"Los artistas siempre viven en crisis"

Propone que los creadores se unan, alquilen un espacio para sus obras, se conviertan en autónomos y busquen nuevas vías

Fernando González Viñas

10 de junio 2012 - 01:00

GARCÉS es uno de los artistas más singulares de la ciudad. Sus obras no dejan indiferente a nadie, desde las que se pueden contemplar en las salas de exposiciones, hasta las ilustraciones para libros infantiles como Mar, el niño del agua.

-Me ha dicho que no quiere que le pregunte por la política, ¿pero hay alguien que quiera saber algo de política?

-Venía pensando yo que, como las ideologías han desaparecido, lo que quedan son los intereses personales y gente que con palabras honorables trata de esconder la mentira, la falta de honor y la falta de dignidad que tiene. Sí que me encuentro un poco indignado por los que nos representan, me da igual el signo político.

-¿De qué color es la política?

-La política creo que ya no tiene ningún color. Soy un completo analfabeto en economía y, por eso, me manejo siguiendo el sentido común. Eso te hace ver muchas veces lo que otros intentan esconder con palabras supuestamente intelectuales. El color de la política es el color de los mercados, son cosas quizá muy obvias, pero no creo que vaya desencaminado.

-¿Algún político dará con la solución a este embrollo?

-No sé si existe una solución, pero sí que creo que existe una manera de dirigirse a la gente. Desde que tengo uso de la razón oigo que la política es así. ¿Si todas las personas y grupos sociales pueden esforzarse para cambiar por qué no lo hacen los políticos? La solución es difícil, pero si los políticos se siguen dirigiendo a nosotros de esa forma tan mentirosa, la gente se desencanta.

-Cuando se mira su pintura se ve algo muy sencillo, muy infantil si se me permite. ¿Es infantil su pintura?

-No, no es pretendidamente infantil. Lo único que pasa es que yo pinto tirando de sensaciones y emociones que vienen un poco de lo antiguo. Siempre digo que el descubrimiento de un lugar nuevo cuando éramos pequeños es maravillosos porque es la primera vez que lo vemos y, por tanto, nos produce sensaciones misteriosas y mágicas. Esas sensaciones aparecen de vez en cuando en una mirada, en un olor, en un espacio y, por ese motivo, la gente tiende a decir que mis cuadros tiene un aire infantil. Decía Vygotski, uno de lo psicólogos de la educación, que la diferencia entre un adulto y un niño es que este último tiene toda la actitud intuitiva, imaginativa, fantasiosa para crear, pero le faltan recursos, experiencias vitales. El adulto tiene esas experiencias, pero ha perdido la actitud imaginativa. El artista quizá conserva esa actitud y capacidad de fantasear y, además, la entrena.

-¿Cómo explicaría a un niño cómo es la pintura?

-A un niño no hay que explicarme cómo es la pintura. Un niño vive la pintura sin prejuicios. Mientras que un adulto entra en una sala de exposiciones, con toda la cultura que lleva a cuestas, tiene muchos prejuicios, el niño entra más desnudo y puro y lo vive directamente.

-La crisis inmobiliaria ha llevado al país a la ruina justo cuando usted ha llenado su pintura de edificios ¿A qué se debe eso?

-Yo empecé en 2004 a pintar casas porque tenía una obsesión por esas casas amorfas en mitad de la carretera, sin planteamiento urbanístico y con estilo hortera. Me llamaban mucho la atención esas casas feas.

-¿La pura realidad?

-Cierto. Empecé a pintar casas y transformarlas según mi parecer para que el resultado no fuese una casa hecha con lógica. Fue un poco la admiración por esas casas aisladas en la carretera que luego derivaron en urbanizaciones y ciudades.

-¿En el mundo de los artistas se nota la crisis porque se acaban las subvenciones o porque la gente invierte en el arte como refugio?

-Los artistas viven siempre en crisis, por lo tanto, no me asusta la crisis actual. Lo que sí me molesta es que te pidan una rebaja cuando el pintor siempre está en crisis y, si acaso, lo que hay que hacer es ayudarle. En cuanto a las subvenciones, puedo decir que no sé cuántas ayudas dan al campo. Por ejemplo, el programa Iniciarte estaba dotado de un millón de euros al año y eso no daba de comer a los artistas. Lo único que permitía es que algún artista iniciara algún tipo de exposición un poco más costosa a la que no se hubiese atrevido sin ayuda. Por otro lado, se ha empezado a pagar honorarios a los artistas. Como a cualquier otro artista, creo que se deberían pagar unos honorarios como se hace con un músico o un poeta cuando lee o toca. Estamos todavía en pañales en ese sentido y parece ser que el artista se tiene que conformar con exponer cuando eso no es ningún regalo porque la sala, si es institucional, es de ámbito público y pertenece a todos.

-¿Compensa el mundo de las exposiciones en galerías?

-El galerista debe ser igual de comprometido y trabajador que el artista. Cuando un pintor está un año entero trabajando para una exposición, el galerista debe de trabajar igual porque, en ocasiones, cuelga la muestra en su sala y se olvida de ella y, encima, se queda con un 50 %. Lo mejor que podríamos hacer los artistas es alquilar un espacio entre unos pocos y hacernos autónomos e intentar buscar otra vía económica.

-¿Reniega de las galerías?

-De las que no hacen su parte de trabajo. Hay otras que sí trabajan, pero me da la sensación que son las menos.

