
La Gloria de San Agustín
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Apagones, guías y flores
El caballo hispano-árabe es probablemente la raza equina más representativa de cuantas habitan la península ibérica, y lo es por su imponente belleza y por cualidades como la nobleza del animal, inherente a una raza que se originó en Córdoba del califato y que ayer volvió a ser protagonista en la ciudad.
Resulta curioso que Córdoba haya tardado tanto en celebrar el primer concurso morfológico de esta raza puesto que, según explica el director del libro genealógico de la Unión Española de Ganaderos de Pura Raza Hispano-Árabe (Uegha), Javier Fernández, es en esta provincia donde está datado su origen.
Un origen que está en el desembarco de los árabes en Al-Ándalus, y el cruce de los caballos que éstos traían de Arabia y Marruecos con las razas equinas del Valle del Guadalquivir, lo que dio como resultado un animal "imponente, bellísimo y distinto a los demás", que además, con el paso del tiempo, demostró una gran funcionalidad. Fernández, que también fue juez del concurso, señala que esta raza es una de las más antiguas de la península ibérica y está intrínsecamente ligada al campo andaluz, especialmente al manejo de ganado bravo y manso.
El caballo hispano-árabe se cría en extensivo y en relación a su uso para el manejo del vacuno, y a partir de los tres años se orienta a la doma vaquera y de acoso y derribo, que son los dos pilares fundamentales de este caballo. Para su florecimiento, el animal necesita espacio en el que desarrollarse, una buena finca, lo que no ha sido óbice para que el crecimiento de esta raza haya sido sostenido, de modo que, aproximadamente, se inscriben en torno a 400 caballos al año, y se venden otros tantos.
En su venta juegan un papel muy importante premios como los de este concurso, que si bien no tienen un gran valor económico sí que sirven como espaldarazo para el ganadero y para la comercialización de estos ejemplares. En el caso de Córdoba, acudieron 14 ganaderías distintas, de provincias como Huelva, Cádiz, Sevilla, Córdoba y Málaga, con un total de 40 ejemplares concursantes al morfológico, más otros 18 que participaron por la tarde en el ciclo de caballos jóvenes de doma vaquera. Fernández afirma que Córdoba tiene una gran raigambre para el caballo hispano-árabe, por lo que realizar este concurso es "de justicia" y da cumplimiento a una demanda histórica de los ganaderos de la provincia y de Andalucía.
De hecho, a pesar del clima, más de un centenar de personas asistieron al concurso, celebrado a cubierto en las Caballerizas Reales de Córdoba, por las que paseaban decenas de caballos. Entre ellos estaba Embite, un semental marrón de unos seis años, que con toda la tranquilidad se dejaba tocar y peinar antes de entrar a concurso. Su encargado, Francisco Javier Andrés, de la ganadería Hermanos Rubio Marín, afirmaba que el caballo hispano-árabe es "muy completo", porque aúna la nobleza, lo que lo hace apto para el campo, y la "chispa", que lo convierte en perfecto para la doma. También destacaba su belleza, fruto de la unión de caballos árabes e ibéricos en una Córdoba que ayer vio de nuevo desfilar por Caballerizas otro de los frutos de su histórico papel de crisol de culturas.
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