Los bomberos de Córdoba en Turquía: "La esperanza es lo último que se pierde; estamos a 'full' hasta el final"
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Salva García, efectivo del Consorcio Provincial de Bomberos, cuenta cómo está siendo el trabajo en la zona cero, donde empieza a haber caos por la falta de agua, comida y luz
El trabajo de los bomberos de Córdoba en Turquía: en el epicentro, a 20 grados bajo cero y descansando tres horas
Los bomberos de Córdoba rescatan a una niña en Turquía
La situación cada vez es más complicada en la zona cero del terremoto de Turquía, donde se han desplazado tres bomberos cordobeses y sus dos perros para ayudar en las labores de rescate de supervivientes. "Empieza a ser un caos porque hay mucha gente que demanda comida, agua y luz", explica Salva García, efectivo del parque de Puente Genil que forma parte del contingente de Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF).
Salva está en Elbistan junto a dos compañeros más del Consorcio Provincial de Bomberos: Antonio Caballero (del parque de Baena) y José Gregorio Martín (del de Priego de Córdoba). Y con ellos están dos perros especializados en rescate, Bolo y Harpo, a los que consideran uno más del equipo.
Desde la madrugada del martes, trabajan a contrarreloj para localizar a supervivientes del terremoto y así lo harán hasta que tengan que volver a España: "La esperanza es lo último que se pierde, estamos a full hasta el final", confiesa Salva.
Porque, aunque lo normal es que pasados los tres o cuatro días no se hallen personas vivas bajo los escombros, "hay casos en los que se ha encontrado un superviviente una semana después", explica este bombero. Sí es cierto que en esta catástrofe las circunstancias son muy difíciles por la dureza del clima, con temperaturas que llegan a los 20 grados bajo cero por las madrugadas y crueles heladas.
Por eso, el tiempo juega en contra de los rescatistas, que encadenan una jornada tras otra sin apenas parar. "Aquí sabes cuando empiezas, pero nunca cuando acabas" porque, además, "en cualquier momento te pueden llamar", señala Salva. De hecho, desde que llegaron, han descansado unas dos o tres horas diarias. Muchas veces, ese descanso se hace "en los trayectos", cuando aprovechan para echar una cabezada.
A las duras condiciones climatológicas se une el miedo a las réplicas del terremoto. Este bombero cordobés explica que ha habido varios temblores pequeños desde que llegaron. Aún así, hay muchas personas que "están por la zona porque creen que pueden escuchar a algún familiar" que haya quedado atrapado bajo los escombros y hacen candelas para soportar las heladas. Otras piden comida, agua y luz, bienes que ahora mismo son imposibles de conseguir en el epicentro de la catástrofe.
Ellos, los bomberos, están "con lo puesto" desde que llegaron y no saben si en algún momento van a poder cambiarse. Pero, como asegura Salva, están acostumbrados a situaciones así por experiencias anteriores. Por ejemplo, él mismo ha estado en desastres naturales en Indonesia y Ecuador. En estos casos, ante la escasez de agua para asearse, "tiramos de nuestro mejor aliado, que son las toallitas". Por ahora solo tienen agua embotellada que usan para beber y cocinar.
El contingente español de Bomberos Unidos Sin Fronteras -en el que también van profesionales sanitarios- estará en Turquía diez u once días, por lo que cuando haya pasado el tiempo de rigor para encontrar supervivientes se dedicará a otras labores de ayuda a las víctimas. Luego, los relevará otro grupo.
La experiencia está siendo "buena", aunque hay "mucho trabajo y las condiciones son muy malas". El contingente tuvo la "suerte de salir pronto de España y llegar pronto a la zona cero", así que se pusieron rápidamente a trabajar en las primeras horas, las más importantes para encontrar vida bajo los edificios derrumbados.
De hecho, este miércoles lograron sacar con vida a una niña después de 12 horas de trabajo a contrarreloj. Para acceder a ella tuvieron que desplazarse por conductos muy estrechos durante varios metros e ir desescombrando manualmente en la medida de lo posible. Las labores de rescate comenzaron sobre la 01:00 de la madrugada y estuvieron hasta la tarde.
Cuando pudieron tener contacto físico, ella "estaba contenta, pero la situación era extraña" y además no sabía que su madre y su hermana, que estaban junto a ella, habían muerto. Le dieron zumo y agua, pero en un determinado momento perdió la conciencia, así que rápidamente intervinieron los sanitarios, que le pusieron una vía. Finalmente, pudieron liberarla y sacarla al exterior.
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