Almudena Ruz, madre de una bebé prematura de 27 semanas: "Cuando por fin me la dieron, no me lo creía"
Día del niño prematuro
Su hija nació en el Hospital Reina Sofía de Córdoba con 980 gramos y 36 centímetros y ha estado ingresada tres meses
El Hospital Reina Sofía de Córdoba registró 62 nacimientos de prematuros menores de 32 semanas en 2023
Córdoba/A las 27 semanas de embarazo, Almudena Ruz sufrió un problema inesperado: tuvo que acudir a Urgencias por un sangrado. Una vez allí, le dijeron que estaba de parto, así que de inmediato ingresó en el Hospital Materno del Reina Sofía con el objetivo de "pararlo todo lo posible". Estuvo allí una semana y los especialistas le dijeron que al día siguiente recibiría el alta porque "la niña no tenía síntomas de salir", algo que la familia celebró después de la incertidumbre vivida. Sin embargo, ese mismo día, el pasado 10 de julio, fue al baño y "la bolsa, que era como un globo de agua, me la cogí con las manos", recuerda esta madre.
Enseguida, llamaron a las enfermeras y comenzó el protocolo para preparar el parto porque había riesgo de infección. La colocaron con las piernas hacia arriba para que la bolsa volviera hacia dentro y, por suerte, no había partes fetales fuera, es decir, la niña estaba totalmente dentro porque "aún tenía mucho espacio". Estaba colocada de nalgas, así que fueron a cesárea de urgencia. Almudena Armada Ruz nació ese mismo 10 de julio, a las 27 semanas, con 980 gramos y 36 centímetros. Es lo que se considera una gran prematura (nacida antes de las 28 semanas o con menos de 1.000 gramos). Cada 17 de noviembre se celebra el día mundial de estos niños, que suponen entre el 6% y el 7% de los nacidos.
La mamá solo la escuchó llorar -lo que la tranquilizó, en cierta forma- porque los médicos se la llevaron corriendo y la metieron en una incubadora con un respirador. Ella estuvo cuatro horas en Reanimación que fueron eternas y en las que solo le pedía información a las enfermeras sobre su hija, sabedora de que con "27 semanas los bebés no están totalmente desarrollados, sobre todo sus pulmones". Su pareja pudo ver a la bebé y lo dejaron entrar en Reanimación para que tranquilizara a la mamá.
Tres meses de ingreso
Durante 12 semanas, la pequeña Almudena ha estado ingresada en Neonatos, tres meses que han sido "horribles". La pediatra, que "fue magnífica", ya les había advertido de que el proceso "iba a ser una montaña rusa, con momentos en los que la niña iba a estar bien y otros en los que no, que podía cambiar todo en un instante y que incluso podía no salir adelante". Cada día llegaban al hospital con "la incertidumbre de ver qué nos iban a decir". Eso sí, "las dos pediatras que hemos tenido y, en general, todo el equipo del Reina Sofía, son magníficos", destaca. Los pulmones de la bebé estaban por desarrollar y, además, con una semana de vida cogió una bacteria por un catéter "que se me la estaba llevando, no se movía, no tenía vitalidad y la intubaron". Esa etapa fue la "más angustiosa".
Desde el primer momento pudieron entrar a ver a la niña a Neonatos en las visitas que se realizan cada tres horas, aunque la mamá no pudo hacerlo hasta el día siguiente, ya que estaba convaleciente de la cesárea. Cuando la vio por primera vez sintió "una emoción que no se puede describir con palabras porque era tan poquita cosa, muy rosa, tan morena de pelo... Yo la veía guapísima", señala con emoción.
El pasado 1 de octubre por fin recibieron el alta después de tres meses de idas y venidas al hospital: "Cuando me la dieron, no me lo creía", resalta Almudena. Allí hay "más niños de los que creemos" y forjaron "un vínculo" con otros padres. Muchas veces se iban juntos a comer o cenar para "evadirnos de lo que es el hospital". "Se te hace pesado, pero ha merecido la pena", confiesa. Además, tuvieron "la suerte de coincidir con un grupo de gente muy buena" con la que incluso han quedado "después de que salgan todos los niños del hospital".
En este proceso, la madre intentó darle pecho a su hija, pero debido al estrés que estaba sufriendo y los disgustos que recibía, se le cortaba la lactancia. Incluso "llegó un punto en el que la niña cogió un virus, una enterocolitis, a través de la leche materna", así que decidió que lo mejor era dejarlo porque, entre otras cuestiones, ella tenía que tener una serie de restricciones en su alimentación y, comiendo fuera de casa, era difícil asegurarse de que se seguían esas pautas.
Para los abuelos, la situación también ha sido difícil. Los padres de Almudena y de José pudieron entrar en un primer momento a ver a la bebé, pero luego estuvieron hasta poco antes de recibir el alta sin verla porque "cambiaron algo las normas". "¿Cómo vivirías que haya nacido tu nieta, pero no la puedas ver?", cuestiona la madre, añadiendo que "era angustioso para ellos vernos mal a nosotros directamente y saber que la niña tenía sus días buenos y sus días malos". "Cuando la niña estaba bien, estábamos todos contentos, y cuando estaba mal, todos llorábamos", confiesa. Entonces, "lo vivieron como nosotros, pero a distancia, porque no podían verla".
Almudena pudo disfrutar de su hija y cogerla en brazos a los cuatro o cinco días de nacer, haciendo el piel con piel o método canguro. "Era una cosa tan chiquitita puesta en el pecho... Me cogía la mano y era una satisfación...", explica. Hasta que cogió la bacteria, un periodo en el que no podía salir de la incubadora porque estaba intubada. Ahora, la bebé tiene cuatro meses, pero un mes en edad corregida. Una vez en casa, la niña está perfectamente y toda la familia respira con alivio.
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