Carmelitas Descalzas de Córdoba: “Una monja de clausura debe transmitir a qué sabe Dios”

Religión

Las hermanas que viven en el Convento de Santa Ana y San José tienen una clausura papal, aunque esto no les impide ejercer diferentes oficios

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El convento de Santa Ana y San José
El convento de Santa Ana y San José / Juan Ayala

Córdoba/Es en el Convento de Santa Ana y San José donde viven su día a día las carmelitas descalzas de Córdoba, institución que tiene una clausura papal que una de las hermanas define de esta forma tan literaria: “Una monja de clausura, como una vez escuché a un religioso decir, debe transmitir a quien se le acerque a qué sabe Dios”. "Es una mujer que ha sido llamada por Dios, ella ha respondido de manera afirmativa y, aunque vive en el mundo, no es del mundo. Una monja de clausura debe representar esa presencia que hay de Dios", sintetiza.

Con una labor sorda durante todo el año, es durante este periodo festivo por la Navidad que ya toca a su fin cuando su figura más resplandece. Las hermanas de este convento reciben a visitantes de toda España, e incluso del mundo entero, como un matrimonio irlandés que viajó recientemente desde su destino original, Barcelona, para ver al Cristo de la Sed. “Está viniendo gente de muchísimas partes, hasta de África”, explica una de las hermanas de la orden, ya que esta imagen ha cosechado una devoción bastante latente, que ha dejado imágenes imborrables. Sin ir más lejos, desde la institución recuerdan que unos visitantes acabaron conmocionados porque habían visto al Cristo llorar.

Las normas, en este caso cumpliendo con el protocolo de la orden de las Carmelitas Descalzas, son variadas. Tienen clausura papal, “que es la más exigente”; pueden salir para el médico, votar, o una causa que sea de remedio de salud, y como curiosidad, en el locutorio no se admiten visitas en Adviento ni en Cuaresma. Aunque estas hermanas posean clausura papal, en el convento sí existe un ordenador que lo utiliza la carmelita que tiene este oficio. “Nosotras preparamos y utilizamos el ordenador para diseño gráfico; antes había hermanas que lo hacían a mano, pero ahora se hace a través del ordenador”, explican desde la institución.

El día a día de estas hermanas es, en apariencia, muy simple. Suelen madrugar mucho, pues se despiertan a las 6:25, y lo primero que hacen es dirigirse al coro para rezar los laudes. Luego, tienen una hora de oración: "Antes de la misa rezamos tercia, luego Santa Misa, seguida de la acción de gracias al Señor, porque estamos recién comulgadas. A las nueve salimos y tomamos algo ligero, un poco de café negro y un poco de pan, porque estamos en tiempo de ayuno”.

El convento de Santa Ana y San José
El convento de Santa Ana y San José / Juan Ayala

Tras esto, cada hermana se dirige a su celda para arreglar la cama, aunque gastan muy poco tiempo en preparar sus aposentos y, tras dejar todo averiguado, cada una se incorpora a sus trabajos, ya sea en la sacristía, la cocina o la huerta. Nuevos rezos y un examen de conciencia son el preámbulo para ir al refectorio para almorzar, donde generalmente "tomamos legumbres o pasta, o un guiso, como es habitual ahora en invierno, y luego, de segundo, algún huevo, atún o una lata de conserva", si bien los días de fiesta procuran esmerarse algo más y preparan algún pescado. Tras acabar de comer, la hermanas disfrutan de la recreación.

Dulces en Navidad

Este año, la campaña de dulces que tradicionalmente preparan durante las fiestas navideñas se vio interrumpida, desgraciadamente, por la muerte de una hermana, una triste noticia que ha sacudido al convento. "Interrumpimos la producción, pues aunque arrancamos la campaña, es más importante la persona que todo lo demás; hemos estado más pendiente de la situación", señala una de las hermanas, que añade que cuentan con clientes fijos todo el año que "nos encargan dulces que se les fabrican de una forma más peculiar, con estuches especiales".

Como es obligatorio, durante la Navidad, en el convento “se hace muchísima fiesta, son días grandes”. “En Nochebuena, la comunidad se levantó antes y tuvo una procesión con los santos esposos, en el que la Virgen María y San José van buscando posada, las celdas están arregladas, con un candil y una vela encendida y abiertas de par en par, que hacen referencia a cuando ellos fueron buscando posada. La carmelita quiere ofrecer su celda para darle la acogida”, recuerda la hermana.

Dulces de las Carmelitas descalzas de Córdoba
Dulces de las Carmelitas descalzas de Córdoba / Juan Ayala

Aunque la vida de estas hermanas “es simple” y enfocada a transmitir y ser comunicadoras de la voz de Dios, su misión para ellas es clara: “Nuestro sentido es que las almas se dejen amar por él y lo amen, para que puedan encontrar la luz".

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