"Vivimos dos personas en una"
sanidad | Semana del donante
Carlos Gómez Cortés, Arturo Palma y José Carranza llegaron desde otras provincias para ser trasplantados de pulmón en el Reina Sofía, centro referente en estas intervenciones
La vida que surge tras la muerte, los latidos de un corazón que se apaga para luego resurgir o los pulmones que se vuelven a llenar de oxígeno cuando la persona que los lleva ya no está en este mundo son parte del proceso de donación y trasplante de órganos. La generosidad de las familias que dicen sí a este acto solidario cala de forma profunda en el paciente que recibe el órgano y puede seguir viviendo gracias a él: ésta será una unión eterna entre dos desconocidos, dos personas que vivirán en una.
"Me mantengo vivo por un pulmón de una persona que falleció, entonces un trocito de ella está conmigo, respira conmigo, vivimos dos personas en una", manifiesta Carlos Gómez Cortés, trasplantado pulmonar en junio de 2015. Hace ocho años este gaditano de San Fernando empezó con problemas respiratorios: sentía malestar y no respiraba correctamente, por lo que acudió al médico. "Me hicieron pruebas y descubrieron que tenía los pulmones estropeados", apunta. Entonces tenía 42 años.
En el tiempo de espera al trasplante su vida ha sido "muy mala, cada día empeoraba hasta que tuve que dejar mi trabajo e ir con una máquina de oxígeno a la espalda para poder sobrevivir". Le dieron seis meses de vida porque "tenía los pulmones fatal" y su grupo sanguíneo es 0 positivo, un tipo del que "hay muy pocas donaciones". Sin embargo, cuando llevaba tres meses en lista de espera, lo llamaron "y me vine para Córdoba". Fue en junio de 2015, durante la Marcha por la Donación, cuando el doctor Santos lo llamó con la buena noticia. En ese momento, las sensaciones fueron "buenas y malas" : "Bien porque iba a volver a respirar y mal por el miedo a la operación, pero salió todo bien".
Pasó tres meses en Córdoba porque la recuperación fue "fastidiosa". Estuvo 33 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y otros tantos en planta de hospitalización, a lo que hay que sumar mes y medio en un piso de acogida. "Todo empezó muy bien, pero surgieron algunos problemillas y tardé más tiempo en salir adelante; pero luchando se sale", destaca.
Ahora la vida de este gaditano es "fenomenal, no igual que cuando estaba sano, con mis dos pulmones, pero saber que me iba a morir y estar viviendo...", señala. Por ello, anima a la donación de órganos: "Hay muchos enfermos que necesitan un órgano para seguir viviendo y, así un trocito de la persona que dona puede seguir vivo en ellos". Carlos insiste en que se sigue "manteniendo vivo por un pulmón de una persona que falleció, entonces un trocito de ella está conmigo, respira conmigo, vivimos dos personas en una".
Hace cuatro años y medio que operaron a Arturo Palma de un trasplante pulmonar y "mi experiencia particular ha sido buenísima, ha sido todo un éxito". Este marbellí se recuperó "rapidísimo" y, desde entonces ha entrenado mucho. Tanto que hace dos años y medio años vino andando desde Marbella hasta Córdoba por la donación de órganos. Sus problemas de salud dieron la cara cuando éste quiso ponerse en forma, en 2010. Tenía 48 años y quería mantener una vida sana y hacer deporte pero "me di cuenta de que no podía, me daban dolores de cabeza y tenía otros síntomas". Así que se hizo unas pruebas y le diagnosticaron fibrosis pulmonar idiopática, pero no sabían el origen.
A Arturo le hacían seguimiento en el hospital comarcal de Marbella, pero hubo un momento en el que la enfermedad avanzó mucho y su neumóloga consultó con el Hospital Reina Sofía sobre la posibilidad de un trasplante. Esa misma semana vino a Córdoba, se entrevistó con los médicos y le dijeron que "era un paciente óptimo para operarme en ese momento porque tenía el resto de órganos bien; y así fue". Estuvo un año en lista de espera, algo que fue "duro" porque "tenía que llevar mi bombona de oxígeno a todos lados" y síntomas de ahogo, pero "mereció la pena" porque "ahora me siento muy bien". Arturo recibió dos llamadas para un posible pulmón. La primera fue de madrugada -en esa ocasión el órgano no fue para él- y la segunda, en diciembre de 2012, justo después de la cena. "Estás esperando la llamada porque ese órgano te hace falta, pero en el momento en el que llega se te viene el mundo encima, te pones a temblar; es una sensación de miedo por lo que pueda pasar en la operación pero también de alegría porque hay un gran porcentaje de acierto; y el mío ha sido todo un éxito", indica.
Este marbellí quiso recuperarse bien, entrenó mucho e hizo "mucho caso a los médicos", que le recomendaron que "nada de alcohol y dieta sana". Y así "lo conseguí y estoy muy contento y agradecido". Ahora, Arturo anima a la población a ser donante, "no por mi caso, sino por muchísima gente". En ese sentido, recuerda a su paisano Pablo Ráez, que "hizo un gran trabajo por la donación de médula" y, "aunque desgraciadamente ha muerto, su legado está ahí". Y a esa labor de promoción de médula hay que unirle la del resto de órganos, indica este marbellí.
José Carranza, de Almendralejo (Badajoz), lleva dos años trasplantado. Su problema respiratorio comenzó hace nueve años, cuando en una radiografía "me salió una manchita y el neumólogo me dijo que tenía fibrosis pulmonar". Eso no le impidió seguir trabajando hasta hace tres años. Estaba en Sudáfrica y cuando volvió, en 2014, fue a una revisión médica en la que vieron que la enfermedad había avanzado mucho. Entonces lo derivaron al Hospital Reina Sofía y entró en lista de espera. En su caso "todo fue muy rápido; me pusieron en lista de espera y me trasplantaron muy pronto", en julio de 2015. "En vez de mandarme a Madrid, lo hicieron a Córdoba, cogí las mejores manos que había", apunta.
El día que lo llamaron estaba haciendo unas lentejas para toda su familia, su mujer cogió el teléfono y era el doctor Redel para decirle que se vinieran para Córdoba porque había un posible pulmón para él. "Pensábamos que no iba a ser tan rápido", añade. Aunque todo ha ido bien, ha tenido una pequeña complicación ya que se le cierra el bronquio y le tienen que practicar muchas broncoscopias. Esto hace que José se canse "un poquito" y el oxígeno no entre en su pulmón izquierdo (el trasplantado) como debería.
Debido a su experiencia, da "las gracias a mi donante y a todo el personal del Reina Sofía". "Ahora hay que vivir la vida, porque es muy bonita", y disfrutar de "esta segunda oportunidad", concluye emocionado.
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