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Continuando esta serie de artículos sobre los géneros vocales, hoy nos centraremos en algo muy nuestro: la zarzuela. Este género musical escénico con formato de música teatral tiene partes instrumentales, partes vocales (solos, dúos, coros...) y otras habladas. Su peculiar nombre le fue dado por el conocido por todos Palacio de la Zarzuela, en cuyo pabellón de caza se ubicaba el teatro donde tuvieron lugar las primeras representaciones. Según algunos entendidos, la zarzuela es un “subgénero” de la opereta. Esta, la opereta, es una representación teatral que tiene la particularidad de no ser totalmente musical, sino que intercala partes orales y partes melódicas.
Los puristas del género solo consideran que una pieza es una verdadera zarzuela si cumple con dos características fundamentales. La zarzuela se desarrolla en suelo español peninsular o colonial, da igual el país de procedencia de su compositor y que por supuesto tenga elementos musicales de alguna región con inspiración folclórica española. Existen dos ejemplos que muchos consideran como zarzuelas y que al no cumplir estos dos requisitos no se les debe considerar como tal. Son La corte de faraón de V. Lleó, basada en la opereta francesa Madame Putiphar y cuya trama se desarrolla en Egipto, y Los Gavilanes de J. Guerrero, que se desarrolla en la Provenza francesa.
La primera zarzuela de la que se tiene constancia, El golfo de las sirenas, data de 1657 y tiene libreto de Calderón de la Barca, aunque hay datos que corroboran que ya en 1629 Lope de Vega había escrito un drama musical titulado La selva del amor. Es en el siglo XIX, donde comienza el auge de este género.
Muchas veces, el éxito de una zarzuela estaba dado a la cantidad de canciones que el público se aprendía, lo cual demuestra la popularidad de dicha obra. El engranaje de una zarzuela es simple: números hablados, piezas cantadas y piezas a coros, que se decoran con escenas cómicas o de contenido pícaro y/o romántico, generalmente interpretadas a dúo.
Las temáticas más comunes suelen ser costumbristas con un lenguaje pletórico de modismos, regionalismos y jerga popular que aseguraran el éxito popular de la obra en cuestión. Compositores y creadores de zarzuela en España hay muchos. Entre los más célebres están Francisco Barbieri, Emilio Arrieta, Federico Chueca, Fernández Caballero, Tomás Bretón y Ruperto Chapí, entre otros.
Es justo destacar que el coste de producir una zarzuela en todos su aspectos, duración, pagos a creadores e interpretes, alquiler de teatros y los problemas políticos, sociales y, sobre todo, económicos de España en la segunda mitad del siglo XIX, hicieron que la zarzuela se dividiera en dos géneros, la zarzuela chica, que constaba de un solo acto y duraba escasamente una hora, y la zarzuela grande de dos, tres y más actos con una duración de hasta cuatro horas.
Ya en el siglo XX se crean obras de más calidad musical, como Doña Francisquita de Amadeo Vives, y la zarzuela se va manteniendo en el gusto popular con producciones que a veces se ajustaban a la estructura musical de una ópera clásica italiana. Obras de creadores como F. Alonso, J. Padilla, P. Sorozábal, F. Moreno Torroba, R. Calleja y J. Guerrero dan fe de ello.
Latinoamérica, como área colonizada por España, también disfrutó de las mieles de la zarzuela. Es justo decir que el mal llamado “género chico”, en una intención malsana de compararlo con la ópera, tuvo muchos más aciertos y relevancia al trasladarse a las Américas, especialmente a Cuba, donde compositores como Gonzalo Roig, Rodrigo Prats y Eliseo Grenet destacaron con obras como la afamada Cecilia Valdés, una versión criolla de la conocida ópera de G. Bizet Carmen y basada en un libro del escritor cubano Cirilo Villaverde. Otra reconocida zarzuela es María La O de Ernesto Lecuona.
La zarzuela cubana describía imágenes y costumbres de la época colonial, utilizando las suaves cadencias musicales que dan a Cuba tanto reconocimiento mundial. La temática más popular era la del señorito adinerado, que aunque estando comprometido con una joven de su clase y posición social, cortejaba a la joven mulata, zalamera y atrevida, con quien tenía amores prohibidos prometiéndole matrimonio. Por lógica, los finales estaban llenos de desengaños, pasiones encontradas, celos fundados y lágrimas imparables, los cuales no mermaban nada la hermosura de la música y se apoyaban en las destrezas y aptitudes picarescas y melódicas de los artistas en la interpretación teatral y musical.
La zarzuela no solo prendó al público y compositores cubanos, también en Venezuela, México, Argentina y en Filipinas, donde se convirtió en un medio de resistencia social y cultural a la invasión y colonización americana de ese país a finales del Siglo XIX, pues usaban sus diversos dialectos para comunicarse y mostrar su aversión al invasor norteamericano.
Volviendo a España, la zarzuela ha sobrevivido gracias a la labor ingente de creadores y músicos como A. Argenta, I. Cisneros, E. García Asensio y otros que desde los años 50 del pasado siglo y hasta la actualidad iniciaron un proceso de grabaciones discográficas de las más importantes piezas costumbristas con gran éxito y que contó con voces como las de Teresa Berganza, Ana María Iriarte, Carlos Munguía, Monserrat Caballé, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Juan Pons, Marcos Redondo y otros, apoyados por los coros del Orfeón Donostiarra y el Coro de Cantores de Madrid entre otros.
El medio televisivo, en un afán de divulgar la cultura nacional, también produjo una serie de zarzuelas a partir de los años 60 con música de algunos de los creadores y voces antes mencionadas y con actores de primer nivel en ese momento, como J. L. Galiardo, J. Moreno, E. Ramírez, A. Durán, D. Zurakowska, M. Cuadra, R. Rojo, M. J. Alfonso y M. Silva. Como curiosidad extra, estas “zarzuelas televisivas” se grababan en escenarios naturales, lo que unido a las música, las voces y las actuaciones, daban una notable calidad a las producciones. Ejemplos de ello tenemos en 1969 con La revoltosa, Bohemios y La canción del olvido. En 1970, El huésped del sevillano, y en 1972, El caserío.
Aprovechando el boom que desde los años 70 del pasado siglo tuvieron la representaciones líricas en Europa, el empresario José Tamayo creó aquí un espectáculo teatral de gran aceptación llamado Antología de la Zarzuela, montaje que se ha mantenido durante décadas, girando por los teatros del país y en algunos extranjeros.
Definitivamente, nuestro género lírico ha dado mucho de que hablar y no tiene nada que envidiarle a su hermana gemela, la ópera. La zarzuela es nuestro vino, a veces amargo, pero nuestro vino, y hemos de sentirnos muy orgullosos.
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