Devoción, convivencia y alegría: un día en el camino con la Hermandad del Rocío de Córdoba
El Rocío 2024
Los dos centenares de rocieros cordobeses cruzan el ecuador de la peregrinación más larga, con diez días en los senderos
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Peregrinar hacia la El Rocío es más que una tradición cuya historia se remonta al siglo XV cuando un cazador sevillano encontró una imagen de la Virgen en un árbol en la Villa de Almonte. Hacer el camino hasta esta aldea onubense reconocida mundialmente es una de esas experiencias que hay que vivirlas para entenderlas. Fe, hermanamiento, solidaridad y una mezcla de atributos relacionados con el compañerismo, el esfuerzo y el amor a los demás que en Córdoba se lleva practicando durante décadas de manera ininterrumpida.
Los hermanos de la Hermandad del Rocío de Córdoba, cuya devoción tiene ya casi 100 años de historia, cada año peregrinan hacia la aldea escoltando a la carreta del Simpecado que porta la imagen de la Virgen bordada en plata y oro, pintura central cuya obra está atribuida al reconocido artista cordobés, Julio Romero de Torres. Cada año son más los fieles que se suman a esta tradición desde Córdoba, cuya hermandad es la primera que sale de toda España.
Por delante, nueve días en los que recorren a pie, a caballo y montados en sus carriolas cargadas por tractores casi 250 kilómetros repletos de buen ambiente, cante, sevillanas, voluntad y mucho fervor y culto hacia la Virgen del Rocío. La Hermandad de Córdoba abandonó el pasado jueves en una multitudinaria despedida por las calles de la ciudad la iglesia de San Pablo -templo donde descansaba el Simpecado- con casi dos centenares de peregrinos, más de una decena de coches de caballos y unas 20 carriolas, además de varias carretas orgánicas.
El camino es largo, pero merece la pena. Unos 16 hermanos hacen los nueve días completos a pie, es decir, los más de 200 kilómetros andando a una media de casi 30 kilómetros diarios. El resto, muchos de ellos son peregrinos a tiempo parcial -aquellos que hacen la mitad andando y la otra mitad en carriolas-, el resto a caballo o en sus carriolas donde conviven con poco espacio, mucho orden y esa alegría indescriptible que trasmite la peregrinación a El Rocío.
Ya son menos los días que quedan para alcanzar la aldea de El Rocío. En la tarde de ese viernes 17 de mayo, centenares de rocieros y vecinos de la zona recibirán con los abrazos abiertos, entre aplausos y cantares, la llegada de la Hermandad de la Virgen del Rocío de Córdoba, que se juntará allí con el resto de hermandades de otras provincias. Pero todavía queda un largo camino hasta el destino.
A pocas jornadas de alcanzar El Rocío
A eso de las 07:00, bien temprano y cuando el frescor de la mañana cala hasta los huesos, el pitero, vestido con su uniforme tradicional, su tambor y su icónico pito, es el encargado de despertar a los hermanos para iniciar una nueva etapa en el camino. Es el turno del rezo correspondiente de cada despertar, tomar un buen desayuno para recargar fuerzas y en ponerse marcha a por una nueva jornada. Toca abandonar esos cortijos y fincas cuyos propietarios ceden de corazón a la hermandad para la pernocta y avanzar hacia la zona de sesteo.
Tras haber pasado por significativas paradas como la Finca de la Torvizca, El Hecho y la Finca de Pepe Aguilar el viernes (35 kilómetros); la Ermita del Humilladero del Valle de Écija, Villanueva del Rey y La Luisiana el sábado (36 kilómetros); y el convento de las Hermanas de la Cruz de Fuentes de Andalucía, la Cañada Real en Fuentes de la Reina y la Finca Fuente del Moro el pasado domingo (30 kilómetros), la jornada del lunes adquiere un sentido especial: es el día del ecuador del camino, la quinta jornada de la peregrinación.
A las 12:00, la comitiva reza el Ángelus a diario. Entre el camino y la devoción, hay tiempo para comer y refrescarse. El lunes tocó almorzar en el Rancho de la Señorita, a la altura de Carmona (Sevilla). Los hermanos disponen de comida y bebida de todo tipo cuyo disfrute acompañan con cantes y baile, mucha guitarra, palmas y los volantes de los vestidos de flamenca de un lado para otro antes de partir hacia el Cortijo de Neblines, donde toca pasar otra noche.
El capellán de camino de esta corporación, Tomás Pajuelo Romero, es el encargado de guiar el rezo del rosario a la conclusión de cada etapa y oficializar las misas. En el Cortijo de Neblines, tras finalizar el camino de 25 kilómetros correspondiente a la jornada del lunes, los caballos beben agua, comen y descansan; los tractores aparcan todas las carriolas una junto a otra y los fieles se reúnen en comunidad, asisten a la eucaristía brindada por el capellán y recargan las pilas en sus camas después de una noche de comida y buen ambiente.
Rocío Jarabo, la alcaldesa de carretas, y Guadalupe Grande, la hermana mayor de la hermandad, por supuesto junto a todos sus ayudantes, responsables y hermanos, agradecen y se esfuerzan al máximo porque cada día concluya sin incidencias. En este camino a El Rocío de 2024, ni el calor ni las dificultades de la ruta pueden con la devoción de esta Hermandad de la Virgen del Rocío de Córdoba que cada kilómetro que recorre lo hace con más fuerza. El objetivo está muy cerca y la Virgen, como cada año, está esperando a recibir todos los deseos de sus peregrinos.
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