El "deterioro educativo" que sufren los niños ucranianos, a debate en la Universidad de Córdoba

Educación

La institución acoge la jornada Solidaridad con la educación ucraniana para "sensibilizar" sobre el abandono escolar y las dificultades a las que hacen frente los jóvenes de Ucrania desde la invasión de Rusia

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Jornada 'Solidaridad con la educación ucraniana' en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología de la UCO. / Miguel Ángel Salas

Un año y diez meses han pasado desde que el 24 de febrero de 2022 Rusia invadió Ucrania. La guerra continúa a día de hoy y las consecuencias son devastadoras en todos los sentidos. Uno de los daños más preocupantes es el causado en la formación de los jóvenes, quienes se encuentran a diario con inmensas dificultades para estudiar en los diferentes centros que siguen en pie en el país ucraniano. De hecho, un total de 2.849 escuelas y universidades han sido destruidas en lo que va de conflicto armado.

Un dato que ha destacado este martes en Córdoba el ministro consejero de la embajada de Ucrania, Dymitro Matiuschenko, quien ha sido el principal ponente de la jornada Solidaridad con la educación ucraniana que se ha llevado a cabo en la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología con el objetivo de realizar un diagnóstico sobre el impacto que está teniendo la guerra en la educación de los jóvenes ucranianos -tanto en su país como en otros de acogida- y de "sensibilizar" a la población desde la Universidad de Córdoba (UCO).

Matiuschenko ha aprovechado su intervención en un salón de actos que ha estado repleto de alumnos de la UCO para denunciar "el genocidio cometido por Rusia contra el pueblo ucraniano" que ha costado ya "la deportación de más de 200.000 niños". Aquellos menores que siguen en su país están teniendo muchas dificultades para ir a la escuela, ya que, tal y como ha lamentado el consejero de la embajada, "tienen que estar en refugios cada día para poder asistir a las aulas", presentan falta de material escolar y "graves secuelas psicológicas".

El presidente del comité organizador y coordinador de esta jornada, José Luis Álvarez, ha hecho hincapié en el "deterioro" que está sufriendo la educación ucraniana en estos últimos 22 meses de conflicto armado. Principalmente a lo largo de este 2023 en el que más "signos de deterioro" han aparecido, pues, en palabras de Álvarez, "actualmente solo un tercio de los niños ucranianos de educación infantil están asistiendo a la escuelas, cuando antes de la guerra todos los niños hasta seis años acudían".

"Los profesores ucranianos ya han manifestado el deterioro en materias como lengua, lengua extranjera o matemáticas. El conflicto está dejando unos efectos visibles en la población infantil de Ucrania y en los países de acogida todavía no hay un diagnóstico claro, por eso celebramos esta jornada" ha explicado el organizador.

Manuel Torralbo junto a Dymitro Matiuschenko. / Miguel Ángel Salas

El rector de la Universidad de Córdoba, Manuel Torralbo, se ha mostrado satisfecho de acoger esta jornada mediante la que los alumnos universitarios han podido "conocer la realidad a la que se enfrenta Ucrania". Lo han hecho en una jornada cuya formación "va más allá de las matemáticas, la lengua o cualquier otra asignatura".

Por su parte, la decana de la facultad de Ciencias de la Educación, María del Mar García, ha querido mostrar su "solidaridad con el pueblo ucraniano" y poner de manifiesto el sistema educativo de un país bajo estas condiciones en el que "no se está cumpliendo el derecho a la educación, algo que hay que difundir y sensibilizar para que no caiga en el olvido".

Un centenar de menores ucranianos escolarizados en Córdoba

De los 181.000 ucranianos que ha acogida España tras la invasión de Rusia a Ucrania, aproximadamente el 40% son menores y unos 40.000 están escolarizados en el sistema educativo español. Esos son los datos que ha facilitado el presidente del comité organizador de esta jornada, quien ha señalado que no son exactos porque "muchos han vuelto ya a Ucrania".

Concretamente, en Córdoba hay poco más de un centenar de menores ucranianos escolarizados a día de hoy, lo que la convierte en una de las provincias "con menor número de alumnado escolarizado no universitario", aunque también se extiende al ámbito universitario como ha explicado Álvarez. Un gran "contraste" con otras provincias cercanas como Málaga, donde se llega al millar de ucranianos escolarizados.

El ministro consejero de la embajada de Ucrania ha agradecido al Gobierno nacional la creación de "un sistema de ayuda eficiente para la adaptación a estas nuevas condiciones de vida y aprendizaje del castellano" a los jóvenes ucranianos. Y es que Matiuschenko ha subrayado que estos llegan a España con "dificultad para el idioma" y "secuelas psicológicas a causa de los bombardeos, muertes y violaciones", por lo que requieren de una atención educativa especial.

José Luis Álvarez durante su intervención. / Miguel Ángel Salas

"En Ucrania necesitan tablets y ordenadores porque los centros han sido destruidos. También autobuses para trasladar a alumnos a ciudades en las que las escuelas están funcionando", ha reivindicado el embajador, quien ha informado de que están trabajando con diferentes ayuntamientos para que los jóvenes ucranianos que siguen en su país natal puedan "pasar unos meses de acogida en España y no pensar en sirenas ni bombas"

Los colectivos muestran la realidad de Ucrania

Anna Gerasymchuk, que llegó a la ciudad a los seis años de edad y a sus 22 años es presidenta de la Asociación de Ucranianos de Córdoba, ha denunciado "la situación que se está viviendo en Ucrania" y ha hecho un llamamiento a "seguir apoyándola para que termine el sufrimiento y el dolor".

A las puertas del salón de actos en el que se ha celebrado esta jornada, la Asociación de Ucranianos de Córdoba ha montado un mercadillo solidario con artilugios y artesanías ucranianos cuya recaudación irá destinada al apoyo del ejército ucraniano. Allí Ruslana, ucraniana que lleva en Córdoba desde hace 12 años y perteneciente a la asociación, ha confesado a El Día su preocupación diaria con el conflicto que vive su país, especialmente porque allí residen familiares suyos.

Un claro ejemplo es su madre, que pese al conflicto armado, sigue viviendo en Ucrania, un país en el que, como ha comentado su hija, "no hay ningún lugar seguro porque te puede caer una bomba de sorpresa". Ella ejerce como profesora en una escuela infantil en una pequeña ciudad cercana a Leópolis, al oeste del país, lo más alejado de Rusia posible.

En su escuela recibe a unos 15 niños a diario a los que con profesionalidad imparte clases. Sin embargo, lo hace en situaciones infrahumanas, pues como ha asegurado Ruslana, "si suena la alarma ante el aviso aéreo, los alumnos tienen que dejarlo todo y correr al sótano hasta que el peligro se acabe". Una realidad muy dura que demuestra claramente el deterioro educativo que sufren los niños ucranianos a causa de la guerra.

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