La comunidad de monjes contemplativos aumenta en Córdoba

Hinojosa del Duque/La Congregación de Eremitas Camaldulenses de Monte Corona fundada en la dehesa de Los Pedroches, entre los municipios de Villaralto e Hinojosa del Duque, se puso en marcha en marzo de 2023. Desde entonces, el número de integrantes de esta comunidad ha ido creciendo y el pasado 18 de marzo tomó el hábito el hermano Agustín, según ha informado la Diócesis de Córdoba. El acto se celebró bajo la presidencia del Superior de la Comunidad, el padre Pablo Gordillo, y en presencia del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.

Esta comunidad de monjes contemplativos es la segunda de estas características en España y sus integrantes se dedican a la oración, la soledad y la contemplación a Dios. En concreto, esta comunidad dedicada a la Inmaculada Concepción de María fue la primera fundación de la camáldula de Monte Corona en la Diócesis de Córdoba.

Esta primera comunidad camaldulense de la Diócesis de Córdoba comenzó su andadura en el Yermo situado entre Villaralto e Hinojosa del Duque, construido a partir de una edificación existente y cuenta con una capilla y una vivienda para los monjes contemplativos.

La capilla está dedicada a la Inmaculada Concepción de María, presente en un cuadro que fue bendecido por el obispo de Córdoba en marzo de hace dos años; del mismo modo, el Yermo recibe el nombre de esta advocación de la Virgen en memoria del 500 aniversario de la fundación de los yermos camaldulenses de Monte Corona.

Esta comunidad es la segunda contemplativa masculina de Andalucía, junto a la de Santa María de Escalonia de Hornachuelos de los monjes trapenses, también en la Diócesis de Córdoba. La existente en Herrera (Burgos) eleva a solo dos las comunidades existentes en España.

Según diversas fuentes, estos monjes pertenecen a la familia benedictina y viven según la Regla de san Benito. En concreto, fueron fundados por san Romualdo en el siglo XI, y reformados por el beato Pablo Giustiniani en el siglo XVI y constituyen una Comunidad de Ermitaños, en una vida contemplativa solitaria en el desierto. Los monjes se dedican a la oración continua, al trabajo de sus manos para sustento y a vivir en soledad y acudiendo a la oración litúrgica comunitaria siete veces al día.