Investigadores de la Universidad de Córdoba descubren que la saliva es una aliada para detectar el dolor en personas con demencia
Estudio
Paliar ese sufrimiento en personas con la comunicación verbal mermada es difícil, por lo que la búsqueda de un método de diagnóstico alternativo ha sido un objetivo perseguido por personal investigador y sanitario
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El dolor es un problema infradiagnosticado e infratratado en personas con demencia, sobre todo si se encuentran en un estado avanzado de la enfermedad que les impida una comunicación efectiva. Tomando en cuenta que la prevalencia del dolor y la demencia aumenta con la edad y que paliar ese dolor silencioso en personas con la comunicación verbal mermada es difícil, la búsqueda de un método de diagnóstico del dolor alternativo y complementario ha sido un objetivo perseguido por personal investigador y sanitario.
En el Departamento de Enfermería de la Universidad de Córdoba (UCO) llevan años estudiando el dolor en el contexto de las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. Ahora, publican un estudio llevado a cabo por las investigadoras Vanesa Cantón y Pilar Carrera y el investigador Manuel Rich en colaboración con la Universidad de Jaén que ha permitido mostrar el uso de la saliva como un método eficaz y no invasivo de detección del dolor en estos pacientes.
En su último trabajo describen los niveles de los biomarcadores de dolor sTNFRII (receptor del Factor de Necrosis Tumoral) y sIgA (inmunoglobulina A) en muestras de saliva de pacientes mayores de 65 años con diagnóstico de demencia en estadio moderado - avanzado e incapacidad de comunicación, respecto a un grupo control de mayores de 65 años sin demencia. Esta herramienta permite complementar escalas observacionales de dolor y valorar el mismo de una forma sencilla y no invasiva, lo cual facilitaría al personal sanitario y cuidador conocer la situación del paciente y el empleo de la correspondiente analgesia si fuera necesaria, mejorando así la calidad de vida de los pacientes.
El factor sTNFRII y la inmunoglobulina sIgA se relacionan con el dolor a través de la inflamación y ese proceso inflamatorio está relacionado con la demencia.
"El hecho de que podamos determinar estos biomarcadores en saliva es muy atractivo, ya que la mayor parte de las personas de las que hemos podido obtener las muestras estaban en un estado muy avanzado, encamadas con demencia avanzada, por lo que cuanto menos molesto e invasivo sea para el paciente la obtención de la muestra, mucho mejor" explica la investigadora María Pilar Carrera.
Esta primera determinación de biomarcadores de dolor en saliva (se había hecho previamente en sangre o plasma) "ayuda a tratar un problema no resuelto en los pacientes con demencia, lo que consideramos la quinta constante vital, que es el dolor" puntualiza Vanesa Cantón, primera autora del artículo.
En los resultados del ensayo realizado se describen los niveles de estos biomarcadores, con un descenso de sTNFRII en pacientes con demencia en comparación con el grupo control, "esto indica cómo se modula la inflamación". En el caso de sIgA el equipo observa "un aumento de esta inmunoglobina en las personas con demencia, mostrando que hay una alteración de la respuesta del sistema inmunitario". Así, establecen la utilidad de estos biomarcadores para evaluar el desarrollo del proceso doloroso a lo largo de la evolución de la enfermedad durante su etapa moderada-avanzada.
Hasta ahora, la forma habitual de detectar el dolor en pacientes con comunicación reducida era usando la escala PAINAD, una metodología observacional del dolor en demencia avanzada, validada recientemente al español por este mismo equipo de investigación, y que se basa en cinco indicadores conductuales: respiración, vocalización, expresión facial, lenguaje corporal y consolabilidad. Los biomarcadores en saliva propuestos ahora coinciden con los datos obtenidos a través de la escala, certificando así su eficacia.
"Este método es muy importante desde el punto de vista de calidad de vida del paciente de una enfermedad que no tiene cura" recuerdan las investigadoras. Probarlo con una muestra mayor y en un ambiente específico como un geriátrico podría ser el siguiente paso en el camino de poner en marcha el uso de esta herramienta.
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