El anticlerical conservador que importó el estraperlo

Cordobeses en la historia

Alejandro Lerroux García creció bajo premisas militares y cristianas, renegó de ellas y arrastró siempre actitudes diametralmente opuestas a su praxis política y a su trayectoria personal

El anticlerical conservador que importó el estraperlo
El anticlerical conservador que importó el estraperlo

07 de marzo 2010 - 01:00

EN 1864, reinando Isabel II y gobernando O´Donnell, vivía en La Rambla el veterinario militar madrileño de ascendencia francesa Lerroux, descendiente de un escribano de cámara de Felipe V. Su mujer, riojana, le daría el 4 de marzo de ese año el quinto hijo, al que llamaron Alejandro Lerroux García. Vendrían luego cinco más, otros traslados y una vida de escasez que obligaba al padre a fabricar los zapatos de los hijos, cuando no estaba el servicio.

Alejandro creció marcado por la condición castrense del padre y por la moral cristiano-católica de la madre, hermana del párroco de un pueblo cercano a Benavente. Con el tío cura se marchó, en torno a los 10 años, junto a su madre y un hermano algo rebelde, mientras el resto de la prole permanecía en Vitoria con el padre -dice el historiador y político Jesús Pabón (Cambó: 1876-1947). En tierras leonesas, apunta, "fue escolar -aprendiz de latín, geografía e historia-, monaguillo, campanero y sacristán", y encontró las primeras razones del anticlericalismo y la irreverencia que marcaron su existencia. "Le perdí el respeto a los santos", escribiría el político.

En 1877, también bajo la custodia materna, se traslada a Madrid e ingresa en el Instituto del Noviciado, sin pasar del segundo curso de bachillerato ni perder la rebeldía. Intentan corregirlo, colocándolo de aprendiz en una imprenta a los 14 años, en tanto cumple la edad para su ingreso en la academia militar. Pero los conflictos familiares que provoca aconsejan acercarlo al padre, entonces en Cádiz. Allí viajó en 1878 y acabó como soldado en África, un suceso poco conocido que recoge Pabón citando a Miguel Carmona: "Era el primer gesto de rebeldía magnífica contra una forma de Estado". Acabaría desertando, declarado prófugo e indultado en 1886 con el nacimiento de Alfonso XIII, a los 22 años. Inicia entonces la militancia activa en los presupuestos ideológicos republicanos.

Con 26 años entra en el mundo del periodismo como articulista, cronista parlamentario y finalmente director de El País, El Progreso, El Intransigente, La Publicidad y El Radical; también en la cárcel, intermitentemente entre 1888 y 1889, por sus comentarios políticos. Ya en 1907 sufre el primer exilio, y el segundo en 1909 tras la Semana Trágica de Barcelona, en donde sus rivales lo habían apodado el Emperador del Paralelo. Habían pasado ocho años desde su entrada en política por Unión Republicana, como cofundador en 1901, el partido que abandonó 1908 por el Republicano Radical. Dos años después la Conjunción Republicano-Socialista le daría acta de diputado. En 1914 sus primeros escándalos por corrupción le quitan la confianza de los catalanes y se presenta por Córdoba. Luego logra sobrevivir políticamente con Primo de Rivera, en la primera muestra del transfuguismo que lo definió. Arribista nato, en aquellos años de blanda oposición caviló para obtener la titulación de todo político de su tiempo: Derecho. En 1923 consiguió saltar del segundo curso en el Noviciado a la licenciatura en Tenerife con un sólo examen. Participó luego en el derrocamiento de Alfonso XIII y en la proclamación de la II República en 1931, siendo ministro de Estado en el gobierno provisional de Alcalá Zamora. Entre 1933 y 1935 ocupó tres veces la jefatura de gobierno y los ministerios de Guerra y de Estado.

De su demagogia ofrece Pabón interesantísimas muestras como un mitin en Manlleu: las fuerzas vivas estaban reunidas en casa del alcalde, atentas a la cadena de voceros que entraban y salían dando parte de las "escandalosas" palabras de Lerroux. Aterrorizados escuchaban: "Ha dicho que la propiedad es un robo", "que hay que repartir la riqueza sin contemplaciones", "que vendrá la República, y cuando llegue…". El fin de la velada lo desató el desmayo de la alcaldesa consorte al escuchar: "¡Ha negado la virginidad de la Virgen!". Pero también sugirió: "¡Levantemos los velos de las novicias y hagámoslas madres!". Así, tras los saqueos y matanzas en los conventos catalanes, gritó: "Son ellos, son mis discípulos".

Ni la incontinencia verbal ni la incongruencia ideológica fueron la razón de su descalabro, si no escándalos como el llamado caso Straperlo, derivado del nombre de los socios Strauss, Perel y Lowann. Lo desató una carta al presidente Alcalá-Zamora del empresario holandés Daniel Strauss, denunciando el soborno por la introducción de una ruleta de juegos, trucada, en algunos casinos del país. Detrás de la concesión, mediante una comisión del 50% de las ganancias, estaban Alejandro, su hijo adoptivo y sobrino Aurelio, otros políticos del PRR y el boxeador Paulino Uzcudun. Alcalá-Zamora lo denunció al Parlamento el 27 de octubre del 35 y, en noviembre de ese mismo año, estalló el llamado asunto Tayá, nombre del naviero al que el Estado le había otorgado el transporte al Protectorado marroquí y las colonias africanas.

Tras rescindírsele el contrato, su compañía África Occidental reclamaba las subvenciones no cobradas y una indemnización. Al parecer, ninguno de los dos escándalos derivó en certezas, pero fueron la defunción política de Lerroux y del Partido Radical. Así las cosas, en las elecciones de febrero de 1936 era un cadáver político que sacó fuerzas para huir a Portugal cuando tronó julio. Volvió a Madrid en 1947 y, arrastrando el anonimato y el descrédito, murió el 27 de junio de 1949.

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