Tributo a la memoria de Beatriz Cano, escrito a mano en la Cuesta de Pero Mato de Córdoba
Callejero y Leyendas de Córdoba
El nombre de la mujer, asesinada por su marido a finales del siglo XVI, aparece bajo el rótulo de la cuesta que desemboca en la plaza de Jerónimo Páez
Un documento de la Real Academia de Córdoba, de 1978, desgrana la genealogía del doctor Pedro Peramato y su cónyuge
La Malmuerta: una torre con historia y leyenda
El nombre de Beatriz Cano aparece escrito a mano bajo el azulejo de la Cuesta Pero Mato que desemboca en la plaza de Jerónimo Páez (hay otro en la parte alta de la cuesta). No se conoce desde cuándo, ni tampoco quién lo ha hecho. Hasta el momento nadie ha reconocido públicamente la autoría de lo que se presupone como una protesta contra el callejero y una reivindicación a la memoria de esta mujer, asesinada por su marido (Pero Mato) a finales del siglo XVI.
Don "Pedro", "Pero-" o "Pera-" Mato (según las distintas versiones que anotan orígenes diferentes) era uno de los mejores médicos que hubo en Córdoba durante la dinastía de los Austrias, que vivía con su mujer, doña Beatriz, y sus dos hijas, en una casa de la calle Alta de Santa Ana, la estrechez que hoy conecta la calle Ángel de Saavedra con la cuesta de Pero Mato.
El matrimonio permaneció en paz durante muchos años, "hasta que uno de los Páez Castillejo que habitaban en su casa solariega de la plazuela de D. Gerónimo Páez —hoy en día es parte del Museo Arqueológico—, se fijó en la esposa del doctor, empezando a hacerle señas desde la azotea", explica Ramírez de Arellano en el tomo III de sus Paseos por Córdoba (1877).
"Poco a poco hizo el diablo de las suyas", se describe en un fragmento de Casos Notables de la Ciudad de Córdoba, manuscrito anónimo presuntamente publicado en 1618, y por lo tanto del que se hacen eco el resto de relatos, que recogió Paco Muñoz en su blog Notas Cordobesas. Las "ilícitas relaciones" entre doña Beatriz y el galán de los Páez Castillejo mientras el doctor Pero Mato se ausentaba de su casa para visitar a sus pacientes, contó con el encubrimiento de la criada, quien terminó por revelar la verdad de las infidelidades al doctor viendo el "mal retorno" que le estaba sirviendo guardar el secreto después de ser golpeada e insultada en un ataque repentino de su señora, cuenta la leyenda.
El escándalo se apoderó de Córdoba al instante, en donde no se hablaba de otra cosa que los cuernos de Pero Mato y que doña Beatriz se había refugiado en un convento. Coincide la historia en que los amigos del doctor consiguieron apaciguar su fuerte carácter permitiendo que su esposa volviera a la casa, perdonando "aquella ofensa" a costa de que llevara una vida de recogimiento. Tanto que ni saliera a misa.
Así continuaron varios meses o años —es incierto el tiempo exacto— hasta que una noche colocaron sobre la puerta de la casa una cuerda llena de cuernos, como indicando la paciencia con que el esposo llevaba su deshonra. Cuando por la mañana salió Pero Mato, y se encontró con aquel manojo de cuernos, no supo si vengar el ultraje en doña Beatriz, o ser fiel a su palabra de no herirla, dada al obispo y demás amigos intermediarios en el asunto.
"Quitó la cuerda y siguió su camino, batallando allá en su mente con la idea de la venganza", recoge Ramírez de Arellano, aunque al regresar a casa y reencontrarse con su mujer, le tiró los cuernos a la cara y la mató por asfixia.
El doctor Pero Mato fue arrestado horas después en el colegio de los Jesuitas y condenado a muerte por la justicia. Sin embargo, el tribunal conmutó su pena por la de presidio, y finalmente fue indultado a petición del Duque de Medina Sidonia, afirma nuevamente la leyenda.
El ruido de aquella tragedia, fuera como fuese, tuvo su eco en aquella Córdoba en la que los más atrevidos reproducían una coplilla que decía: Pedro Mato/mató á su mujer/físolo tarde/mas físolo bien. Y sigue teniendo su eco en la actualidad, como demuestra el nombre de Beatriz Cano pintado en la pared.
¿Era realmente Beatriz Cano?
Al caso de la pintada, lo cierto es que en los manuscritos no queda clara la identidad exacta de la mujer asesinada por el doctor. En la publicación de Casos Notables de la Ciudad de Córdoba, la más cercana a los hechos, se cita: "Pedro Mato, natural de Córdoba, hijo de padres ricos y honrados..., se casa con una señora llamada doña Beatriz" (sin apellido).
La confusión aparece cuando Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba asegura de forma explícita que: "En la última casa de la acera izquierda, conocida por la de la Escalerilla, moraba hacia 1575 el Doctor Pedro Pera Mato, algunos autores lo hacen portugués, mientras otros lo creen de Córdoba, donde vivían y tenían bienes sus padres el Licenciado Cristóbal Sandín y Doña Beatriz Cano; se acreditó bien pronto en su profesión, logrando alcanzar una posición holgada; entonces se casó con otra Doña Beatriz, cuyo apellido ignoramos".
En el año 1978, la Real Academia de Córdoba publicó en su boletín número 98 un artículo titulado Dr. Peramato: Confirmación de una leyenda, por Joaquín Moreno Manzano, y al que ha tenido acceso este periódico. En él, su autor nos saca de todas dudas desgranando la genealogía del protagonista a través de diversos documentos del doctor Pedro de Peramato.
"El más antiguo antepasado que conocemos es su bisabuelo Juan Sandín Hidalgo, vecino de Serena, aldea de Ledesma (Salamanca), montero de los Reyes Católicos", presenta el artículo a modo de introducción. "El licenciado Cristóbal Sandín Peramato, vecino de Serena, casó con Leonor Rodríguez y tuvieron por hijos a Bernabé o Bartolomé, Lázaro, Juan y María Sandín, todos ellos residentes en Herrera, y a nuestro doctor Pedro de Peramato, natural como sus antepasados de Ledesma, que tomó el apellido de su abuela paterna".
Y concluye: "Casó el doctor Pedro de Peramato posiblemente en Puebla de Alcocer, con Beatriz Cano, hija del bachiller Juan Cano y de Francisca de Morillo. Estimamos debió celebrarse el matrimonio en 1559 ya que el 22 de noviembre de este año hace Beatriz Cano un poder en Córdoba para pleitos que firmó Pedro Peramato".
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