“Los debates absurdos que antes teníamos en Córdoba ya no están”
Entrevista a José María Bellido. Alcalde de Córdoba
Cumple su primer año al frente de la alcaldía de la ciudad, un tiempo en el que la acción de gobierno se ha visto condicionada por el covid-19, que “hizo saltar todo por los aires”
"Soy pragmático y me gustaría alcanzar acuerdos con el PSOE"
"No es necesaria una investigación sobre el Imdeco, solo buscaría lío poítico"
-Han pasado 365 días reales desde que tomó posesión como alcalde, pero no sé si mentalmente para usted han transcurrido bastantes más.
–Ha sido un año intenso y le diría que más bien se me ha hecho corto. La intensidad del trabajo ha provocado que los días pases volando. Y se me ha hecho corto sobre todo desde el mes de marzo hasta aquí por todo lo que ha pasado. Ha sido tal la deriva de los acontecimientos que, como le digo, el tiempo ha pasado volando.
–¿Y da tiempo a echar la vista atrás?
–La realidad es que no. Es cierto que no perdemos la perspectiva y cuando uno revisa los planes que teníamos, se van cumpliendo. Pero tiempo para echar la vista atrás, ahora mismo, es imposible. La necesidad que hay de actuaciones y el ritmo de las mismas impide pararse mucho en eso.
–Y además, usted sabía qué ciudad se encontraba para los próximos años, pero con esta crisis que nos ha venido, todo eso ya no vale.
–No. Todo eso, desgraciadamente, y no lo digo por mí como por alcalde sino por las necesidades de la ciudad y de los vecinos, ha saltado por los aires desde el día 14 de marzo. Además, todo ha ocurrido de un día para otro y sin que nadie lo esperara.
–Ustedes, como todos los partidos que se presentan a las elecciones, tenían también su proyecto de ciudad para el futuro, que ahora no sé si queda también un poco en el aire.
–Bueno, hay que distinguir entre dos cuestiones. Tenemos que tener un proyecto de ciudad a largo plazo y ése es evidente que ha cambiado. Por eso ahora es más necesario que nunca el plan estratégico en el que ya habíamos empezado a trabajar. Luego está el corto plazo y para eso está el plan de choque. Es decir, las necesidades que había en marzo no se parecen en nada a las que hay ahora en junio. Hay casos muy evidentes, como los Servicios Sociales o empresas municipales como Aucorsa. La ciudad es otra distinta, pero no podemos perder la perspectiva. Más allá de que viene una crisis que no sabemos cuánto va a durar, si un años, dos o tres, la idea de ciudad tenemos que seguir construyéndola, porque Córdoba no puede estar constantemente en ir poniéndose al día de lo que le viene, sino que hay que mirar al largo plazo.
–Si tuviera que citar tres hitos o metas que haya logrado y de las que se sienta satisfecho en este primer año, ¿cuáles diría?
–La más visual, por motivos obvios, la Navidad de este año, donde se pudo ver que había un nuevo proyecto para Córdoba y se visualizó. Otro hito es la concertación social y la negociación de la misma. El hecho de poder cerrar acuerdos con empresarios y sindicatos para avanzar en el desarrollo de la ciudad creo que nos da una estabilidad importante en el largo plazo. Y luego el tercero, que se nos ha puesto más difícil de cara a los próximos años, es la bajada de impuestos. Nos comprometimos en campaña y lo hicimos. Y al margen de todo eso, fuera de esos tres hitos, lo que está claro que nos va a marcar a todos es el impacto de la crisis sanitaria. Eso fue un choque que nos obligó en una semana a reinventar la ciudad, el Ayuntamiento y el gobierno. Creo que en mi experiencia vital, no ya en la política, esta crisis va a quedar para toda mi vida.
–Ha hablado antes de los Servicios Sociales. Aunque es algo achacable a todos los gobiernos de los últimos años en Córdoba, la sensación es que tenemos un modelo de atención que no es eficaz.
