Lo que hay detrás de Flora: el festival top que atrae a Córdoba a artistas de talla mundial

Radiografía

Los mejores creadores florales del planeta pasan por Flora sin recibir honorarios por su obra, a cambio de libertad creativa total y en entornos únicos

El certamen tiene garantizada su presencia en la ciudad hasta 2023 y abre el abanico a nuevas disciplinas artísticas

Varias personas visitan la obra 'Liminar', de Emma Weaver, en el Patio del Reloj de la Diputación.
Varias personas visitan la obra 'Liminar', de Emma Weaver, en el Patio del Reloj de la Diputación. / Juan Ayala

El Festival Internacional de las Flores, Flora, nació en 2017 como un regalo para Córdoba, y cinco años después se ha consolidado como la marca de un evento único en el mundo capaz de convocar a los mejores artistas florales del mundo, desde Shane Connolly (decoradora de la Casa Real británica) hasta el estadounidense Maurice Harris o el japonés Yuji Kobayashi -ambos competidores de esta edición-, o de lograr más de 200.000 mil visitas en los seis días de exhibición que tuvo su última edición, en 2021.

Para entender el éxito de Flora nadie mejor que Álvaro Guzmán, director de producción del festival, que nos enseña la tramoya, lo que el ojo no ve. ¿Quién está detrás de Flora? ¿Por qué es atractivo para los mejores artistas del mundo? ¿Qué inversión hay? ¿Qué impacto tiene en la ciudad?

La idea original es de Juan Ceña, socio fundador de la compañía Zizai Cultura y promotor de Flora. Según ha declarado en otras ocasiones, la fuente de inspiración del Festival está en los Patios de Córdoba y todo el universo floral que rodea a la principal fiesta de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco.

La marca Flora sigue en propiedad del mismo grupo empresarial, que es quien asume los costes de la producción y toda la organización. Gran parte de ese riesgo lo financia el Ayuntamiento de Córdoba, principal patrocinador del certamen, que renovó su contrato en julio para garantizar la celebración del festival en la ciudad hasta 2023, por un total de 480.491 euros.

El trabajo del equipo de producción -un total de 20 personas- para preparar el festival de Flora comienza en el mes de mayo, asegura Álvaro Guzmán, aunque no es hasta mitad de verano cuando se empiezan a dar a conocer los nombres de los cinco artistas que participan en cada edición. En esas fechas, la organización costea un primer "viaje de prospección" para cada creador, acompañado de dos asistentes, para que se empapen de Córdoba y los escenarios del concurso.

Álvaro Guzmán, director de producción de Flora, en el Palacio de Viana.
Álvaro Guzmán, director de producción de Flora, en el Palacio de Viana. / Flora: Patricia Cachinero

Una vez que conocen el espacio donde van a realizar la instalación floral, "ellos diseñan un boceto y nosotros somos los encargados de ir bajando el proyecto a tierra", explica el director de producción: "El área de producción va planteando soluciones constructivas que abaraten costes, igual que si alguno ha sido un poco discreto le animamos a que gaste algo más en flor".

El presupuesto de cada artista para realizar su propia instalación (solamente flor y estructura) alcanza los 17.000 euros. "Todos compiten con las mismas oportunidades, con el mismo dinero", destaca. Además, se reserva una partida para gastos imprevistos entre los cinco concursantes que van destinados al montaje y desmontaje de la instalación, seguros de responsabilidad civil o personal auxiliar de los patios, entre otros.

Los artistas no pagan nada. Los gastos de viaje -desde el primero de prospección hasta el último-, alojamiento y dietas van sufragados por Flora. En este sentido, Guzmán destaca el esfuerzo que conlleva la apuesta de este año por recuperar la versión internacional del festival, después de que la cuarta cita (2021), por razones de la pandemia, tuviera un carácter completamente europeo. La traducción admite notorias diferencias: si el año pasado los vuelos eran desde Dinamarca, Bélgica o Reino Unido, en esta ocasión, Kobayashi, por ejemplo, viene desde Kioto y Harris lo hace desde Los Ángeles, ambos acompañados por sus asistentes, a los que también les paga el viaje Flora.

Desde la otra cara de la moneda, los artistas tampoco cobran honorarios por la instalación floral que realizan, tratándose de gente que está acostumbrada a trabajar para marcas como Loewe, Amazon o Prada, "que pagan dinerales". El caché de algunos de ellos puede rondar entre los 50.000 y los 100.000 euros por creación, estima Guzmán, algo inasumible por el festival. "Lo que nosotros ofrecemos es: te lo damos todo gratis y te damos la oportunidad de hacer lo que tú quieras; fantasea con qué te gustaría hacer en este momento de tu carrera profesional y nosotros lo hacemos posible", explica el director de producción, que añade que "casi nunca decimos que no a ninguna propuesta; al contrario, decimos que sí y nos ponemos a buscar la solución constructiva".

