"El flamenco me ha ayudado a ser fuerte ante la vida y a tirar para adelante con lo que sea"
Úrsula López. Directora del Ballet Flamenco de Andalucía
La bailaora y coreógrafa cordobesa se puso al frente de la compañía andaluza a principios de año y ahora está inmersa en una gira que celebra el 25 aniversario de la institución mientras prepara nuevos espectáculos
La bailaora cordobesa Úrsula López (Montilla, 1976) es desde comienzos de año la nueva directora del Ballet Flamenco de Andalucía (BFA), una institución que vela por la promoción de este arte por todo el mundo. Comenzó a bailar desde niña en academias para debutar con solo 18 años en la ópera Carmen, dirigida por Carlos Saura. Poco después, entró en la Compañía Andaluza de Danza actuando principalmente como solista, hasta que en 2007 creó su propia compañía, algo que veía como una "necesidad" para mostrar sus propias creaciones. A principios de 2019, volvió al BFA, una institución que ahora celebra sus 25 años y que ella considera como su casa.
-La nombraron directora del BFA a primeros de año, por lo que con el confinamiento y el estado de alarma ha podido disfrutar poco estos meses de su nuevo cargo…
-La verdad es que se juntó todo. Recién nombrada directora nos confinaron, en un momento en el que estábamos organizando todas las audiciones para preparar el elenco. Hemos trabajado desde casa lo que hemos podido, sobre todo en el proceso de selección y en adelantar un poco las nuevas producciones del año que viene. Más que al aspecto artístico, nos hemos dedicado a la gestión porque ahí sí había trabajo. Realmente, el Ballet no ha empezado a funcionar hasta el 6 de julio.
-¿Cómo afronta esta etapa al frente del BFA?
-Con mucha ilusión pese a las adversidades que nos han tocado vivir en este momento y que creo que se va a alargar un poco. Pero bueno, esto le ha tocado a todo el mundo, así que tenemos que tirar para delante. Siempre he sido una persona luchadora, trabajadora incansable, amo mi profesión y la afronto con mucha ilusión. En esta institución tenemos la oportunidad de seguir trabajando y llevar el flamenco a muchos lugares, de dar trabajo a mucha gente en el ámbito de la cultura, que ahora está tan afectada.
-Cada uno de los directores que ha pasado por el ballet ha dejado una impronta en él. ¿Qué le gustaría dejar a usted de su paso por la dirección?
-Estuve en el ballet como bailarina y conozco bastante bien la casa por dentro y los distintos directores que ha tenido. No puedo explicar ahora mismo lo que dejaré, pero imagino que cosas como mi visión del flamenco y mi forma de hacer. Cuando uno coreografía, transmite su baile al elenco y creo que ahí se verá mi sello. Busco una cosa muy concreta y es conjugar la personalidad de la gente y el trabajo en grupo. En el BFA es muy importante que no sean todos soldaditos, sino que cada bailarín saque lo mejor de sí y su sello individual. La idea no es transformarlos, aunque indudablemente ellos siempre beben de la persona que esté, en este caso yo.
-¿Cómo es su forma de entender el flamenco?
-Tengo una formación completa; he hecho danza clásica, tengo mi carrera de Danza Española, he hecho contemporáneo y, por supuesto, flamenco. Desde pequeña lo he hecho todo a la vez. Ha sido de manera natural, así que creo que esa diversidad de estilos está en mí. El flamenco es un baile que ha bebido de unas fuentes muy diversas, de esas danzas del folclore, de la escuela bolera y la danza estilizada. Esa mezclita creo que se va a ver en el ballet.
-¿Dónde está el límite en lo que es la danza española y el flamenco?
-Para mí es todo lo mismo. Si miro hacia atrás y veo la historia del baile flamenco, todo nace en el mismo momento y siempre ha estado ahí. La danza española y el flamenco convivían, siempre lo han hecho. A mí no me da miedo de hacerlo. A veces se habla del flamenco puro o no puro, pero para mí lo puro es lo que es verdad. Cuando se está contando una verdad, es puro. Por supuesto, siempre mirando a la tradición, de dónde venimos para saber a dónde vamos.
