La socialización del deporte en equipo puede ayudar a reducir trastornos alimentarios en la adolescencia

Estudio

La Copa Covap y la Fundación APE destacan la importancia que tienen los deportes en equipo en edades tempranas

Equipos de un partido de la Copa Covap.
Equipos de un partido de la Copa Covap. / El Día
El Día

24 de septiembre 2020 - 13:30

La iniciativa deportiva y educativa Copa Covap, promovida por la Cooperativa Ganadera del Valle de los Pedroches (Covap), y la Fundación APE para la Prevención y Erradicación de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), destacan la importancia que tienen los deportes en equipo, como fútbol o baloncesto, en edades tempranas por su capacidad para crear entornos sociales que pueden ayudar a reducir el riesgo de aparición de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en la adolescencia. Es en esta etapa de desarrollo donde se da el 80% de los casos, según recoge un trabajo de investigación publicado en la Revista Médica Clínica Las Condes.

Esto se debe a que, como indica un estudio del Centro Andaluz de Medicina del Deporte, tanto el fútbol como el baloncesto, así como otras modalidades deportivas, generan espacios y relaciones donde los pequeños no se sienten presionados ni juzgados por su estado físico o la alimentación, lo que “evita que lleven a cabo dietas restrictivas o ingestas desmesuradas”, explica el doctor Ignacio Jáuregui, psiquiatra y psicólogo de la Fundación APE. “El objetivo es llegar a la pubertad de la forma más sana posible, sin sobrepeso y obesidad, ya que son factores de riesgo. En cuanto al aspecto psicológico, es fundamental que los más pequeños tengan un buen desarrollo de su autoestima”, añade.

Por ello, los niños deben estar integrados socialmente y contar con un círculo de amigos que practiquen hábitos de vida saludables. En este sentido, el deporte de equipo y al aire libre ayuda a la integración y al desarrollo de habilidades sociales, por lo que los menores “adquirirán la fortaleza y la capacidad crítica necesarias para evitar mensajes que les induzcan a practicar dietas perjudiciales o ejercicio de manera inadecuada”, agrega Jáuregui.

Sin embargo, preocupa especialmente el cambio brusco de hábitos que se produce de cara a la vuelta al cole. Según Jáuregui, el riesgo de aparición de un TCA suele ser mayor durante el periodo estival, ya que “en esta época del año se unen factores como el cambio radical de horarios, las variaciones en la dieta y, fundamentalmente, la imagen corporal, que se coloca en primer plano por la mayor exposición corporal que supone este tiempo”.

Además, agrega que el fin del confinamiento, más que una vuelta prudente y cuidadosa a la vida cotidiana, se ha convertido en un escenario en el que “el afán por querer salir, bañarse o comer con los amigos puede deteriorar los buenos hábitos alimentarios, desencadenando nuevos problemas”.

Los TCA son problemas de salud mental que se manifiestan en el comportamiento alimentario y parte de la dificultad a la hora de identificarlos radica, por un lado, en el desconocimiento de los padres y la falta de conciencia a la hora de detectar este tipo de conductas; y por otro, en que su origen depende de múltiples factores: biológicos, psicológicos, predisposición genética, formas de ser y elementos de tipo social como el culto al cuerpo.

La prevención de los TCA, cuyo proceso de detección suele ser lento y complejo debido a que la mayoría de síntomas que se observan al inicio son de tipo emocional, conductual o actitudinal, y no tanto físicos, forma parte de la campaña educativa sobre hábitos de vida saludables que realiza la Copa Covap. En sus ocho ediciones, más de 25.000 niños y niñas de 10 y 11 años se han beneficiado de charlas didácticas de la mano de psicólogos y nutricionistas sobre el valor de la alimentación y la integración en el deporte.

Asimismo, para contribuir a evitar el desarrollo de estas conductas, la Copa Covap y la Fundación APE proponen seguir algunas de las siguientes indicaciones que se incluyen en la Guía para una alimentación infantil saludable y equilibrada del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona):

  • Potenciar la autoestima de los niños mediante el elogio por cómo son y reforzar positivamente su personalidad y habilidades en vez del aspecto físico.
  • Favorecer una autoimagen corporal positiva, aceptando las diferencias entre las personas y respetando a otros.
  • Promover hábitos alimentarios y un estilo de vida saludables.
  • Hacer al menos una comida al día en familia, convirtiendo la alimentación en un acto social y familiar.
  • Ofrecer herramientas para desarrollar un sentido crítico frente a estereotipos de belleza.
  • Compartir actividades en el tiempo libre y practicar deportes de equipo.
  • Rechazar ideales estéticos no realistas que puedan poner en riesgo la salud de los más pequeños.
  • Fomentar la autonomía y evitar la sobreprotección para favorecer la autoestima y seguridad personal de los niños.
  • Advertir de los contenidos nocivos de Internet y redes sociales que hacen apología de todo tipo de trastorno de la conducta alimentaria.
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