en el siglo XVIII, debido al peso de las campanas y los efectos del terremoto de Lisboa, tuvo que ser forrada y macizada para evitar que el conjunto se viniera abajo. Uno de los arquitectos del equipo encargado de la adecuación de la torre, Sebastián Herrero, detalló ayer que su trabajo se ha centrado en "recuperar" parte de la arquitectura que había quedado "ocultada" y "deteriorada y así conseguir que la subida por la torre sirva como un recorrido por las "capas históricas" que "explica la complejidad intrínseca a a la pieza" y "demuestra que tiene un interior apasionante".
Durante los trabajos de adecuación los arquitectos también tuvieron que centrar su atención en la que fuera vivienda del campanero de la Catedral, instalada dentro de la propia torre, hasta la década de los 90. Ayer en el acto de reapertura de la torre se encontraba Manuel Soriano, hijo del último campañero que se encargaba del mantenimiento de esta parte del templo. En su mente, tal y como dejó patente, aún residen muchos recuerdos de cuando él, junto a su familia, vivía en uno de los elementos más singulares de la Mezquita-Catedral, que le permitía jugar a diario en el patio de los Naranjos y tener unas vistas de la ciudad exclusivas. "El interior de la torre de como yo la conocí a como la he visto hoy ha cambiado mucho. Ya ha desaparecido la que era mi casa y otros elementos como el reloj antiguo que estaba colgado por unas pesas", detalló. Para él cualquier rincón de la torre esconde un significado que no puede ver cualquiera de las personas que desde ayer pueden subir a la torre para contemplar a la ciudad desde 40 metros de altura. "En una de las habitaciones mi padre guardaba canarios y uno de los huecos que hoy hace de mirador era antes el balcón de mi abuela", dijo con añoranza.
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