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Los servicios ecosistémicos son aquellos beneficios que un ecosistema aporta a la sociedad y que mejoran la salud, la economía y la calidad de vida de las personas. Y según un estudio internacional, las especies invasoras suponen una amenaza para estos servicios, un riesgo que además va al alza ante la expansión de estas especies.
Así se recoge en un estudio internacional en el que ha participado la Universidad de Córdoba (UCO), que ha estudiado siete servicios ecosistémicos clave en Europa: mantenimiento del hábitat, retención de nitrógeno, la retención del suelo, el control de inundaciones, la provisión de cultivos y madera y el turismo al aire libre.
El trabajo ha analizado los riesgos actuales y potenciales que plantean 94 especies invasoras: 32 plantas terrestres, 29 animales terrestres, 20 animales de agua dulce y 13 plantas de agua dulce, todas ellas incluidas en la Lista Europea de Especies Invasoras preocupantes para la Unión y el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.
Algunas de estas especies son ya muy conocidas en España como la avispa asiática, la rana toro, el jacinto de agua, el visón americano, la polilla del boj o la hierba de la Pampa. “Algunas de estas especies sabemos que ya están generando un problema en nuestro territorio, tales como las plantas de ailanto o el rabo de gato (Cenchrus setaceus), pero más relevante son aquellas como la polilla del boj que están expandiéndose rápidamente por Europa y que fácilmente pueden llegar a Andalucía si no se gestiona adecuadamente”, indica Pablo González Moreno, investigador postdoctoral Ramón y Cajal de la Universidad de Córdoba y uno de los autores del estudio.
Para evaluar los riesgos a los que se encuentran esas especies, la investigación ha utilizado tanto la información más reciente sobre su presencia actual, como modelos estadísticos que predicen su expansión futura, lo que ha permitido identificar regiones críticas para la conservación de servicios vitales para el medioambiente, la salud y el bienestar de la sociedad.
Así, el estudio prevé que la exposición de los servicios ecosistémicos a especies invasoras aumente un 77%en Europa. Además, el trabajo identifica regiones específicas que combinan un alto riesgo de invasión con una alta provisión de servicios ecosistémicos. Estas regiones, que cubren hasta el 13% de la superficie de Europa dependiendo del servicio analizado, se señalan como prioridades para la conservación.
La investigación destaca una mayor vulnerabilidad en servicios como la retención de nitrógeno y la provisión de cultivos, frecuentemente ubicados en áreas que sufren el impacto de actividades humanas, donde la introducción de especies invasoras es más probable. Este es el caso de plantas acuáticas como el camalote, la cola de zorro y la lechuga de agua, las cuales forman densas colonias que afectan a la depuración y explotación del agua precisamente en las zonas agrícolas y urbanas que más lo necesitan del centro y sur Europa. Animales como el coipu, el mapache o el coati afectan a la producción de alimentos en Centroeuropa, además de ofrecer un reservorio de enfermedades que afectan a la salud humana.
“En nuestros ecosistemas mediterráneos, el mayor riesgo de las especies invasoras se produce en áreas con un alto servicio ecosistémico de recreación, es decir dónde disfrutamos más de la naturaleza. Este caso sería principalmente en áreas naturales cerca de ríos o zonas húmedas, donde especies como el jacinto de agua pueden ocupar casi la totalidad de la lámina de agua”, remarca el investigador de la UCO.
Si no se toman medidas por parte de los respectivos estados, señalan desde el equipo investigador, las zonas ricas en biodiversidad y servicios ecosistémicos podrían volverse aún más vulnerables a medida que las especies invasoras se expandan y lleguen otras nuevas, tendencia que se verá intensificada por el cambio climático y el aumento del comercio y turismo global.
“Observamos una clara discrepancia entre las áreas más expuestas a la invasión, y aquellas que proporcionan una mayor cantidad y diversidad de servicios ecosistémicos. Esto tiene sentido porque las especies invasoras se introducen por primera vez en zonas muy alteradas y habitualmente con poco valor ambiental. Pero las especies se mueven, y acaban alcanzando zonas de enorme valor para la conservación de funciones esenciales que soportan nuestro desarrollo socio-económico, desde la depuración del agua hasta la producción de alimentos y la mitigación de inundaciones”, explica Belinda Gallardo, investigadora del IPE-CSIC e investigadora principal del estudio.
El estudio aporta información relevante para la aplicación de políticas estatales así como para la Estrategia Europea de Biodiversidad 2030. “La investigación exige un cambio en la forma en que las políticas públicas abordan la gestión de las especies invasoras. Tradicionalmente centradas en la conservación de especies nativas, las estrategias de gestión deben ampliar su enfoque para incluir bajo ese paraguas protector a servicios ecosistémicos vitales para el bienestar humano”, subraya Gallardo.
Este estudio internacional se ha publicado en Nature Communication y está liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
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