Siendo el mejor festival del mundo en su disciplina, con un premio de 25.000 euros para el ganador del concurso y 10.000 para el segundo, "el dinero no es la motivación principal de los artistas, es lo que menos les preocupa". "Aunque para nosotros sí sea importante, para ellos es vivir la experiencia, tener la oportunidad de hacer un proyecto personal, además del prestigio de estar aquí", asegura Álvaro Guzmán.

"Yuji Kobayashi ha hecho la instalación vegetal más grande de toda su carrera: ha trabajado a 10 metros de altura, cuando su récord estaba en seis; Kokon no había hecho jamás una instalación de estas dimensiones; Maurice Harris, además de ser una súper estrella, se ha traído como asistente artístico al ganador de su programa de televisión de Estados Unidos -Centerpiece- y que es otra súper estrella que podría ser perfectamente otro participante... Es gente que está muy demandada y todo esto es posible porque tiene un promotor privado que le permite hacer lo que a él le apetezca", argumenta.

El formato Flora se descubre como una final (a cinco) de Masterchef en directo; en la ficción, como el Cáliz de Fuego de Harry Potter (se aprueban ambos ejemplos cuando se ponen sobre la mesa). Encaja la novedad de que uno de los cinco participantes es repescado del concurso Patio Talento. Durante la primera fase del festival (del 17 al 20 de octubre en esta edición), los artistas y sus asistentes "se dejan la piel" con jornadas de 12 horas (de 08:00 a 20:00), trabajando a contrarreloj para culminar la obra antes de la deliberación del jurado (el viernes 21 de octubre) y la exhibición al público (desde el mismo día al 26 de octubre), que es quien reparte el premio honorífico a través de una votación en la web. "El grado de compromiso de los artistas es brutal", reconoce el director de producción, "hasta el nivel de estar hasta las tres de la mañana el día de antes revisando que la obra esté bien".

Maurice Harris durante el montaje de su instalación en la primera fase de Flora 2022.
Maurice Harris durante el montaje de su instalación en la primera fase de Flora 2022. / Flora: Patricia Cachinero

En esa primera fase, el equipo de producción tiene que responder de una manera muy ágil ante cualquier problema que surja (suministro de materiales, flores, etcétera) "porque solo tienen cuatro días". El equipo de coordinación es el que se encarga de hacer una hoja de ruta con los restaurantes que son patrocinadores del festival o guiar a los artistas cuando tienen que hacer una actividad paralela. El primer día, "Yuji Kobayashi solicitó comer allí mismo, que le trajeran un tupper y no abandonar la instalación; es algo muy asiático, pero también habla de la implicación que existe".

El retorno de Flora en la economía de Córdoba

En su quinta edición, Flora ha vivido una verdadera metamorfosis (lema de la edición) logrando el mayor volumen de colaboraciones de su historia. Ha cerrado acuerdos con 97 entidades, administraciones y centros de estudio, la mayoría de ellos (aproximadamente 80) cordobeses. "Al quinto año la gente nos conoce -comenta Guzmán-, estamos vendiendo una marca de calidad, de contemporaneidad, de instalaciones punteras y artistas globales..., asociarse resulta más atractivo".

Muchos de los asistentes locales que participan son floristas y se cogen vacaciones para las fechas del festival, añade: "No he visto este nivel de compromiso y buen rollo en ningún otro sitio. No te lo estoy intentando vender, pero es que es así; normalmente las producciones son muy duras y la gente se quema, pero aquí es diferente, la peña se deja la piel porque es un proyecto muy bonito".

El presupuesto final del festival se cierra entre finales de septiembre y principios de octubre. En esta edición, la cifra es algo superior a los 462.000 euros. "No he visto una optimización de costes como ésta", asegura Guzmán, que ha trabajado en producciones para Netflix o Amazon Prime: "Este festival debería costar tres veces más de lo que cuesta, las dimensiones son monumentales. Fácilmente, el presupuesto podría ser de 600.000 o 700.000 euros, sin pagar ni siquiera a los artistas, y no llega al medio millón; cuentas en otro lado lo que estamos haciendo con este presupuesto y no se lo creen".

La diferencia está en que la inversión pública es "infinitamente más sostenida" que la que puede dar un cliente privado como Amazon o Netflix, que se puede permitir otro volumen de gastos. "Nosotros tenemos una auditoría de gastos de materiales en la que no se va ni un tornillo", sostiene. En ese sentido, se pierde mucho dinero en los márgenes de beneficio que alimentan las agencias como puede ser cobrar la idea original del festival o el diseño. "Con las instituciones públicas no se hace eso, pero es lo bonito", añade Guzmán.

"¿Hasta qué punto se está entendiendo el valor y el volumen internacional de este festival, más allá del impacto que tenga en retorno publicitario?", se pregunta el director de producción, "Córdoba es una ciudad que se lo merece por tradición floral".

