Cazorla: un 'hogar' que nació en La Fuensanta

Comercios con historia

Fundado en 1973 y tras echar raíces en diferentes barrios y hasta en la provincia, ahora se reinventa en pleno Centro de la capital

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Fachada del comercio Cazorla
Fachada del comercio Cazorla / Juan Ayala

Córdoba/Eduardo Bautista fundó Cazorla en 1973. Pero la historia de este comercio se remonta a unos años antes, cuando un joven Eduardo comenzó a trabajar con su padre, del mismo nombre, vendiendo tejidos con un carrito con el que iban de casa en casa. En aquellos primeros años, lo hacían, además, a cuenta, pues los metros de tejido que compraban los clientes no se los pagaban al instante, sino con una especie de mensualidad del que se iba restando cada abono de la suma total. Esta fórmula comprometía a ambas partes y establecía un vínculo mayor con el comerciante. Fue el germen de la primera tienda, que nació en el barrio de La Fuensanta, con la que Bautista trasladó esta idea de negocio a un comercio a pie de calle.

En un principio, Cazorla se dedicaba a vender todo tipo de artículos textiles, desde trajes de comunión hasta piezas de tela, lencería y ropa de hogar. Durante muchos años, la empresa se fue expandiendo con ese sistema de venta a crédito, donde los clientes acudían a hacer sus compras de temporada y para toda la familia con la tranquilidad de que podían fraccionar el pago en diferentes mensualidades. El negocio fue creciendo y expandiéndose; el Centro, en Ronda de los Tejares, fue su primera parada, sobre 1984, pero luego fueron sumándose nuevas tiendas en La Viñuela, Fátima, Ciudad Jardín, Arroyo del Moro e incluso en la provincia, con dos establecimientos en La Carlota.

Uno de los dependientes de Cazorla
Uno de los dependientes de Cazorla / Juan Ayala

Pero al igual que se fue expandiendo el negocio, "cuando llegó la crisis del 2008 empezó a decrecer, llegaron las ventas online y este tipo de comercio empezó a ir a menos". Así lo narra Eduardo Bautista hijo, gerente y segunda generación al frente de Cazorla, que cuenta con un equipo formado por cuatro personas. Como comenta, este tipo de comercios fue desapareciendo paulatinamente de los barrios, pues ya no existía la demanda y oportunidad que se conoció años atrás. Ahora, la empresa escribe su nueva historia en la calle Olmillo, a un paso de la calle Concepción, en pleno Centro de la ciudad.

"Nosotros, con la crisis, hicimos un cambio de modelo, y fuimos reduciendo y eliminando tiendas. Al final, nos quedamos con la línea de productos con la que aportamos un valor añadido, la más importante, que es la confección a medida de todo lo que son productos textiles de hogar. Tú puedes comprarte una camiseta por internet, pero es muy díficil comprar unas cortinas que le queden bien a tu ventana o unas enagüillas", explica Bautista, que justifica así el cambio de rumbo de un comercio que ha ido evolucionando a lo largo de tiempo.

Uno de los rincones del comercio Cazorla
Uno de los rincones del comercio Cazorla / Juan Ayala

En Cazorla, el servicio es "ultra especializado", dado que van a casa del cliente, miden, aconsejan, instalan, además de realizar un servicio postventa donde ponen mucho enfásis en el trato con el cliente y el acompañamiento tras la venta. Ese es el "hueco" que, según Bautista, tienen las empresas familiares en el mercado.

A Cazorla suele llegar un cliente de unos 35 años, que busca, sobre todo, un producto acabado que posea buena calidad y, como se puede apreciar dentro de este comercio, "todo se confecciona aquí, se pueden apreciar las telas" en diferentes rincones. A este público, según Bautista, le atrae el encanto de un producto fiable. "El que busca algo exclusivo, de buena calidad, y que vaya acorde a lo que necsita para su casa, viene aquí", sentencia.

A veces, para seguir permaneciendo en el mercado, y más con un negocio familiar que ya ha cumplido medio siglo de vida, hay que pasar procesos "muy difíciles". "Según tengo yo entendido, el 80% de las empresas familiares no pasan a la segunda generación. Es muy díficil estar pendiente de la evolución del mercado y, aunque lo estés, es más complicado cambiar, sobre todo las empresas familiares que tienen unas características muy peculiares, donde los cambios no son como en otro tipo de empresa", argumenta.

Uno de los dependientes de Cazorla
Uno de los dependientes de Cazorla / Juan Ayala

Echando la vista atrás, cuando en los 70 Eduardo Bautista fundó Cazorla, tuvo que hacer frente a diferentes adversidades, que hoy han dado una especie de giro porque "ahora existe el problema de la competencia vía internet, falta mucha mano de obra cualificada, hay una presión fiscal excesiva y cuesta mucho trabajo. Antiguamente, la presión fiscal era muy bajita y eso permitía generar beneficios y reinvertir. Sin embargo, a día de hoy hace muy dificil rentabilizar una explotación y eso hace que muchos compañeros prefieran cerrar y buscar una salida fija".

Bautista explica que, actualmente, los pequeños comercios viven una situación "desesperanzadora, porque la mayor parte viven una actualidad a contra corriente y es muy difícil verle la punta al negocio, incluso es complicado que te genere un sueldo para ti". Una dificultad añadida para el tan manido relevo generacional, pues hace unas generaciones, los hijos veían que a sus padres les iba bien, que podía hacer frente a diferentes gastos y que el negocio generaba muchos beneficio. Pero esta situación ha cambiado mucho; "los hijos ven ahora cómo sus padres se dan cabezasos todo el día, yendo a trabajar sábados y días de fiesta para sacarse un sueldo, no como antes que cualquier comerciante se compraba su casa en la playa o su parcela, y eso hace que pierdan ilusión".

A Cazorla llega público en todas las fechas del año, aunque sí es verdad que en los meses previos a la Navidad, la clientela busca tener su casa más bonita y preparada para recibir a la familia la completo. "Para la gente que como yo estudió Empresariales, decirles que se animen, que es muy duro, pero que ser tu propio jefe merece la pena", finaliza a modo de mensaje Eduardo Bautista, que anima al emprendimiento para que cada quien inicie su propia historia.

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