Las campanas de la Mezquita-Catedral de Córdoba: la histórica voz del templo
Patrimonio
Las campanas del primer templo de la Diócesis, todo un tesoro patrimonial, han formado parte de la vida de Córdoba desde el siglo XIII
"Desde los tiempos de las catacumbas los cristianos utilizaron las campanas. Ya en la Edad Media, los monasterios regulaban su trabajo y su oración con su ayuda. Y fue costumbre desde el principio grabar sobre ellas inscripciones o dedicatorias, a las que se añadieron también adornos e improntas figuradas, especialmente emblemas e imágenes del Señor, la Virgen y los santos". Son palabras del sacerdote e historiador, además de canónigo archivero de la Mezquita-Catedral de Córdoba, Manuel Nieto Cumplido.
Según se recoge en el Plan Director del que es el primer templo de la Diócesis, en el caso de la Mezquita-Catedral, desde 1249 las fuentes documentales hacen alusión a la figura del campanero, constatándose que a finales del siglo XIII las campanas, con sus diversos toques, ya regulaban la vida de la misma. Las actas capitulares del siglo XVI aluden con frecuencia a los toques para la misa de alba, a maitines, de difunto, de prima y nona, de la llamada a la doctrina cristiana y de oposiciones a canonjías, "lo que no hace sino confirmar el importante papel desempañado por las campanas en esa regulación", incide Nieto Cumplido.
El Plan Director de la Mezquita-Catedral destaca que las primeras noticias acerca del uso del antiguo alminar como campanario cristiano parten de representaciones plásticas y gráficas, siendo la más antigua del año 1630. En el Museo Arqueológico de Córdoba se conservan unas pesas, de finales del siglo XV, en las que se puede apreciar la existencia de una campana sobre el segundo cuerpo del alminar. No obstante, por fuentes escritas se conoce que a finales del siglo XV la torre albergaba al menos cuatro campanas, a las que hay que añadir la del reloj, documentada en 1510 encima de la torre.
E insiste en que a finales del siglo XVI la torre sufrió una gran transformación con la construcción del cuerpo de campanas a cargo de Hernán Ruiz III. Esta construcción conllevó el traslado provisional de las campanas que se utilizaban a una espadaña edificada a tal efecto sobre la Puerta del Perdón, subiéndose las campanas a su nueva posición en 1599. Después, a lo largo del siglo XVII se sucedieron diferentes intervenciones hasta que Gaspar de la Peña remató la construcción con la imagen de San Rafael en 1664. La definitiva estructura arquitectónica de la torre posibilitó la paulatina dotación de campanas en función de las necesidades capitulares.
El Plan Director de la Mezquita-Catedral explica que durante la restauración de la torre del monumento el Cabildo le encargó a Francesc Llop i Bayo, "campanero valenciano y gran especialista en la materia", un estudio de las campanas, sus toques, así como la posible mecanización de las mismas, algo que se hizo realidad en 1994 con el nombre Estudio de las campanas de la Santa Iglesia Catedral.
Así, "la Catedral de Córdoba contiene tres grupos específicos de campanas, ubicados en lugares distintos y con un uso muy diferenciado y especializado. Existen campanas de señales, las campanas litúrgicas (fijas o de volteo) y las campanas del reloj", como reza el Plan Director. Los toques son los propios de cualquier catedral -los del día; los del año litúrgico; los espaciales, como los del Día de Difuntos o del Corpus; y los de difuntos, entre otros-.
Campanas de señales
Se trata de dos pequeñas campanas o esquilas para avisar a los campaneros para que estos empiecen o terminen sus toques en coordinación con los actos litúrgicos de la Catedral. Son el campanillo del altar mayor y el de la torre. La que se encuentra en el altar mayor, en las cubiertas, -fundida en 1550- aunque sin fecha ni autor, parece ser de la misma mano que la campana gorda, mientras que el campanillo de la torre se encuentra expuesto en la antigua capilla de San Clemente y data de 1605. Ambos están dedicados a la Virgen María. La campana de la torre pudo servir para anunciar la entrada o salida de procesiones de la Puerta del Perdón. El campanillo del altar mayor es utilizado a menudo, para coordinar los toques de la liturgia, especialmente los gloria de las misas de Pascua, el Jueves Santo o de Navidad, así como algunos toques durante la consagración y otras partes iniciales y finales de la misa mayor.