En el contrato de patrocinio firmado con el Ayuntamiento se establecen una serie de objetivos que Flora ha de cumplir, entre los que se incluye un incremento de las pernoctaciones durante los días del festival. "Ahora estamos entre un día, y un día y medio", afirma Guzmán. Para ello, el festival ha insistido en ampliar las actividades paralelas, complementarias a las instalaciones del concurso, que favorezcan la pernoctación. "Se está consiguiendo que la gente venga de fuera" y, nada más lejos de la realidad, los precios de los hoteles se disparan en la semana del festival y lo mismo sucede con las reservas de los pisos turísticos.

Otro objetivo es "que se hable de Córdoba fuera de Córdoba". Con Los Patios y Flora, "se está posicionando como la ciudad de las flores y, a la vez, Flora incide como un festival de mirada contemporánea que sitúa a Córdoba en el mapa de la modernidad". Cuando Yuji Kobayashi cogió la llamada de Emilio Ruiz Mateo, director artístico del festival, ya sabía lo que era Flora. Cuando se presentó el concurso Patio Talento llegaron 78 propuestas de todo el mundo. Son dos ejemplos que miden el impacto que el certamen tiene en la disciplina del arte floral y en la del arte contemporáneo a nivel internacional. "Ellos luego son embajadores de Córdoba por el mundo", subraya la directora de Flora.

El embajador de Japón en España en su visita a la instalación floral de Yuji Kobayashi.
El embajador de Japón en España en su visita a la instalación floral de Yuji Kobayashi. / Flora: Patricia Cachinero

El futuro de Flora en Córdoba

Si en la primera edición participaron ocho artistas, la muestra se ha ido reduciendo hasta cinco creadores que exponen en cinco patios de cinco edificios emblemáticos (Palacio de la Merced, Palacio de Viana, Museo Arqueológico, Mezquita-Catedral y Palacio de Orive). Calidad es mejor que cantidad, tiene claro la organización. "Las instalaciones ya son bastantes y habría que redimensionar el equipo. Creo que es mejor que la gente vea los cinco, los recuerde, y vote por su favorito. Mejor eso que 30 y que la gente no se quede con esa idea", indica Álvaro Guzmán.

Sosteniendo la identidad de estar muy orientado al arte floral, el festival ha abierto diálogos con otras disciplinas artísticas como la performance o la música, aprovechando el programa de actividades paralelas. "La mirada de Flora de cara al futuro es más diversa, de integrar cosas nuevas. Ya hemos alcanzado la monumentalidad en las instalaciones, traemos a los artistas top a nivel mundial, y tenemos el premio con mayor dotación económica, la idea ahora es darle horizontalidad", explica el productor.

El futuro de Flora en Córdoba también ha sido tema de especulación, antes de la renovación con el Consistorio cordobés, por los presuntos intereses de otras ciudades, como Madrid o Sevilla, de seducir a la organización. La realidad es que el acuerdo cerrado con el Ayuntamiento de Córdoba hasta 2023 no garantiza que Flora no pueda emigrar tarde o temprano.

La respuesta del director de producción de Flora aclara que, "Córdoba tiene todo el potencial para asumir el festival, lo creo honestamente". "Si tuviese que decir algo que le falla a Córdoba sería creérselo: creo que la gente que vive aquí no es consciente de su ciudad porque están acostumbrados a su comodidad y a su patrimonio", apunta Álvaro Guzmán, que cierra la conversación con una reflexión: "¿Qué cosas tienen que la hacen una ciudad especial? Pues precisamente que sea una ciudad pequeña. Aquí, al final del día, tanto los artistas como el equipo de organización nos encontramos en los mismos bares".

Equipo de producción de Flora con el promotor del festival, Juan Ceña, y el alcalde, José María Bellido.
Equipo de producción de Flora con el promotor del festival, Juan Ceña, y el alcalde, José María Bellido. / FLORA: PATRICIA CACHINERO

Compromiso con la sostenibilidad y el producto local

La voluptuosidad de las instalaciones florales del festival no tienen por qué ser contraproducentes con el compromiso por la sostenibilidad y la huella de carbono cero que ansían desde Flora. "Sabemos que el mercado de la flor se rige mucho por Holanda, pero nosotros insistimos en trabajar con producto muy local", afirma Álvaro Guzmán, el director de producción. Por ejemplo, el esparto que utiliza Kokon es de Extremadura. De esta negociación con los propios artistas se encarga Indira Anzola, responsable de producción floral. Por ejemplo, Kobayashi intentó trabajar con la gloriosa, "que es una flor muy espectacular", e Indira favoreció que trabajara con frisalis, "una flor más denostada, pero muy bonita". El rusco, el esparto o el musgo, en principio, "también pueden parecer materiales vegetales un poco burdos, y ellos lo ponen en valor, lo recuperan en un contexto de arte contemporáneo cuando a nivel de floristería no se les da el mismo valor". Una vez comienza la exposición de las obras, la organización se encarga de la reposición de flores que se van dañando durante los días de exhibición, pero "la flor dura lo que dura, es difícil sostener que las flores duren más tiempo". "Es algo efímero y de ahí la belleza", sostiene Guzmán.

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