“Me gustaría rehabilitar los cadáveres arquitectónicos que hay por Córdoba"

Entrevista al arquitecto Pedro Peña Jurado

El cofundador de Studiopez, que sueña con dejar su huella artística en su ciudad natal, es todo un referente en el sector de la arquitectura a nivel internacional y cuenta con proyectos repartidos por Europa e Israel

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Pedro Peña posa para 'el Día' en el 'hall' del hotel Eurostars Palace de Córdoba. / Juan Ayala

Desde que en 2011 fundó Studiopez junto a su fiel compañero Daniel Zarhy (Tel Aviv, 1980), Pedro Peña Jurado (Córdoba, 1984) no ha parado de crecer en la arquitectura internacional. A sus 40 años, su trayectoria ya es sinónimo de éxito, pues ha levantado majestuosos edificios que están repartidos por todo el mundo. Mientras su equipo no para de desarrollar nuevos proyectos, Peña Jurado, además de dedicarle sus vacaciones a sus cuatro hijos (nacidos en Suiza, pero de sentimiento cordobés), a su mujer Miriam y a la cocina, su pasión más desconocida, aprovecha uno de sus habituales viajes a Córdoba para concederle a El Día su primera entrevista en su ciudad natal. Una Córdoba que conoce muy bien y en la que espera dejar su huella artística lo más pronto posible.

-¿Cómo empezó en el mundo de la arquitectura?

-Tanto mi padre como mi tío, Pedro Peña Amaro y Antonio Peña Amaro, son arquitectos. No tenía muy claro que me quería dedicar a esto porque me gustaban mucho la física y las artes, pero de alguna manera pensé que la arquitectura unía las dos cosas. Me fui a estudiar a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla y desde pronto empecé a trabajar en el despacho de Álvaro Velázquez. Luego con José Luis Bezos y, por supuesto, también trabajé con mi padre. Esos han sido los tres pilares en los que se funda Studiopez.

-¿Y cuándo funda Studiopez?

-Surge la oportunidad justo al terminar la carrera con el concurso internacional de becas de Arquia. Me decido a hacer el concurso y escojo en 2008 el despacho Herzog & De Meuron en Basilea. Allí conozco a Daniel (Zarhy) y trabajamos juntos en la Torre de Roche. Ganamos dos concursos y descubrimos que esto era lo nuestro. Ahí nace Studiopez. Desde 2011 hasta ahora somos 18 colaboradores en dos oficinas, en Tel Aviv, con 12 trabajadores, y en Basilea, con seis.

-¿Su éxito en este sector tiene que ver con que ha salido fuera de España?

-El éxito nosotros lo medimos en tanto que podemos hacer los proyectos que nos gusten y encima vivir de ello. Tanto Daniel como yo venimos de familias de arquitectos. Cuando nuestros padres acabaron la carrera había tanto trabajo que todo nacía del mismo lugar. En nuestra generación eso se había extendido a Europa. Ya no hay trabajo para todos, cada vez hay más compañeros y es difícil. En 2008 seguía trabajando con mi padre en proyectos de aquí como Rabanales 21. Pues solo se ha hecho un edificio de los tres porque estalló una crisis brutal y eso también influye a que te abras y quieras salir de tu zona de confort.

Pedro Peña posa para 'el Dia'. / Juan Ayala

-¿Cuál es la filosofía de trabajo de Studiopez?

-La de trabajar con mucho sentido del humor y poco orgullo propio. Todas las ideas se van combinando hasta formar algo mejor. Yo soy de Córdoba, una ciudad histórica, y Daniel es de Israel, la cuna de la innovación. Somos una combinación de tradición e innovación y buscamos una raíz conceptual fuerte. Esa visión global la tenemos en nuestros trabajadores, que aportan distintas visiones culturales porque son de diferentes procedencias, de Portugal, Ucrania, Alemania...

-Pese a su juventud, tiene proyectos repartidos por todo el mundo.

-Trabajamos todas las escalas. Hacemos pequeñas instalaciones efímeras como un pabellón en Tokio y otro en Tel Aviv y renovaciones en centros educativos y residenciales, pero también tenemos edificios emblemáticos grandes. No tenemos miedo y nos hemos atrevido siempre a esos edificios complejos que están guardados para gente con más experiencia. Tenemos dos proyectos emblemáticos que verán la luz en los próximos cinco o seis años que son la Ciudad de la Justicia de Jerusalén y el Campus de Ciencias Aplicadas de Berna (Suiza). En los diez años que llevamos, hemos sacado 30 premios y ocho de ellos han sido primeros premios.

