Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
La casita de Jesús
Antonio Deza | Presidente de Dejadnos Llorar
Esto debería haber sido una entrevista en estilo directo, de las de pregunta y respuesta, con el presidente de la asociación memorialista Dejadnos Llorar, Antonio Deza. Ya intentamos hablar con él a principios de año, cuando arrancaron las primeras catas arqueológicas en el Cementerio de la Salud, pero la prudencia que caracteriza a este cordobés hizo que la conversación se retrasara hasta este frío mes de noviembre.
Sobre la mesa, una serie de preguntas preparadas y la grabadora a punto de arrancar. Sin embargo, de camino a Foro Romano, calle en la que se encuentra la redacción de el Día, Antonio Deza se entera de que el gobierno municipal va a revertir el nombre de la vía y va a volver a llamarse Cruz Conde (sin el José, para salvar los pormenores que pudieran existir en la Ley de Memoria Democrática).
“He venido por respeto y cortesía” son las primeras palabras que Deza pronuncia, a lo que añade: “Pero un poquito antes me he enterado de que mañana van a cambiar el nombre de esta calle otra vez”. Esta decisión, reconoce, “me crea una situación muy compleja, no me apetece hacer declaración ninguna”. Le digo que podemos obviar el tema del callejero, palabras que se producen en el mismo momento en el que el alcalde, José María Bellido, en una rueda de prensa para hablar de otro tema, afirma que este asunto “no es lo importante”, sino “arreglar la situación de los barrios”.
Deza, a unos cuantos metros de la Sala de Comisiones del Ayuntamiento y en una respuesta que es pura coincidencia, apunta que “la situación es complicada e insoportable”. “Estamos hablando de genocidio, con más de 4.000 personas ahí, y que se estén haciendo honores a los que provocaron ese genocidio y luego lo mantuvieron es insoportable”, manifiesta.
Lo que iba a ser una entrevista al uso se convierte en una conversación de más de media hora en la que pregunto directamente al presidente de Dejadnos Llorar si puedo publicar las cosas que me está contando. Me dice que sí, justificando que “si las personas no tenemos confianza entre nosotros, entonces sí que estamos perdidos”.
En esa charla, Deza es tajante, reconoce que a “mi edad” el carácter ya cambia poco y afirma que “estamos en una coyuntura en la que somos demócratas o no lo somos. No podemos ser medio demócratas, igual que no podemos ser medio honrados o medio decentes”. Trae consigo una revista que recoge informes de las Naciones Unidas, publicada en 2013 y en la que se hacen hasta 43 observaciones al Estado español para que las cumpla en un plazo de cinco años, que acaba de terminar ahora. “Si se lee [la revista] se valorará mucho más democracia, algo que no estamos haciendo lo suficientemente bien y corremos el riesgo de perderlo. El salto que a todos los efectos ha dado este país no se puede negar y hay que defenderlo con uñas y dientes”, aconseja Deza.
Junto a la revista trae otras dos carpetas. Una de ellas lleva por título Quinta parte. Consideraciones de base para acometer un programa de actuaciones en los cementerios de La Salud y San Rafael. Se sabe la paginación de memoria y declara que existe una propuesta en las páginas 528 y 538 donde parece ser viable hacer los trabajos para encontrar los restos de varias víctimas del golpe de estado del 36. Pero, advierte, “no en todos los sitios que, documentalmente, se dice que tiene que haber restos los hay, después de 83 años puede no haberlos”.
A Deza, como a muchos (casi a la mayoría), le pesa que esos restos estén enterrados en fosas donde los familiares no puedan honrarlos. “Nos habíamos propuesto no buscar culpables, de que hayan pasado 83 años todos somos culpables”, opina, “fundamentalmente los 40 años del franquismo”, remata.
El presidente de Dejadnos Llorar pide cerrar la herida y contar bien lo que ha pasado, sobre todo, por los que vienen detrás. “Que dejemos esta herida abierta para las futuras generaciones no honra a nadie. Los que somos mayores y tenemos nietos no quisiéramos dejar esto”, insiste. “En muchísimos casos, a pesar de que vosotros tenéis carreras [nos mira al fotógrafo y a mí en representación de una generación], la historia de España no se ha explicado”. “Hay quien dice que queremos reescribir la historia, mentira, son páginas inéditas que no se han conocido”, apunta.
Deza deja claro que “no se va en busca de nadie, se pretende algo mucho más simple y sencillo, visto desde el plano humano, con la creencia que se quiera”, exhumar los restos y darle una sepultura digna: “¿Cómo vamos a dejar a las criaturas abandonadas en las cunetas?”.
Esta pregunta le lleva a recordar de nuevo el cambio del callejero y reitera que al crear Dejadnos Llorar “eso es lo que pretendía”, localizar a las víctimas, sacarlas y dárselas a sus familiares. “Yo no creé una asociación para confrontar con nadie y mucho menos con instituciones; la creé para fomentar la paz y la concordia, la concordia de verdad”, se lamenta. Pero, “la restitución de los honores a fomentadores del golpismo me crea una situación que te ruego que me entiendas porque es anímica, de mucha profundidad”, se disculpa.