Campanas litúrgicas
Las campanas litúrgicas constituyen el grupo más importante y central de los bronces de la torre de la Mezquita-Catedral. Su principal característica consiste en que todas tienen un nombre propio marcado en la misma campana y que en la mayor parte de ellas figura el nombre del canónigo obrero y, a menudo, el escudo del obispo que las mandó construir. "En todas figura el año de su fabricación, aunque muchas carecen del nombre de su autor", destaca el Plan Director.
Por su disposición y tamaño, estas campanas se dividen en fijas y de volteo o repique. En el centro de cada una de las cuatro caras de la torre se localiza una campana fija, llamada gorda por su tamaño, "aunque la gorda por antonomasia es la mayor, también conocida como la campana de Santa María". Es la única de la torre que conserva epigrafía minúscula gótica, junto con el campanillo del altar mayor. También es la única que está girada un cuarto de vuelta, por el desgaste producido por el badajo, tañido siempre a mano o mediante una soga.
Estas campanas litúrgicas de la Mezquita-Catedral son La Esquila, la del Santísimo Sacramento, La Asunción, Nuestra Señora de la Concepción (La Purísima), San Zoilo, San Antonio, Santa Victoria, la Campana del Alba, Santa María de la Paz, San Pedro, La Gorda (la Campana de Santa María) y San Rafael.
La Esquila -de 82 centímetros de diámetro y fundida en 1981- es la más recientes y una de las dos más defectuosas. Su inscripción es extremadamente lacónica, sin ninguna invocación ni referencia, excepto a la Catedral, siendo la única campana que se refiere a la Iglesia de forma explícita. La Esquila fue refundida en el momento de la electrificación del sistema de campanas de la catedral. No conserva por tanto ninguno de los elementos tradicionales que la caracterizaban desde el punto de vista histórico, epigráfico, técnico o acústico.
La campana del Santísimo Sacramento es una de las cuatro llamadas Gordas y es una de las que menos se usaban. Fundida por autor anónimo, su diámetro es de 132 centímetros y su inscripción reza que fue construida en 1765. Lleva como sus compañeras el escudo del obispo que las mandó hacer.
La Asunción es una campana "de regular factura" fundida en 1911 en Madrid. Tiene 82 centímetros de diámetro con inscripción en mayúsculas góticas de buena traza, mientras que el resto de la epigrafía está hecho con letra humanista, tanto el escudo del obispo como el sello de los fabricantes: Constantino Linares Ortiz. Madrid. Carabanchel Bajo.
La campana de Nuestra Señora de la Concepción es de autor anónimo. Carece de nombre escrito, aunque ostenta una imagen de la Purísima en relieve. También carece de escudo episcopal, aunque es de similar factura que las otras campanas y en su epigrafía aparece que también fue hecha en 1765. La campana histórica se encuentra expuesta en la galería del Patio de los Naranjos, en su ángulo nororiental y en su ubicación la empresa Campanas Quintana colocó una réplica en 2005.
La campana de San Zoilo también es de autor anónimo y una de las cuatro gordas. Tiene 136 centímetros de diámetro, fue fundida en 1762 y cuenta con una imagen de San Zoilo con los símbolos del martirio, así como con el escudo episcopal.
La de San Antonio es una de las más recientes y de las menos buenas. Tiene 101 centímetros de diámetro y fue fundida en 1885. Y la de Santa Victoria, también de autor anónimo construida en torno a 1765, tiene 82 centímetros de diámetro y, como la Purísima, se encuentra expuesta en la galería del Patio de los Naranjos, en su ángulo nororiental y en su ubicación original Campanas Quintana colocó una réplica en 2005.