-¿Cómo fueron sus principios en el baile? ¿Había algún tipo de tradición familiar?
-No había ningún artista en mi familia, pero, como casi en todas las casas de Andalucía, el flamenco ha estado siempre. En mi familia había afición al flamenco. Mi abuelo lo era mucho y recuerdo de pequeña escuchar siempre flamenco en casa. Mi padre también lo es y fue él quien me empujó a bailar. Sin embargo, él ni bailó ni cantó ni nada, lo hizo porque le apasionaba el baile. Me apuntó y, de repente, llega un momento en el que te enganchas a eso. Las niñas, llegada una edad, lo aborrecen y lo dejan o continúan para siempre. Y eso fue lo que me pasó a mí.
-¿A nivel personal, cómo la ha formado el flamenco? ¿En qué la ha convertido?
-La danza -hablo de la danza porque al flamenco lo incluyo ahí- es una disciplina muy dura. Yo lo comparo como con el deporte de élite, es igual e incluso más duro. Esa disciplina te marca, te hace ser resistente a muchas cosas. El flamenco me ha ayudado a ser fuerte ante la vida y a tirar para adelante con lo que sea. La danza te alimenta y abre la mente, te da la oportunidad de viajar y ver las cosas desde otro punto de vista totalmente distinto porque te das cuenta de la realidad del mundo. Te nutre en todos los sentidos. A mí el flamenco me ha ayudado para ser madre, para ser esposa, para ser mujer y para todo.
-¿Y le deja tiempo libre?
-Muy poco [ríe]. Me gustaría tener más tiempo para estar con mis niñas, y una de ellas es un bebé. Intento gestionar el tiempo, porque eso también lo he aprendido en esta profesión, y el rato que estoy con ellas lo aprovecho al 100%. Tengo poco tiempo, pero estoy contenta porque es lo que me apasiona e intento dar lo mejor de mí tanto en mi profesión como con mi familia.
-Hay que ser valiente para dedicarse a esto con dos hijas…
-Sí, hay que serlo, pero creo que la mujer es un espécimen aparte. Podemos con eso y con más. Mis hijas a mí me dan más fuerza, no me restan, sino al revés, me dan energía para afrontarlo todo con más valentía. Ser madre es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida y si tengo que hacer lo que sea, lo hago. No sabe uno lo que el cuerpo puede aguantar.
-¿Cómo vive su familia que se haya convertido en una figura tan importante del baile flamenco?
-Siempre lo han llevado con mucha naturalidad. No le dan tanta importancia como puede dársela alguien de fuera. Ellos me han visto desde bien joven bailando en compañías y en casa. Obviamente, están orgullosos de que su hija haya llegado a dirigir el Ballet Flamenco de Andalucía, que ellos tan bien conocen porque venían detrás mía a verme cuando bailaba en él hace 25 años.
-Aunque nació en Montilla, ha vivido allí poco. ¿Qué unión ha tenido con su lugar de origen?
-Antiguamente, las hijas iban al pueblo de su madre a tener a sus bebés, y mi madre me tuvo a mí en Montilla, pero al poco tiempo nos fuimos a Algeciras porque a mi padre lo destinaron allí. Lo que pasa es que tanto la familia de mi padre como la de mi madre son de Montilla, así que nos une un vínculo muy estrecho. Veníamos todos los meses una o dos veces para ver a los abuelos, a los primos… Lo típico. Para mí Montilla es mi pueblo, yo me siento montillana igual que algecireña.
-¿Cuáles fueron sus primeros trabajos en el ámbito profesional?
-Mi primer trabajo profesional fue con Carlos Saura en una ópera que hice con Manolo Marín con la que nos llevó a Italia. De ahí entré en el BFA y luego empecé con mi carrera en solitario un poco, pero me salió la oportunidad de irme al Ballet Nacional de España como artista invitada, y me fui. Estuve unos tres años y, en 2008, decidí arrancar por mi cuenta con mi propia compañía. Era una necesidad que tenía. Con ella he hecho varios espectáculos e imagino que seguiré.