También reconoce que puede haber pecado de “inocente” al creer por un momento que se no iba a revertir el cambio del callejero, “mucho menos cuando se apoyan las exhumaciones” (José María Bellido se reunió hace una semana con Dejadnos Llorar y manifestó su intención de que así sea). “Creo en la congruencia. En la vida todo tiene que ser coherente”, insiste y también deja clara su opinión acerca de la medida de usar solo Cruz Conde y no José Cruz Conde o Vallellano, sin el Conde de. Ese argumento, critica, “me parece una burla, es lo que más me molesta”. “Si quieres poner José Cruz Conde defiéndelo y sé consecuente, buscar subterfugios me revienta más todavía”, reprocha. Para Deza, “con la honradez y la verdad por delante es con lo que se va a todos los sitios. Así es como se abre camino en la vida”.
El presidente de Dejadnos Llorar también hace historia y apunta que “esas criaturas no murieron en una guerra, los 4.000 y pico que hay ahí [en las fosas de Córdoba] no murieron en una guerra”. “Se cuenta que hubo una guerra y unos mataron y otros también, eso es evidente, y en los dos frentes y en las retaguardias se cometieron horrores, como en todas las guerras. Tendríamos que repudiar esa guerra. Pero eso no puede ocultar que hubo un golpe de estado que fue la que provocó”, recuerda.
Relata que, en el caso de Córdoba, casi como en el resto de Andalucía, “no hubo guerra”. Expone que aquí “se fue en busca de los centros de trabajo donde estaban metidos y esperaron a que terminaran la faena y por la mañana los fusilaron”. “Está en las hemerotecas”, defiende Deza: “De eso se trata, de no decir mentiras ni exagerar”. “Eso no puede quedar oculto, eso lo tienen que saber las nuevas generaciones para que no se repita nunca más. Por eso hay que honrar a esas criaturas”.
Para quien ha sido y es uno de los grandes empresarios de Córdoba, fundador del grupo Deza, todo este tema le causa una sensación de “pena y frustración”. “Después de los años que llevamos me siento muy incomprendido por todo el mundo”, admite y aclara que esto no es algo de ideología política. El gobierno municipal actual, de PP y Ciudadanos, es quien ya prometió en campaña (especialmente los populares) que volvería a recuperar los nombres de las calles. Pero para Deza no solo la derecha tiene que ver en toda esta frustración. “En el sector de la izquierda de Córdoba tampoco he tenido grandes apoyos ni colaboraciones”, manifiesta.
Para este cordobés, es difícil de entender, como para mucha gente, que aún se esté en este punto cuando existen numerosas leyes que amparan políticas de memoria histórica, como eliminar calles a golpistas o la necesidad de abrir las fosas. “Lo que pedimos en cuanto a la reparación de las desapariciones forzadas está amparado por la Convención de los Derechos Humanos, por todos los tratados internacionales, por las leyes nacional y andaluza, pedimos justicia amparados por las leyes. Parece mentira que no se cumpla”, admite disgustado.
A todo ello agrega que “si una cosa se ha hecho con tanta participación, con historiadores de tanto prestigio, con trámites tan largos” no entiende que “ahora venga otra administración y anule lo que se ha hecho antes y de esta manera”. Eso, “o que venga un juez y dé más importancia al informe de una asociación de vecinos que a unos historiadores”. Todo ello “no encaja en la defensa de la democracia, si es que queremos ser demócratas, porque si no lo queremos ser pues lo decimos, ahí están los de Vox”.
Para el empresario, el problema está en que “tenemos unos políticos que no hacen la política de la sociedad en general” porque “estamos en un país que es una maravilla por donde quieras que vas, ¿qué motivos hay de discordia?”.
La tercera carpeta que había traído a la entrevista se compone de 110 páginas. En ellas aparecen varios listados de víctimas que yacen en las fosas comunes de los cementerios de Córdoba, concretamente, 2.252 de los que se tienen nombres y apellidos.
Deza cuenta su historia personal. La vida quiso que naciera en el año 1936 y asegura que “yo no quisiera que en la vida ningún niño pasara lo que yo pasé, me quitaron la infancia”, a pesar de que “durante muchísimos años viví en la ignorancia porque la familia no te contaba nada para protegerte”. En ese golpe de estado mataron a su hermano mayor y su padre fue movilizado por los golpistas para desertar en la primera oportunidad que tuvo: “Ahí la tragedia ya es tremenda”.
En los últimos minutos de esta conversación, Deza nombra a Machado, Lorca y Cervantes. Sobre los primeros, recuerda que “hemos tenido la desgracia de pasar 40 años de dictadura donde no se podía leer a Machado o a Lorca”. De Cervantes evoca una frase de el Quijote con la que remata la charla: “Valdría la pena jugarse la vida por la libertad”.
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