La Universidad de Córdoba alerta de los nuevos riesgos para el lince ibérico
Investigación
Una investigación advierte de la necesidad de adaptar los comederos de las aves necrófagas para evitar que el lince ibérico adquiera patógenos transmitidos por consumo de subproductos de especies cinegéticas
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Un equipo de investigación integrado por miembros del Grupo de Investigación en Sanidad Animal y Zoonosis (Gisaz) de la Universidad de Córdoba (UCO) recomienda que los recintos vallados en los que se depositan subproductos de animales que se han cazado en monterías, los denominados comederos de aves necrófagas o muladares, se adapten para impedir el acceso de los linces ibéricos, debido a sus habilidades de trepar o saltar. Esto permitirá dar un paso más en la protección del felino más amenazado del mundo.
El grupo ha explicado que los subproductos de origen animal no destinados a consumo humano procedentes de especies cinegéticas de caza mayor que se encuentran en los muladares son sometidos a una inspección veterinaria para evaluar la posible presencia de lesiones macroscópicas compatibles con procesos infectocontagiosos.
Sin embargo, algunos animales pueden ser portadores de patógenos transmisibles que no se ven a simple vista y suponen un riesgo sanitario para otros mamíferos que los puedan consumir, como el lince. Según explica el investigador del grupo Gisaz Moisés Gonzálvez, “los linces tienen acceso en los muladares a unos subproductos que, eventualmente, podrían tener patógenos que se transmitan a través de su consumo, algunos de los cuales ya han sido asociados a casos de mortalidad en esta especie”.
Los muladares cuentan con vallas para evitar el acceso de mamíferos a su interior, limitando el riesgo de transmisión de patógenos. La normativa actual de la Junta de Andalucía establece que, “por razones de sanidad animal, los muladares deberán impedir de forma permanente el acceso de jabalíes, zorros y perros”. Para ello, continúa la norma, “el recinto se cerrará perimetralmente mediante una malla cinegética de cuadro pequeño y altura suficiente que evite la entrada de los citados animales”.
En principio, y debido a esa malla, solo las aves carroñeras como los buitres, pueden acceder a los muladares. No obstante, las particulares habilidades físicas de los linces les permiten saltar la valla y acceder a los subproductos que hay dentro.
La necesidad de adaptar los muladares a las habilidades de los linces se hace evidente por varios motivos. En primer lugar, porque los linces se han visto obligados a buscar una alternativa alimenticia en cadáveres de ungulados silvestres. Esto se debe a que las poblaciones de conejo silvestre, su principal presa, han disminuido considerablemente en las últimas décadas debido, entre otras causas, a la degradación del hábitat y a enfermedades como la mixomatosis o la enfermedad vírica hemorrágica.
Por ello, el lince, aunque está considerado un depredador especialista de conejos, también ha desarrollado un comportamiento carroñero oportunista. “Pero una cosa es comer un cadáver de forma esporádica y otra acceder a un muladar donde hay una gran cantidad de subproductos de ungulados”, sostiene Gonzálvez.
Además, la actual expansión del lince en la península ibérica, así como el incremento de las poblaciones de ungulados silvestres, facilita que los encuentros entre estos felinos y los subproductos de ungulados puedan ser cada vez más frecuentes.
El equipo de investigación de la UCO ha hecho esta recomendación en un artículo publicado en la revista Biological Conservation.
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