Coronavirus en Córdoba: Córdoba entra en la fase 1 de la desescalada con 342 casos activos

Pese al aumento de positivos de los últimos tres días, la provincia mantiene la tendencia de las últimas semanas, con más curados que contagiados

El estancamiento del número de defunciones, apenas cuatro en los últimos ocho días, refuerza el trabajo en la contención del covid-19

Un hombre camina por el centro de la avenida Gran Vía Parque de la capital. / Juan Ayala

Córdoba comienza a controlar la pandemia. Los números, fríos siempre, vienen reforzando esa tendencia desde hace un par de semanas, cuando el número de curados comenzó a imponerse al de contagiados de una manera gradual. Ni siquiera el aumento significativo de positivos en los últimos días consigue afear el panorama en la provincia, que este lunes entrará en la fase 1 con apenas 342 casos activos de los 1.589 diagnosticados desde que estalló la crisis del coronavirus, con un primer caso del que ahora se cumplen dos meses.

La subida en la cifra de afectados de los tres últimos días, con un crecimiento por encima del 1% que alcanzó su tope este domingo al llegar al 2,71% con los 42 contagios confirmados -iguala la cifra más elevada del pasado 23 de abril, siendo la más alta desde el 6 del mismo mes (72)- por la Consejería de Salud y Familias, ha encontrado el mejor freno posible en el buen ritmo de altas. Los curados se dispararon entre el jueves y el viernes con un incremento superior al 6% (133 personas) y, pese a caer algo el fin de semana, los 38 anunciados en el último parte suponen un 3,43% más que el sábado.

Todo esto, traducido a números objetivos, refleja que durante esta fase 0 del desconfinamiento que apenas ha durado una semana en la provincia, Córdoba ha reducido en 84 sus casos activos, que son las personas que tienen el virus en su organismo y, por tanto, pueden contagiar a otras. A las 191 altas recibidas, hay que restar los 111 positivos registrados, aunque la Junta de Andalucía remarque que apenas seis de ellos se han producido mediante pruebas PCR (el resto han sido mediante test rápidos).

¿Y los cuatro que faltan para completar la cuenta? Son las defunciones producidas en los últimos siete días, lo que supone la cifra más baja desde el inicio de la pandemia. Este estancamiento no hace más que reforzar el trabajo en la contención del virus SARS-CoV-2 que se viene haciendo en Córdoba, y que le ha permitido, en base a sus números -y otro puñado de criterios más- pasar a la fase 1 de la desescalada que arranca este lunes para más de la mitad de la población española.

Pero esta buena evolución, ahora que toca dar otro paso, debe verse más como un aliciente que como una oportunidad hacia la relajación. Hay que tener en cuenta que estas cifras aún no recogen los efectos de la disminución de las restricciones en las salidas, pues el periodo de incubación del virus suele estar entre los 10 y los 20 días, antes de dar la cara. Es por eso que la responsabilidad y el civismo deben seguir imperando como hasta ahora en la ciudadanía para evitar un rebrote que obligue a dar pasos atrás.

De momento, el camino andado deja datos para la esperanza. Principalmente, esa continua reducción en los casos activos que en los últimos diez días ha cogido una velocidad de crucero importante. Tras situarse por primera vez por debajo del 50% el domingo 26 de abril (656 sobre un total de 1.397 contagios), en menos de una semana, el sábado siguiente, 2 de mayo, ya bajó del 30% (425 casos sobre 1.477).

El pasado jueves esa tendencia continuó su trayectoria y ya alcanzó el 25% (378 de 1.508), lo que reflejaba que apenas un cordobés de cada cuatro mantenía el virus activo en su cuerpo. Pese al aumento de positivos de los últimos días, esa línea no se ha visto alterada ni mucho menos. Así, Córdoba entrará en la fase 1 con solo 342 casos activos de los 1.589 contabilizados, lo que viene a hacer un 21,52%.

Dicho de otro modo, a estas alturas de la pandemia, solo dos de cada diez infectados en la provincia mantiene la posibilidad de contagiar. Sin duda, un buen dato para entrar en una nueva dimensión en la que el contacto social aumentará, lo que pone obliga a una mayor responsabilidad si cabe para que el control bien llevado hasta la fecha mantenga esta tendencia hacia la superación de la crisis.

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