–Yo creo que nos ha podido a todos en un momento dado. Ahora, ya que se va enfriando el asunto, lo podemos mirar con un poco más de objetividad y menos pasión. Vamos a ver, nosotros hemos puesto en carga un millón de euros en ayudas. Se han estado pagando en un periodo medio de 15 días desde que se conceden y, viéndolo ahora que ya estamos todos un poquito menos calientes, me parece que es una forma de trabajar más que razonable. Hace unos meses, para que a una persona se le atendiera en Servicios Sociales, y digo que se le atendiera, no que se le ayudara, había listas de espera de meses y ahora estamos hablando de que en 15 días recibe la ayuda. Esto es una administración pública y tiene sus procedimientos, pero creo que es un plazo bastante razonable. Ocurre que cuando ves que la gente lo está pasando mal quieres actuar más rápido, pero también hay que ser conscientes de lo que tenemos. A ello se une que había una avalancha que era imposible de atender de inmediato. Y como usted decía, no es que haya un modelo que no funcione aquí, sino en toda España. Porque cuando te vienen miles de familias que antes no eran usuarios de los Servicios Sociales para algo tan sencillo como llevar un plato de comida a su casa, es imposible asumirlo. Tristemente, la imagen de las colas del hambre se ha extendido por toda España, no solo en una ciudad. Pero creo que hemos actuado bastante bien con la plataforma.
–Tal vez tenemos que examinar también el modelo económico que nos hemos dado para que este tipo de situaciones ocurran.
–No hay un modelo en el que mirarnos. Lo que ha habido es un cierre económico. Crisis ha habido muchas, hasta guerras, pero incluso en los periodos de guerra la actividad sigue funcionando. Aquí se ha dado un cierre durante dos meses de toda la actividad económica y eso ha producido casos de personas que tenían una vida normalizada, no sé si con más estrechuras o menos, pero que vivían, y que de la noche a la mañana se han visto abocados a recurrir a los servicios sociales para seguir subsistiendo. Eso ha sido muy duro. Lo único que me ha quitado el sueño literalmente durante estos meses ha sido atender esas situaciones de emergencia y pobreza. Mi móvil lo tiene mucha gente en Córdoba y me han llegado situaciones, como a usted y como a mucha gente, y eso nos ha llevado a esforzarnos tanto. No creo que sea para replantearnos el modelo, yo espero que esto sea algo puntual, pero sí es cierto que nos tiene hacer reflexionar sobre las cobertura sociales, y ya no hablo de solo de un ayuntamiento, sino de todo el estado. Las administraciones tienen que tener mecanismos de reacción rápidos. Tenemos que ser más ágiles.
–Y un cambio de mentalidad a nivel ciudadano de lo que viene también es necesario.
–A mí no me gusta la expresión de nueva normalidad y rehúyo de utilizarla. Tenemos que volver a lo que teníamos antes. Me da miedo que haya quien quiera utilizar esta situación de crisis innegable para querer cambiar hacia modelos que no sabemos a dónde nos llevan.
–¿Y cuándo vamos a recuperar el pulso?
–Yo siempre he sido muy claro en este aspecto. Creo que el pulso lo retoman los ciudadanos, que van siempre muy por delante de los gobiernos locales, autonómicos o del Estado. Y la sociedad lo está retomando ya. Cuando salgo a la calle estos días me da alegría ver que el pueblo va por delante. Y lo están haciendo además con responsabilidad, con negocios abiertos y la gente volviendo a trabajar. Yo creo que el pueblo, una vez más y afortunadamente, se adelanta.
–Sí, pero hay sectores que habrá que replantear, como el manido asunto del turismo, que tendrá que cambiar el chip.
–Parto de una premisa. Aquí hay una situación exógena, que ha venido de fuera, que ha afectado a la vida de todos. Es algo externo, un virus, pero que algún día va a desaparecer y el turismo se va a quedar, como otros tantos sectores. Tenemos que aprender a convivir durante un tiempo con el covid-19 y aceptarlo, pero el turismo es vital para nuestra ciudad. A nosotros se nos conoce en el mundo por nuestra Mezquita-Catedral y por nuestra historia. Eso es lo que nos pone en el mapa del mundo y atrae a gente a nuestra ciudad. Eso lo veo positivo y en el modelo económico a corto plazo tampoco tenemos otro tractor económico que pueda sustituir al turismo, con lo cual tenemos que trabajar para que se consolide.
