Beatriz Cano, víctima de violencia machista
Historia de Córdoba con nombre de mujer
El doctor Peramato o Pedro Mato o PeroMato como figura indistintamente en diversos textos, asesinó por celos a su mujer Beatriz en el año 1573
Córdoba/Hoy recuperamos la memoria de una de las mujeres cordobesas víctimas de violencia de género, asesinada por su marido con el beneplácito de la sociedad de su época. En nuestra ciudad encontramos nombres de calles muy variados, incluida una dedicada a un asesino de su mujer: la Cuesta de Peromato, que conecta la Plaza de Jerónimo Páez con Altos de Santa Ana, siguiendo el trazado de una antigua calle de época almohade
La historia de Beatriz es la historia de su asesino, del cual tenemos más datos que de ella, pues hasta es dudoso, según qué texto se consulte, que el apellido de ella sea Cano. Así, la víctima queda más invisibilizada aún
Se desarrolla este terrible episodio en el siglo XVI precisamente en la casa donde vivía el matrimonio en esa Cuesta de Peromato: “En la última casa de la acera izquierda, que forma rincón y es conocida por la de la Escalerilla, por una que tiene delante para subir desde la calle a una habitación alta”.
Este suceso contiene ese halo de leyenda que a veces enmascara la historia real. Las referencias a este terrible caso se remontan a c.a. 1618 y perviven en textos hasta el siglo XIX: Diálogo de Colodro y Escusado, Casos notables de la ciudad de Córdoba, Sucesos y casos notables de la ciudad de Córdoba, Casos raros ocurridos en la ciudad de Córdoba. Se trata de manuscritos que en parte se recogerán en Paseos por Córdoba de Ramírez de Arellano o en ediciones como el facsímil de 1982 Casos Notables de la ciudad de Córdoba (¿1618?) editado por mi padre Francisco Baena Altolaguirre, que son los dos textos seguidos para este artículo.
El doctor Peramato o Pedro Mato o PeroMato como figura indistintamente en diversos textos, asesinó por celos a su mujer Beatriz en el año 1573.
Resumidamente, la historia cuenta la vida de una feliz familia con dos hijas, hasta que un miembro de la familia Páez de Castillejo que vivía en el cercano palacio se fijó en Beatriz, comenzando al parecer una relación de la que era testigo una criada de la casa de Pero Mato. Esta criada, por motivos que se dicen de venganza, delató a su señora revelando a Pero Mato la situación, quien encolerizado juró venganza. Por ello, Beatriz en ese momento se refugió en el Convento de Las Recogidas, lo que el marido entendió como una revelación de “culpabilidad”.
Como en la ciudad se extendió el escándalo y el deseo de venganza del doctor, “tanto el obispo Fresneda como otros muchos amigos del doctor empezaron a disuadirlo de aquella idea, suplicándole que por el amor que tenía a las dos niñas perdonase a aquella la ofensa y la recogiese en su casa, dando palabra de no ofenderla, temerosos como estaban, tanto por el fuerte carácter del médico como por lo mucho en que estimaba su honra”. Le pidieron un seguro de que no le haría ningún mal, volviendo Beatriz a su casa “donde empezó a hacer una vida tan recogida que no salía a misa, puesto que esta la oía en un oratorio que al efecto le costeó su marido”, lo que de facto significa que vivía encerrada en la casa.
Tiempo después, una mañana cuando Pero Mato salió a trabajar encontró sobre la puerta de la casa una ristra de cuernos de cabra, la cual descolgó y guardó, refrenando su venganza por la promesa que había hecho de no hacer ningún daño a su mujer. Pero cuando volvió por la tarde a su casa, estranguló a Beatriz y la mató. La ristra de cuernos que alguien colgó en la puerta fue detonante de ese asesinato, lo que nos lleva también a la responsabilidad social de la comunidad.
Después de un rápido juicio fue condenado a muerte, pero siendo el médico de confianza de las personas más poderosas de la ciudad se le conmutó por pena de cárcel, de la cual fue indultado también. Continuó su vida como médico de grandes personalidades de la época en Córdoba y Sevilla, labrándose una gran carrera y fortuna y “escribió unos libros de mucha gravedad, y tanto, que fueron estimados, y lo han sido de todos los hombres doctos de nuestros tiempos, con grande opinión de muy doctos”.
La sociedad de la época, como muchas veces sigue sucediendo, lo tomó como una cuestión de honor del médico, tachándose a Beatriz de mujer de gran maldad y cuya infidelidad conyugal no podía perdonarse. Así, en la ciudad de Córdoba aparecieron romances y cantares, de los que el más famoso era el atroz: "Pedro Mato / mató a su mujer; / físolo tarde, / mas físolo bien", que socialmente justifica este asesinato.
Nada de esto nos es ajeno, pues la violencia contra las mujeres siempre se enmascaró y justificó como cuestión de honor, infidelidad, venganza etc., quedando siempre la mujer en la posición de culpable, por atribuirle maldad e inmoralidad, frente a los verdaderos asesinos.
Sea como sea, esta historia aceptada en la ciudad desde siglos muestra esa violencia estructural contra las mujeres que siempre ha existido, y que desgraciadamente sigue sucediendo en este siglo XXI. Y una de las peores consecuencias es mantener el nombre de un asesino en una de nuestras calles, habiéndose pedido desde hace tiempo por diversos colectivos que se cambie ese nombre de la Cuesta por el de Beatriz, la víctima.
A esta petición nos unimos hoy, pues es necesario dignificar la memoria de las víctimas y no la de los asesinos como Pero Mato, manteniéndose una calle como "premio" a su crimen. Es de justicia, por tanto, que la calle lleve el nombre de Beatriz.
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