El calor, la vegetación y la topografía: las claves de los incendios forestales en Córdoba

Medio Ambiente

El Laboratorio de Incendios Forestales de la UCO examina al milímetro los fuegos en el campo para ver su evolución y cómo hacerles frente

Juan Ramón Molina advierte de que Cerro Muriano "tiene un gran riesgo potencial histórico"

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Uno de los investigadores del Laboratorio de Incendios Forestales de la UCO / Juan Ayala

Córdoba/"Los incendios forestales han estado, están y estarán siempre porque estamos en un ambiente mediterráneo". Es una de las afirmaciones que más suele utilizar Juan Ramón Molina, director del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Córdoba (UCO), quien también reconoce que eliminar las llamas en el medio natural es "imposible". Dentro de este laboratorio de investigación, que tiene más de dos décadas de vida y que puso en marcha Francisco Rodríguez y Silva cuando la Escuela de Agrónomos aún estaba ubicada en el campus Menéndez Pidal, se examinan al milímetro los incendios forestales para conocer cómo evolucionan y cómo acabar con ellos de la forma más rápida posible.

Ubicado en el Campus de Rabanales y siendo uno de los pocos laboratorios de estas características que hay en España -en Andalucía es el único-, sus integrantes trabajan codo con codo con las llamas para desentrañar su comportamiento. Durante todo el año -a excepción de la época de fuegos forestales-, según expone a El Día Molina, "nos dedicamos a valorar qué ha pasado en cada incendio y ver dónde hacer la infraestructura preventiva y cómo acceder y, para eso necesitamos fuego real". Es por ello, que "necesitamos quemas experimentales y prescritas para ver qué dimensiones tienen que tener las infraestructuras o dónde hay que hacerlas", añade.

Esto significa que estos investigadores de la UCO ensayan con fuego real y "con ayuda del Plan Infoca hacemos fuegos reales para probar diferentes cosas", anota Molina. Entre otros factores, sus análisis abordan, por ejemplo, la distancia de seguridad de los combatientes con las llamas "para no quemarse y no recibir cierta radiación" o el material de sus equipos de protección.

Prevención

Juan Ramón Molina, director del Laboratorio de Incendios Forestales de la UCO / Juan Ayala

Aunque comenzó a trabajar en 2005 en este laboratorio, fue hace un par de años cuando José Ramón Molina asumió su dirección y desde entonces no se cansa de repetir la idea inicial. "Es imposible eliminarlos y pensar que no vamos a tener incendios forestales viviendo en un clima mediterráneo. Serán más frecuentes, menos frecuentes, más pequeños, más graves, pero siempre van a estar conviviendo con nosotros; tenemos que aprender a convivir con ellos", insiste como si fuera un mantra.

Pero, ¿cómo puede ser posible esa convivencia con el fuego que arrasa con todo a su paso en plena naturaleza? Pues este doctor Ingeniero de Montes tiene clara la respuesta. En primer lugar, asegura que "hay que saber qué hacer ante un incendio forestal". Como ejemplo, expone la posibilidad de encontrarse en zonas habitadas, como Trassierra o Las Jaras. En este caso, subraya la necesidad de que las viviendas estén preparadas "con tratamientos alrededor y con unos materiales que no faciliten la inhibición del fuego". En este punto, también subraya la importancia de trabajar en prevención, tanto de carácter social y la concienciación de la sociedad, como "la prevención técnica o forestal donde se realizan medidas, que permitan poder atacarlo y apagarlo".

El Laboratorio de Incendios Forestales de la UCO colabora con administraciones públicas y también con entidades privadas, pero el grueso del trabajo lo desarrolla con las instituciones públicas en temas de asesoría y análisis de incendios pasados "para ver dónde hemos sido eficaces, eficaces pero no hemos sido eficientes o ambos casos y, proponer medidas o actuaciones para ser más eficaces y eficientes", explica.

En esta línea, hace un importante apunte al asegurar que "una cosa es ser eficaz, pero los presupuestos son cada vez más bajos y tenemos que ser eficientes, es decir, gastar bien el dinero que tenemos". "Estamos especializados en prevención y gestión", apunta Molina, quien alude al trabajo en prevención que llevan a cabo para saber "cómo y dónde hacer los cortafuegos". Para ello también tienen en cuenta "lo que ha funcionado y lo que no en los incendios" y con ello, "vemos dónde nos hemos equivocado".

La "bomba" de Cerro Muriano

Terrenos quemados en el incendio de Cerro Muriano. / Miguel Ángel Salas

El campo de tiro de la base militar de Cerro Muriano es casi todos los veranos uno de los focos de incendios forestales de la provincia de Córdoba. Por ejemplo, hace un par de semanas se declaró un incendio en esta zona con la afectación de 556,81 hectáreas fuera del recinto del Ejército de Tierra.

"Cerro Muriano tiene un gran riesgo potencial histórico en incendios como el de 2007", recuerda Molina. No en vano, aquel incendio arrasó más de 3.500 hectáreas. A pesar de que "el campo militar tiene un cortafuegos bastante grande, de los más grandes que hay en Córdoba, no es suficiente y necesitamos medidas adicionales", reconoce. Es por ello, que no tiene reparos en vaticinar que se vuelva a producir un incendio en esta zona de Córdoba "porque siempre tiene la misma tipología, el mismo comportamiento y viene limitado porque los medios terrestres y aéreos del Infoca no pueden actuar dentro por razones de seguridad". Es más, insiste en ello: "Si el fuego llega muy fuerte a la zona del perímetro donde estamos esperando para controlarlo es frecuente que no podamos hacernos con él, que es lo que ha pasado este verano y como pasó en 2007".

Molina también describe cómo es un incendio forestal y los factores que los desencadenan. Así, expone que "los fuegos tienen un comportamiento tan virulento y agresivo por tres razones: la meteorología -en este caso el calor-, la topografía -en este caso, Sierra Morena-, y la presencia de vegetación.

Respecto a la meteorología, el ingeniero alude al calor "que viene condicionado por la temperatura elevada, al viento y la humedad relativa". Es decir, que se trata de un elemento -el de la meteorología- que "no podemos cambiar". En el caso de la topografía, tampoco se puede cambiar. Por ejemplo, en Cerro Muriano recuerda que "hay muchas pendientes y muchas zonas que son inaccesibles".

En último lugar, explica la presencia de la vegetación, el "combustible, que es la única que se podría modificar. "Tristemente, cuando no se le da uso al monte, los fuegos son más intensos". Así, el investigador vaticina que dentro de unos años la vegetación quemada en este último incendio de Cerro Muriano crecerá y "tendremos otra bomba y gran cantidad de combustible" en el que se desarrolle un fuego forestal.

No obstante, pone en evidencia el hecho de que "la mayoría de la casuística es provocada por el ser humano, ya que muchos de los puntos coinciden junto a vías de comunicación o líneas eléctricas".

Molina también señala que es Sierra Morena la zona de la provincia de Córdoba "donde hay más combustible" para los incendios forestales. En este caso, se registran "más de 30 toneladas por hectárea". Una cifra que, según reconoce, "hace inviable o provoca que esté fuera de capacidad de extinción si hay un incendio".

Una vegetación, además, favorecida este año por las fuertes precipitaciones registradas en la pasada primavera. "La lluvia tiene su lado positivo porque retrasa la entrada del verano y proporciona humedad, pero lo negativo es que sale pasto y provoca que haya más carga de combustible, más material que pueda arder y es uno de los principales motores que acelera que un incendio empiece", concluye.

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