–Pero habrá que pensar en esa idea oriental de que todo esto, la crisis, puede ser también una oportunidad.
–Retomo lo dicho antes sobre el modelo de ciudad. Nosotros tenemos un plan estratégico que está todavía en desarrollo y debemos tener más sectores económicos que lideren la actividad que generen riqueza y empleo. Hay algunos que están consolidados y que afortunadamente nos van a servir para salir de esta crisis, como es el agroalimentario, vital en la provincia, muy potente y que lo está demostrando. Y además tenemos otros muy incipientes, como el de la logística, el conocimiento, el sanitario, la transformación digital y algunos tradicionales como el de la joyería. Lo que tenemos que hacer es ir desarrollando otros sectores y que no dependamos solo del turismo. Ya nos pasó algo parecido con la construcción. El problema fue que, cuando cayó, ese empleo no ha vuelto y tenemos que intentar que con el turismo no nos pase igual.
–Usted habla del sector agrario, que antes de la crisis estaba precisamente alertando de cómo está, prácticamente asfixiado.
–Estaba precisamente protestando. Ahí, fíjese que sí se ha visto un proceso de reflexión generalizada en la sociedad. Nos hemos dado cuenta de la importancia que tiene. Cuando había miedo por ir al supermercado, hemos visto que el suministro alimenticio estaba garantizado y nos hemos dado cuenta de su valor, de su capacidad de distribución. Y todo eso servirá para lo que son sus demandas.
–¿Cuál es su visión de la situación política local, la que esperaba cuando llegó al cargo?
–Cuando yo estaba en la oposición demandé mucho, con un mensaje que creo que caló, que nos dejáramos de pegos y nos centráramos en lo importante. Y en este año se ha logrado. Esos debates que teníamos en Córdoba francamente absurdos ya nos están. Y la prueba de que eran absurdos es que ya no están. Ha bastado un cambio de gobierno para que se diluyan de la agenda política. Eso ha servido también para que en la sociedad, que es lo que importa, no haya polarización. Hay buenas relaciones con los empresarios, con los sindicatos, con el movimiento ciudadano. Todos hablamos entre nosotros y en la calle no hay tensión social. Tampoco es que antes hubiera una tensión exagerada, pero bueno, sí había un caldo de cultivo del debate sobre lo absurdo.
–¿Y la oposición?
–Yo he pasado ya por todas las caras que tiene la política y entiendo que es duro perder el gobierno, que los vecinos no te revaliden la confianza. Eso dificulta mucho los acuerdos, sobre todo al principio, hasta que no haya un relevo natural en las direcciones de esos partidos. Pero cuando pase el tiempo, los acuerdos serán más fáciles que ahora, que es bastante complicado porque la herida todavía está sin cicatrizar.
–La izquierda dice que usted los ningunea.
–Propongo una prueba. Durante la fase más dura de la pandemia, cada dos días había junta de portavoces para informarle de las decisiones que se adoptaban, de los decretos que firmaba. Piense que yo tuve que asumir todas las competencias del Ayuntamiento porque no se podían reunir los órganos colegiados. Podían transmitirme sus quejas y aportaciones. Yo reto a que cualquier administración, sea la que sea, diga si ha tenido un contacto cada dos días con la oposición a cambio de nada, además, porque no se ha exigido nada. Eso puede ser cualquier cosa, menos ninguneo.
–De todas formas, en esta crisis se está alabando el trabajo de alcaldes y concejales, muy por encima de otras instituciones.
–Le puedo dar ejemplos de esa cercanía. La semana de antes del estado de alarma nosotros ya estábamos tomando decisiones, como el cierre de centro cívicos, parques y demás en la soledad más absoluta. ¿Por qué? Porque tenemos concejales que participan en asociaciones, ongs, colectivos sanitarios, de asistencia social, que les llegó antes esto, porque tenían familiares, padres o hijos, por lo que reaccionamos pronto. Y otro ejemplo es cuando se sacaron los horarios de los paseos y a nuestros hijos los dejaban salir a horas intempestivas. Hemos respondido a lo que la gente demandaba.
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