-¿Suele pasar en el mundo del baile que se quiera emprender un camino propio y dejar de trabajar para otros?
-La mayoría sí. Como en todo en la vida, hay gente que es más conformista o que prefiere bailar en un ballet y tener su seguridad. Porque es verdad que cuando arrancas con tu compañía en solitario, tu vida artística cambia por completo. Son muchos más obstáculos los que te encuentras y es muy difícil llevar un espectáculo al escenario, conseguir que te programen y estar en los circuitos. También es nuestra vida: La mayoría sí que quiere emprender su propio camino, para eso nos formamos y necesitamos hacer nuestras propias creaciones.
-¿Qué aprendió en esa época en la que estuvo al frente de su propia compañía?
-Se aprende casi todo porque normalmente tienes que afrontarlo tú sola, no solo a coreografiar sino a tomar decisiones de verdad en cuanto a todos los ámbitos, como producción, iluminación… Es un aprendizaje muy fuerte, pero a la vez muy positivo para un artista.
-¿Quiénes son sus referentes en el baile flamenco?
-Casi todos porque en cada bailaor y bailaora siempre hay algo de lo que puedas aprender. Yo puedo hablar de mis maestros y siempre está en mi mente Manolo Marín, por supuesto, que me ayudó mucho y ha sido un maestro para casi todos los bailaores; Ana María Bueno; Javier Latorre, José Antonio Ruiz; Gades; Eva Yerbabuena; Manolete… He trabajado con muchos artistas y a todos los tengo en mi mente. Aparte, también he aprendido mucho de mis propios compañeros.
-¿Ha visto mucho cambio en el Ballet desde que entró por primera vez hace más de 20 años hasta su vuelta?
-Todo va cambiando; las administraciones hace 20 años no tenían nada que ver con lo que son ahora. Había otra flexibilidad. En esa época, el Ballet atravesó unos años de mucha abundancia en todos los sentidos. Ahora todo está más controlado, tiene que ser más transparente, hay un presupuesto y nos tenemos que ceñir a él… Pero es verdad que el Ballet es una apuesta clara de la Consejería de Cultura, creo que es su buque insignia porque es un embajador del flamenco y de Andalucía.
-¿La gente conoce lo suficiente lo que es un ballet flamenco?
-Pienso que ahora un poco más. Es verdad que aquí, en España, no tenemos la cultura de ir al teatro como en otros sitios de Europa para ver danza. Sin embargo, creo que hemos dado un paso gigante en ese sentido y el ballet, cuando llega a los teatros, normalmente los llena. Eso es un signo claro de que hay un público que lo sigue y que sabe quienes somos. En ese sentido, ha cambiado mucho de cuando yo empecé a ahora.
-¿Qué proyectos tiene después del espectáculo de la gira del 25 aniversario que acaba de pasar por Córdoba?
-Tenemos dos proyectos con cuya producción empezamos ya. Los estrenaremos en 2021, uno es El maleficio de la mariposa, mujeres danzas y bailes en tiempos de Federico García Lorca, para el ciclo de Lorca y Granada en los jardines del Generalife en julio; y el otro es un homenaje a Antonio Ruiz Soler, Antonio el Bailarín, que es un encargo del Festival de Música y Danza de Granada, para junio. Son dos proyectos muy bonitos y tengo mucha confianza en que todo va a salir muy bien.
-Gracias al baile ha podido viajar por muchos países, ¿cómo se ve fuera el flamenco?
-Siempre lo he dicho; no entiendo por qué gusta tanto fuera. Bueno, sí lo entiendo… El flamenco es algo que cuando ves en directo llega al corazón. No me preguntes el por qué, porque no lo sé. Creo que es por su racialidad, porque es un arte muy de la tierra que llega y gusta a cualquier público. Te sale una actuación en el último rincón del mundo y piensas: ¿Pero de verdad aquí hay gente que viene a ver flamenco? Pues sí. En ese sentido, el flamenco es alucinante.
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