-¿Este país cuida a su artistas vivos o hay que morirse para que le hagan a uno caso?

-Realmente no tengo mucha conciencia de eso, pero el refrán de que nadie es profeta en su tierra puede ser cierto. A los artistas no sólo se les debería valorar en vida lo que han hecho bueno y tampoco acordarnos de ellos cuando estamos en el entierro. Siempre nos quedamos con las cosas malas de los demás, recalcando sus debilidades.

-Háblame de sus abuelas, de esas mujeres que tiene en su curso de pintura en vez de estar bañándose con el Imserso en Torremolinos.

-Quizá la palabra abuelas no sea la más adecuada. Hay un poquito de todo, pero el grupo de alumnas que tengo son gente con una ilusión maravillosa, fantástica; son gente de mediana edad, algunas ya son abuelas, y son gente estupenda porque han luchado un montón por sacar a su familia adelante y, ahora que pueden intentan salir volcarse en la pintura, hacer una exposición, mejorar, tener reconocimiento: eso una cosa maravillosa. Me vuelco en ayudar y enseñarle todo lo que puedo y estoy muy orgulloso de ellas.

-¿Qué ha aprendido de ellas?

-De ellas se aprende la vida. Yo siempre digo que de cualquier persona se puede aprender, sobre todo, si es mayor que nosotros. Cualquier persona que se dedique a la pintura tiene una manera de ver la vida muy enfocada en las emociones, en los sentimientos, en el disfrute de las cosas y, además, no son muy materialistas. Cualquier cosa que te cuenten te sirve para aprender y no sólo se aprende de los que tienen estudios, sino de la gente que tiene vida, que tiene experiencias.

-¿Por qué la mayoría de sus alumnos de pintura son mujeres?, ¿a qué se dedican los hombres?

-Es una cosa que realmente no entiendo, pero sí es verdad que la mayoría son mujeres. No sé si actualmente hay más mujeres que hombre en las facultades de Bellas Artes. Quizá tengan menos timidez a la hora de apuntarse a un curso de pintura y no tengan tantos prejuicios.

-¿Han descubierto ellas una nueva Córdoba dibujándola?

-Creo que sí, el ejercicio de pintar al natural es un ejercicio que recomiendo a todo el mundo porque cuando miras las cosas de nuevo y te empeñas, descubres un montón de misterios que subyacen en la realidad más superficial. Sí que es verdad que en el curso de paisaje que doy tratamos de pintar en todos los sitios, desde la Córdoba tradicional hasta la más moderna. Tratamos de ver que lo bonito de la ciudad no sólo puede ser un patio con flores, también puede ser una avenida o un descampado con farolas encendidas al fondo.

-¿Alguna vez le han dicho que tiene una pinta muy rara?

-No lo pienso. Me quedé calvo con 24 años y cuando voy por la calle no soy consciente de que soy calvo. En el colegio me llamaban chino, había bastante cachondeo con mi aspecto en mi adolescencia, pero es una cosa superada.

-¿En la noche se conoce a mucha gente rara en esta ciudad?

-En la noche hay mucha gente rara, pero también hay mucho de máscara, de pose, de querer parecer lo que no es. Realmente, cada vez me sorprende menos la noche porque la gente va un poco a vender su imagen y cuando los ves de día son más normales de lo que parecían.

-¿La inspiración del artista se encuentra en la noche entre gin tonic y gachises?

-La chispa puede aparecer en cualquier lado. Para mí un motivo inspirador es el vino. Siempre recuerdo salir de la taberna Cabezas con muchas copas de vino encima y viendo como las farolas encendidas hacían el efecto de las estrellas. Quizá en la noche haya algo de eso, que te quita la autocensura y se pueden encontrar algunas sorpresas.

-¿Con el cierre del club Yardin y el Caballo Blanco esta ciudad ha perdido sus esencias artísticas?

-Claro, estaba yo pensando en lo políticamente correcto que es un arma de doble filo porque nos invita a tener cuidado y a no mencionar a las cosas que hacen daño, como a la hora de criticar a un político, donde no entran las palabras mentiroso o falso. Estos clubs son sitios que han sido frecuentados por muchos hombres -aunque y lo digo de verdad, yo no he ido nunca- y, en ellos hay algo de la Córdoba profunda que no se debe perder y yo abogo por luchar por lo local porque en lo local está lo universal.

-Su familia estará muy orgullosa de haberle dado una mirada que enamora a una brasileña...

-Eso es porque uno ha visto muchas películas de galanes y siempre he pensado que podría llegar a conquistar a una maravillosa brasileña como con la que estoy. En fin, encuentros que le cambian a uno la vida y lo hacen feliz para siempre.

-¿A usted le gusta aparecer como macho español ante ella? Sea sincero y si es necesario políticamente incorrecto, por favor.

-Yo creo que eso es importante. Aquí debería ser políticamente correcto, pero no lo seré. En el fondo, aunque hay mujeres que reivindican un hombre sensible, creo que las mujeres deben ver también en el hombre con el que están el macho cabrío, el macho bragado, eso es muy importante. Pero eso no quita que la posición del rol del hombre haya cambiado. Pero el macho español de las películas de Alfredo Landa y José Sacristán tiene que aparecer en algún momento, porque ese macho les recuerda a sus padres y el amor que una hija le tiene al padre, de alguna manera, trata de verlo reflejado con la pareja con la que está.

-O sea que todo se reduce a un asunto freudiano.

-Pues sí, es posible.

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