La del Alba, una de las gordas, y la segunda en tamaño, es quizás la que se encuentra en más grave peligro de conservación debido a ciertas averías antiguas, motivadas por un defecto de fundición, que causaron la rotura de sus asas. Tiene 160 centímetros de diámetro y fue fundida en 1691. Mientras que la de Santa María de la Paz, de 98 centímetros de diámetro, es una de las más antiguas y valiosas, data de 1644. En su cruz exterior tiene siete veces el anagrama de Jesús.
El Plan Director refiera que la de San Pedro "es una campana especial por muchos motivos". Su diámetro es de 125 centímetros fue fabricada en 1893. "Si desde el punto de vista objetivo no es excesivamente valiosa, por su modernidad y por una fabricación poco cuidada, el hecho de ser la mayor de las de volteo, y la única que conserva la instalación para los toques manuales, la hacen mucho más importante, aunque la forma de su yugo y la instalación de los ejes plantean problemas técnicos", reza el documento. Su inscripción, larga y afectada, es típica del siglo XIX, con una mezcla artificiosa de latín y español. La campana tiene otra característica muy poco usual, la disposición de sus asas de forma contraria a la acostumbrada.
El documento defiende que si alguna campana es definitoria de la Catedral de Córdoba esa es la de Santa María -la llamada popularmente Gorda-. Se trata no solo de la de mayor tamaño y resonancia, es también la más antigua -data de 1517- y de sonido más impresionante. Tiene 178 centímetros de diámetro y pesa 3.265 kilos. La adorna una imponente inscripción en minúscula gótica, con su invocación latina típica de las campanas del siglo XIV y de principios del XV, la indicación del obispo, de los reyes y del obrero, así como su fecha de fundición. Está adornada con dos grandes cruces y sendos escudos episcopales, así como con la escena de la entrega de la casulla por la Virgen a San Ildefonso.
"La campana Gorda es la referencia sonora más constante de Córdoba, convirtiéndose, de algún modo, y no solamente por la gravedad de su sonido y la resonancia de su eco, en el latido del corazón de la ciudad", incide el Plan Director.
Finalmente, la de San Rafael es una de las menos interesantes de la torre debido no solo a una mala instalación mecánica, sino a su defectuosa fundición, realizada en 1915. "Es lamentable y sintomático que las campanas más recientes sean también las peor hechas", insiste el documento. Sin embargo, defiende que es la más completa, ya que posee la invocación, el año de la fabricación, el escudo y el nombre del obispo que la mandó construir, así como el nombre del obrero -mayordomo de fábrica- y la marca del fundidor.
El informe detalla que con posterioridad al estudio de Frances Llop i Bayo y una vez finalizada la restauración de la torre se colocaron seis nuevas campanas. Tres de ellas, colocadas en la linterna superior del cuerpo de campanas, junto a la campana del reloj, fueron fundidas por la empresa Caresa en 2002 y tienen por nombres Santa María Rafaela, Beato Juan XXIII y San Pío X; y las otras tres, colocadas en el cuerpo de rematre sobre el que se apoya San Rafael, fueron fundidas por Bellucci Eche e Luci en 1966 y están dedicadas a San Juan de Ávila, San Eulogio y San Pelagio.
Campanas de reloj
La Mezquita-Catedral cuenta con dos campanas de las denominadas de reloj, una pequeña para los cuartos y otra mayor para las horas. "Su aspecto da a entender que se trata de dos timbres, con epigrafía de mayúscula gótica, así como de perfil medieval. No se trata como la campana de la Asunción de réplicas neogóticas, sino que parecen ser dos bronces originales", destaca el documento. El Plan Director relata que por su tipo de letra y forma podrían ser desde la mitad del siglo XIV hasta el primer tercio del XV.
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