La difícil tarea de luchar contra el cáncer infantil: "Tenemos muchísimas esperanzas"

Día Mundial contra el Cáncer Infantil

Ya ha trascurrido un año desde que a Diana, jerezana de seis años, le diagnosticaron una leucemia que está en fase de seguimiento en el Hospital Reina Sofía

Día Mundial contra el Cáncer Infantil en Córdoba: "Las opciones de curarse son muchas, el 80% lo superan"

Diana posa junto a su madre Belén en la vivienda cedida por la AECC.
Diana posa junto a su madre Belén en la vivienda cedida por la AECC. / Juan Ayala

Córdoba/El 5 de febrero de 2024 es una fecha que Ana Belén de la Flor e Isaac García no olvidarán jamás. Ese día, a su única hija, Diana García, cuando solo tenía cinco años, le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda, un cáncer que afecta a la sangre y a la médula ósea. Diana es muy consciente de su enfermedad desde que su familia recibió la noticia hace ya un año, pero luchar contra ella no está siendo nada fácil.

Con una vida construida en Jerez de la Frontera, para combatir la leucemia se pusieron en manos de los especialistas del Hospital Reina Sofía de Córdoba, ciudad en la que Ana Belén y su hija residen desde hace un mes en una vivienda cedida por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Todavía aisladas y con un largo periodo de seguimiento por delante, en este Día Mundial contra el Cáncer Infantil, Diana García y sus padres son un ejemplo de cómo luchar contra esta dura enfermedad que se manifiesta en niños en el 1% de todos los cánceres que se diagnostican en España cada año.

Todo empezó de la forma más corriente. Diana, con cinco años, comenzó a padecer fuertes dolores de cabeza que preocuparon mucho a su madre, pues "ella nunca antes se había puesto mala". No se le quitaban con ningún medicamento y a Belén le saltó la alarma propia del instinto maternal. Entonces la llevó al médico para que le hicieran una analítica urgente a primera hora de la mañana. Y en apenas dos horas, Belén recibió la primera llamada del centro sanitario jerezano.

"Me pareció raro que me llamaran tan pronto y eso no me gustaba nada, así que hice el día normal sin coger el teléfono. La llevé al colegio, también a natación y luego al oftalmólogo por si el dolor de cabeza se debía a problemas de vista. Sin embargo, a las 20:00 cogí al fin la llamada y me dijeron que había que repetir la analítica. En el hospital lo tenían todo preparado, incluso la habitación de aislamiento, la estaban esperando", comenta Belén, quien estuvo incluso un tiempo sin creerse el diagnóstico de leucemia que le habían dado de su hija "como si no fuese real y la cabeza no fuese capaz de procesarlo".

Diana junto a su madre en el balcón de su actual residencia en Córdoba.
Diana junto a su madre en el balcón de su actual residencia en Córdoba. / Juan Ayala

La leucemia a Diana se le complicó todavía más dos meses después, en la última semana de marzo de 2024, cuando su hígado dijo basta. Ana Belén observó que su hija llevaba varios días sin poder comer, que no andaba y que su piel y ojos estaban adquiriendo un color amarillo. Tras tres días insistiendo en la UCI del Hospital Puerta del Mar de Cádiz, le encontraron un fallo hepático por toxicidad y un herpes desde la punta de la lengua hasta la boca del estómago.

Tuvieron que parar la quimioterapia e incluso le plantearon un trasplante de hígado en el Hospital Reina Sofía de Córdoba. A lo que se sometió en el centro sanitario cordobés fue al trasplante de médula ósea donada por su padre, cuya compatibilidad era del 50%. Desde el trasplante que se llevó a cabo el pasado mes de diciembre, Córdoba se ha convertido desde entonces en la casa de Ana Belén y de Diana. Los padres tuvieron que tomar una difícil decisión: Belén pausó su trabajo de peluquera para dedicarse en cuerpo y alma a cuidar de Diana, mientras que a Isaac le ha tocado seguir en Jerez de la Frontera para mantener el sueldo familiar y sufrir desde la distancia con constantes viajes de ida y vuelta a la capital cordobesa.

Lo peor fue, sin duda, seguir con el tratamiento de quimioterapia a finales del 2024. La Navidad la pasaron madre e hija en la cámara de aislamiento del hospital Reina Sofía. Desde diciembre hasta enero. Antes de entrar, a Diana la sometieron a una quimioterapia tan fuerte que estuvo varios días sin que sus padres la pudiesen tocar sin los guantes. Durante todo el periodo de aislamiento, lo que más agradecieron Belén y Diana fue la abundante solidaridad cordobesa. Muchos días recibieron visitas de todo tipo: Papá Noel, los Pajes Reales, los personajes de Piratas del Caribe, de la Patrulla Canina y también los bomberos de Córdoba, un cuerpo del que Belén está totalmente agradecida por "el gran corazón que tienen".

"Teníamos una ventana con un telefonillo y todos nos saludaban por ahí", señala la madre, quien recuerda con lágrimas en los ojos cómo una de las madres que también estaban allí con su hijo enfermo de cáncer le dijo "no por estar aquí, no vas a tener una cena digna", y la invitó a cenar por Nochebuena en el mismo hospital.

Tras 25 días en la cámara de aislamiento sin poder introducir nada y pasando las horas con juegos, cartas, pinturas y haciendo decoraciones navideñas, Diana y Belén, al salir, se encontraron con una difícil situación: debían seguir con el tratamiento casi diario en Córdoba y no tenían dónde vivir. Belén tomó la decisión correcta: ponerse en contacto con la AECC. En apenas dos horas, la asociación les facilitó un piso frente al Hospital Provincial en el que residen a día de hoy.

"No me había imaginado nunca estar en esta situación, pero me ha sorprendido cómo es la gente en Córdoba. Me faltan palabras de agradecimiento para la asociación, el hospital, los médicos, los auxiliares y los voluntarios… todo el mundo me ha abierto los brazos cuando me he visto sola y desamparada. Eso te da un empujón", asegura Belén, quien también agradece a su Jerez de la Frontera, donde el colegio de Diana, el Blas Infante, le organizó el pasado miércoles una carrera solidaria que contó con la participación de todos los alumnos, padres y empresas locales.

Diana y Belén.
Diana y Belén. / Juan Ayala

Actualmente, Diana está sometida a un estricto seguimiento, pues tras haber terminado la quimioterapia los análisis siguen siendo positivos. Está limpia tras la punción del trasplante de médula ósea de su padre y tomando una medicación para que no le cause rechazo. "Ella se encuentra bien, cada día un poco más fuerte. Sus defensas están produciendo la médula, también plaquetas, hemoglobina y los médicos están muy contentos. Tenemos muchísimas esperanzas y vamos a pensar en que todo saldrá bien", recalca la madre tras un año que ha sido sin duda el más duro de su vida.

Sin plazos, pues "se sabe cuando empieza, pero no cuando se acaba", los padres de Diana aconsejan a todos aquellos padres que pasen por esta situación "paciencia y fuerza", pues la noticia se recibe "como un hachazo". Sin embargo, Diana, a sus seis años, muestra una madurez y una valentía impropia de su edad. Aunque al principio pasó "miedo", ahora tiene claro que en su sangre hay "unos bichitos malos que hay que matar". Lo está consiguiendo. Pronto, como sueña la joven jerezana, cumplirá su deseo de viajar a Londres y a Disneyland, donde comerá su comida favorita, la pizza, y hará una de las cosas que más le gusta hacer: contar sus chistes más graciosos como jerezana "con arte" que es.

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