Coronavirus en Córdoba: Crónica de una ciudad fantasma
Los cordobeses realizan un ejercicio de responsabilidad y evitan salir a la calle
Fotogalería: Las imágenes de una ciudad vacía
No es un sábado cualquiera. No se habla de otra cosa, la gente se aparta de otra gente cuando se cruzan por la calle, si es que llegan a cruzarse más de dos personas. El coronavirus ha entrado de lleno en el país, en las agendas políticas, en el día a día y las noches de los trabajadores sanitarios y también, claro está, lo ha hecho en Córdoba.
Cuando el coronavirus era "un virus chino" solamente, casi nadie (o nadie) podía imaginar cómo afectaría a la vida de la mitad de la población mundial. A finales de diciembre, mientras la Navidad transcurría sin problemas para que después llegara 2020 en esta parte del mundo, China se ponía manos a la obra para frenar el avance de la bacteria.
Ahora, apenas tres meses después, puede decirse que el país asiático ha contenido la expansión, mientras aquí, alrededor de todo lo que alcanza la vista, la población se prepara para intentar tomarlos como ejemplo.
El avance incansable y frenético de los acontecimientos ha hecho que en una semana se haya pasado del "tampoco es para tanto" al "abuela quédate en casa". Los distintos anuncios de las instituciones sanitarias han provocado que la gente se lo tome en serio (casi toda) y, en un ejercicio de responsabilidad, las ciudades han ido quedándose vacías.
Cuando empezaron a suspenderse actos ya saltaron las alarmas, cuando se empezaron a crear comisiones en prácticamente todos los ayuntamientos españoles se percibía una seriedad en el asunto. Ahora, todas las administraciones, desde el Gobierno central hasta el Consistorio, recomiendan quedarse en casa. Hay que parar al coronavirus.
En en un ejercicio de responsabilidad, los cordobeses han hecho caso a un mandato que se ha extendido como la pólvora en las redes sociales, en la tele, en la radio, en los grupos familiares de Whatsapp. "Esto es serio, hay quedarse en casa, hay que frenar la curva".
Cierto es que las imágenes de supermercados a rebosar intentando conseguir víveres llaman la atención, pero ese mensaje de tranquilidad lanzado por todas las empresas, asegurando el abastecimiento, debería ser la clave para cualquier comportamiento.
Hay que hacer poco caso a esos vídeos y tratar de difundirlos lo menos posible para evitar que se vuelvan aún más virales y lleguen a más población.
Pero más allá de eso, lo cierto es que las calles de la ciudad se han quedado prácticamente desiertas, a excepción de esos trabajadores que no tienen más remedio que salir para acudir a sus puestos o de aquellas personas que salen para lo estrictamente necesario.
Ciudad Jardín, el Centro, la Judería. La jornada del sábado en Córdoba ha sido un adelanto de lo que ocurrirá las próximas semanas. Mezquita sin turistas, turistas sin terrazas, terrazas sin bares. Avenidas enteras vacías, con algo de neblina a primera hora de la mañana, como si fuera una película de las que gusta protagonizar Will Smith.
Esa es la imagen, por desgracia, que hay que exigir durante las próximas semanas para frenar el avance del COVID-19, para intentar que el número de afectados no se dispare y para que las personas más vulnerables, los mayores, estén totalmente protegidos.
Córdoba, en un ejercicio de responsabilidad, se ha quedado en su casa un sábado, como hará el domingo, el lunes y el martes. Hay que vaciar la ciudad ahora, convertirla en zona cero, en un pueblo fantasmas, para poder habitarla después.
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