Córdoba dice adiós a los niños saharauis: "La despedida es dura, terminan siendo como nuestros propios hijos"

Solidaridad

Los pequeños regresan a sus campamentos en Tindouf tras pasar dos meses de disfrute y cariño junto a familias cordobesas

La gran mayoría de hogares de acogida describen esta experiencia como "inolvidable y gratificante"

La emotiva despedida de los niños saharauis de Córdoba, en imágenes

Un niño saharaui se despide de su familia de acogida. / Juan Ayala

Córdoba/Vacaciones en Paz, iniciativa que cada verano pone en marcha la Asociación Cordobesa de Amistad con los Niños y Niñas Saharauis (Acansa), pone fin a otro año de disfrute y solidaridad. Y es que Córdoba se despide, una vez más, de los 135 pequeños procedentes de los campamentos de Tinduf (Argelia), quienes, durante semanas, han iluminado los hogares y corazones de diferentes familias cordobesas. El regreso a su lugar natal ha dejado una despedida cargada de emociones, además de una huella en los involucrados que los acogieron a lo largo de estos dos meses.

El sonido de maletas rodando sobre el albero de El Arenal, sitio de partida, y las voces de los cientos de niños que, entre risas y susurros, compartían sus últimos momentos, marcaban el inicio de un día que, aunque inevitable, nadie quería que llegara tan pronto. En ese momento comenzaba el adiós de los pequeños que llegaron el pasado 8 de julio para disfrutar del verano en compañía de sus familias de acogida y alejarse de los tórridos meses estivales que se viven en el desierto del Sáhara. 

Las familias de acogida, que durante semanas han compartido su hogar y muchos momentos "especiales" con los niños saharauis, se movían entre la organización del equipaje y los intentos de capturar, con fotografías y abrazos, los últimos instantes de una experiencia que ha dejado una marca “inolvidable” en todos los involucrados.

Experiencia de las familias

"La verdad que es gratificante. Lo que es siempre ayudar a otra persona y, sobre todo, quitarle un poco de allí, del desierto, de todas aquellas calores… Pues la verdad que es muy gratificante. Tanto para él como para nosotros, por supuesto. Luego, pues la experiencia tiene de todo. Tiene sus momentos de riñas, pero mayoritariamente es más gratificante que lo que pasa", explica José Moreno, de Adamuz, quien ya suma dos años viviendo esta experiencia.

Tal y como describe Moreno, decirle adiós a Mehdi, su niño de acogida, "es muy triste. Ya veníamos en el coche llorando, él sobre todo. Porque se deja atrás a sus amigos, su familia, como quien dice. Prácticamente, somos familia suya". 

Otros como Manuel y Silvia, junto a sus dos hijas, familia de Villarrubia, califican esta experiencia como "enriquecedora para toda la familia, para ella también, en primer lugar, que es por la que mayormente se hacen estas cosas, para que tengan dos meses que salgan de donde están, que es un campo refugiado y están privados de su libertad y de todas las cosas que hoy en día cualquier niño en la sociedad que vivimos, pues las tiene a día de hoy".

Dos niños saharauis junto a su familia de acogida. / Juan Ayala

Aunque la familia de Manuel sea una de las involucradas en esta iniciativa, además, fue capaz de movilizar a toda la barriada de Villarrubia y, con el apoyo de los establecimientos del municipio, cruzaron los Pirineos en bicicleta con un fin benéfico. Con esto, lograron recaudar 900 euros que fueron, en un principio, destinados a la infancia de la población refugiada saharaui. Aunque, finalmente, ese dinero fue empleado para el tratamiento de "un niño que tenía problemas médicos", destacan. 

Para Mari Carmen, este año ha sido "mejor que en ningún otro. Llevo participando tres años, pero es cierto que también los vamos conociendo más, nos van conociendo a ellos también. Es decir, vamos conociendo un poco más el uno del otro". Del mismo modo, asegura que "va siendo más fácil cada año que va pasando".

Con ganas de volver

Viviendo unas Vacaciones en Paz pero con ganas de volver a su país. Los niños "tienen muchas ganas de irse. Es normal, echan de menos a su mamá, su papá, a su familia, pero también están tristes por dejar cosas aquí", señala Mercedes, que, además, recalca que "es satisfactorio poder darles ayudarles".

Una experiencia que "es más fácil de lo que parece. De hecho, invitamos a las familias que lo hagan y lo vivan, ya que es muy gratificante y muy sencillo. Si es cierto que hay que respetar su cultura, pero ellos se van juntando con nosotros, van captando nuestras ideas, nuestra forma de hablar y, al final, terminan siendo como nuestros propios hijos y como cualquier persona de nuestra nacionalidad", garantizan Martín y Noelia, que suman ya tres años como familia de acogida. "La despedida está siendo muy dura y más cuando ya han pasado estos tres años y ellos saben que es muy difícil que puedan volver", afirma.

Familias cabizbajas pero felices de poder dar a 135 unas Vacaciones en Paz. Últimos besos y abrazos, foto de grupo para el recuerdo y rumbo al Sahara. Desde ya, tanto las familias como los niños, y aunque quede un año de espera, cuentan los días para volver a estar juntos una vez más. 

Foto grupal de todos los niños saharauis antes de su partida. / Juan Ayala

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