-De momento no tenéis proyectos en España...

-España ha sido y es un lugar en el que nos encantaría trabajar. Tenemos mucho interés porque hay mucha calidad arquitectónica y queremos traer nuestra visión internacional. Creemos que los proyectos en los que puede haber un mayor impacto en España son los educativos y de research, ahí tenemos mayor encaje, aunque estamos abiertos a todas las posibilidades.

-¿Y Córdoba entra en sus planes?

-Córdoba tiene un gran bagaje arquitectónico con grandes joyas. Me encantaría poner mi granito de arena en su desarrollo para los cordobeses y para el resto del mundo, porque se apuesta por ella como un centro de turismo de calidad. Sería un orgullo. Tengo muchos planes en la cabeza, paseando por aquí veo que la pérgola, el edificio de Noreña o los de Diputación de Figueroa siguen abandonados. Habría muchísimo potencial con una administración abierta o desarrolladores privados para hacer proyectos fantásticos.

-Seguro que le gustaría sentarse un día con la Gerencia Municipal de Urbanismo.

-Hay que ser conscientes de que la crisis ha impactado bastante. La Biblioteca (Grupo Cántico) se ha inaugurado hace poco y fue un concurso de 2008. Hay que promover de nuevo todo eso. Se puede tener arquitectura de calidad, pero hay que apostar por ello. Para eso se deben hacer concursos con intervención de jurado y dejarse asesorar.

Pedro Peña posa para 'el Día'. / Juan Ayala

-¿Es posible aplicar la arquitectura sostenible a ciudades históricas como Córdoba?

-No se puede ignorar la crisis climática. Una verdadera intervención sostenible debe estar desde el diseño y planificación hasta la ejecución. Córdoba, por ejemplo, una de sus tareas es saber intervenir en el patrimonio más antiguo. Una medida de sostenibilidad muy potente es coger esos edificios que no se usan o están en mal estado y darles un nuevo uso. Eso es una herramienta sostenible y no poner una fachada fotovoltaica y un poco de verde. Una de los mayores huellas de carbono es el hacer nuevo, por lo que renovar con lo existente te da mayor sostenibilidad.

-En comparación a otros países, ¿cómo se encuentra el sector de la arquitectura en España?

-Está en buena salud porque se siguen desarrollando obras y proyectos en grandes ciudades como Bacelona, Madrid, Málaga o Valencia. Sin embargo, la crisis dañó mucho todo el proceso de adjudicación y la ley de contratos públicos y eso va a perjudicar a la larga a la arquitectura y las ciudades de dentro de 15 o 20 años tendrán peor calidad. España tiene muchas trabas administrativas, pero tiene mucho potencial porque cuenta con mucha energía para que los edificios se puedan autoconsumir.

-Se ha creado una alarma social tras el incendio de Valencia. ¿Qué se puede hacer a nivel arquitectónico para evitar estas tragedias?

-Hay que ser un experto con todos los datos de su construcción para saber cuál es la causa de la tragedia. A nivel de los materiales se pueden tener ciertas precauciones y un mantenimiento de los edificios. Eso es un pecado en España, pues la calidad de lo construido no se mantiene y ahí hay mucho que aprender de Centroeuropa donde se hacen planes extensivos de renovación y mantenimiento.

-¿Qué haría Studiopez en Córdoba?

-El concurso que me llevó a Basilea fue un proyecto que hice en los solares que todavía existen de la calle San Fernando en el que propuse unos talleres con unos andamiajes. De eso hace ya unos 20 años y ahí sigue el solar. La intervención con lo existente es algo que me gustaría hacer rehabilitando esos cadáveres arquitectónicos que hay por la ciudad. Quiero hacer como Paco Morales, que se fue y ha vuelto a Córdoba trayendo lo mejor que había aprendido. Sin duda la ciudad tiene futuro.

Frontal del proyecto del Palacio de la Justicia de Jerusalén. / Studiopez
Nuevo campus de la Universidad de Berna. / Studiopez
Broadcom de Tel Aviv. / Studiopez

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