Condenado deseo
La Celestina | Crítica
La ficha
**** La Celestina, de Fernando Rojas. Reparto: Anabel Alonso, José Saiz, Víctor Sainz, Claudia Taboada, Beatriz Grimaldos y David Huertas. Adaptación: Eduardo Galán. Dirección: Antonio C. Guijosa. Fecha: viernes, 20 de diciembre. Lugar: Gran Teatro. Lleno.
Las celebraciones propias de estas fiestas que copan nuestra agenda han parecido tener un paréntesis y no perder la oportunidad de acudir al Gran Teatro, el cual vendió todas las localidades el viernes para ver representada La Celestina.
La tragicomedia de Calisto y Melibea, escrita hace cinco siglos y convertida en pieza fundamental de la literatura en castellano, ha trascendido por el singular personaje de Celestina. La puta vieja, alcahueta y hechicera es la pieza fundamental sobre la que articulan el resto de protagonistas.
Gracias a su poder de persuasión es capaz que un tullido como Sempronio se acueste con Elicia, tornar la animadversión de Pármeno por ella en obediencia cuando logra que Areúsa le abra su lecho y consigue pingües beneficios al romper la casta voluntad de Melibea en favor del ardoroso Calisto.
Para Celestina este desenfreno sexual no es más que un reclamo propio del ímpetu juvenil. Ella solo observa y saca el mayor provecho para alimentar su avaricia, la misma que precipita su muerte y desencadena la desgracia del resto como si de un malefició se tratara.
Bajo la premisa de construir diálogos dinámicos, Eduardo Galán entrega una nueva versión del texto original y cumple el reto de lograr cercanía sin abandonar el lenguaje característico de la época. La escenografía móvil y funcional de Mónica Tejeiro habilita la ambientación de los diferentes espacios con simplicidad y gran acierto para que el reparto se luzca con sus interpretaciones, entre las que sobresale una imponente Anabel Alonso que nos seduce con esa innata vis cómica que atesora y consigue que el público empatice con su papel. Gracias a las magníficas interpretaciones realizadas por este gran elenco, las casi dos horas de representación no se hicieron largas y el público los aclamó al finalizar la representación.
Vieja, bruja, puta, mezquina, avariciosa, chismosa, embaucadora… Así nos han presentado de siempre a Celestina. Con esta versión llevada a escena, se intenta dar una lectura nueva sobre cuáles podrían ser las circunstancias que provocaron el drama sin señalarla como culpable de todas las desgracias del resto. Que cada palo aguante su vela, decía mi abuela.
Temas relacionados
No hay comentarios