El día en el que Córdoba demostró que es nazarena
Magna Nazarena
Miles de personas se vuelcan con una procesión única en la que participan 31 imágenes de 30 cofradías de la capital y la provincia, prólogo a la exposición ‘Por tu cruz redimiste al mundo’
Mediodía de una jornada cofrade muy esperada. Mientras los 31 pasos de 30 cofradías de Córdoba y provincia esperaban su salida procesional en los templos para participar en la Magna Nazarena, la Agrupación de Hermandades y Cofradías, la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías y el Cabildo Catedral de Córdoba mantenían una reunión para analizar los detalles de la cita dado que, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se esperaba una tarde con un alto porcentaje de posibilidad de lluvia.
Pese a esos malos augurios que presagiaban que se iba a autoinvitar a la Magna Nazarena el peor enemigo de la Semana Santa, en particular, y de las procesiones en general, la lluvia, en dicha reunión decidieron mantener “de momento” los horarios e itinerarios diseñados para la cita cofrade. “Según las informaciones meteorológicas que maneja esta Agrupación, se mantienen los horarios e itinerarios establecidos para realizar los traslados hasta el templo mayor diocesano, la Mezquita-Catedral. Si en el transcurso de los mismos alguna hermandad no pudiera realizar su salida, le sería asignada una nueva ubicación en la procesión de traslado”, informaron entonces desde la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba.
El colectivo cofrade destacó asimismo que en el supuesto de que la primera hermandad no pudiera realizar su salida, ante una situación climatológica adversa, se optaría por un retraso generalizado en los horarios establecidos. La primera de esas hermandades que debía salir en procesión hacia la Mezquita-Catedral era la del Nazareno de El Carpio, que debía partir, si el tiempo lo permitía, a las 16:40. Para añadir que, en el caso de que finalmente se optara por no salir en procesión por la lluvia, la exposición se quedaría repartida por los distintos templos de la ciudad que estaban acogiendo a las imágenes, además de en el primer templo de la diócesis.
No obstante, esas inclemencias no lograron empañar las ganas que el mundo cofrade cordobés tenía de Magna Nazarena. Las calles de Córdoba eran un ir y venir de penitentes llegando a los templos, además de un ir y venir de costaleros y de los cofrades que iban a acompañar a los pasos.
Finalmente, la profecía que manejaba la Agrupación sobre que mejoraría la climatología se cumplió. Antes de las cuatro de la tarde el cielo se abrió y los temores cofrades se esfumaron. El sol apareció para acompañar con brillo esa primera salida, la del Nazareno de El Carpio, que partió de San Francisco. La obra de Antonio Castillo Lastrucci iba acompañada de la agrupación musical del municipio del Alto Guadalquivir. El astro rey desterró a las nubes para acompañar también a muchos otros pasos hasta que entraron en la carrera oficial antes de que se hiciera la noche. Las siguientes hermandades en poner su cruz de guía en la calle, a las 17:00, fueron la de Los Dolores, con su Cristo de la Clemencia –sobre un Calvario de flores rojas–, y la Universitaria, con su Cristo Sindónico, con la Banda de Cornetas y Tambores de Paso y Esperanza, de Málaga, la primera, y sin acompañamiento musical, la segunda.
A esa hora ya comenzaron a ocuparse las primeras sillas que había repartidas por ese recorrido común coincidente con la carrera oficial de la Semana Santa, en el entorno de la Mezquita-Catedral, lugar al que debían acceder las distintas hermandades ya sin acompañamiento musical con el que salieron desde los templos. Allí, el presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, Francisco Gómez Sanmiguel, comprobaba los detalles de la organización del evento para que todo estuviera correcto, mientras que la Agrupación Musical Ángel Custodio, de Rute, y la Banda de Cornetas y Tambores Virgen de Luna, de Villanueva de Córdoba, las dos únicas formaciones que le iban a poner banda sonora a la carrera oficial, ensayaban sus distintos sones en el Triunfo de San Rafael, lugar reservado para ambas formaciones.
Nuestro Padre Jesús Nazareno de Castro del Río estrenó el paso por la carrera oficial aproximadamente a las 19:30, después de que dejaran de sonar los tambores roncos que lo acompañaban y en un cortejo en el que no faltó la legión romana. La también talla del imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci atravesó la Puerta del Puente, camino de la Catedral, justo unos siete minutos antes –tiempo fijado entre cortejo y cortejo en el recorrido común– que Nuestro Padre Jesús Nazareno de Villa del Río. Esas dos hermandades de la provincia empezaron a sentir esa sensación tan especial y única para un cofrade como es la de realizar estación de penitencia en el primer templo de la diócesis, en la Mezquita-Catedral y en su entorno. La misma sensación tan especial que sintieron las otras 12 hermandades de la provincia que iban a estrenar ese itinerario.
Empezaba así el prólogo a la exposición MagnaPor tu Cruz redimiste al mundo, que podrá visitarse en el primer templo de la diócesis hasta el próximo 22 de septiembre, una muestra organizada por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba en colaboración con el Cabildo Catedralicio en la que se podrán contemplar obras cumbres de la imagenería religiosa de Córdoba y provincia, como es el caso de las Virgen de las Angustias de la capital y del Nazareno de La Rambla, tallas que partieron para la Magna desde el templo de San Agustín y que fueron muy visitadas los días previos a esa gran cita cofrade.
Y también se podrán contemplar en la exposición otras obras maestras y señeras de la imagenería cordobesa, como el Nazareno de Priego de Córdoba, que cada Viernes Santo porta todo el municipio de la Subbética hasta su Calvario, escena que quedó inmortalizada hace décadas en la película La saeta del Ruiseñor, que protagonizó por entonces el que fuera niño prodigio Joselito. El Nazareno de Priego partió de la iglesia de San Francisco y San Eulogio a las 19:00.
Casi una hora después y tras el Nazareno de El Carpio, que llegó a la carrera oficial flanqueado por un grupo de mujeres de mantilla, hacía su entrada en la misma el Nazareno de Espejo, sobre un ejército de portadores y junto a un Puente Romano en el que no cabía un alfiler. En el Puente Romano se agolpaba un río humano que intentaba no perder detalle del paso de un cortejo, en ese momento el Nazareno de Espejo, al que dejó al llegar la Puerta del Puente la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora de la Fuensanta.
Unos siete minutos después fue el turno de la primera de las hermandades de la capital en hacer ese recorrido común, la del Santísimo Cristo de las Penas. El crucificado, talla anónima del siglo XIII, llegó a costal acompañado de la Agrupación Musical Polillas, de Cádiz. Tras él, los dos crucificados que partieron a las 17:00, el Santo Cristo de la Clemencia, obra de Amadeo Ruiz Olmos, sobre un Calvario de flores rojas; y el Cristo de la Universidad, obra de Juan Manuel Miñarro, sobre su sencillo Gólgota y bajo las órdenes del capataz Enrique Garrido.
Cumpliendo con esos obligados siete minutos de cortesía, la siguiente imagen en cruzar la Puerta del Puente fue la de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Cañete de las Torres, que llegó acompañada de la banda de esa localidad del Alto Guadalquivir, mientras en ese momento avanzaban por el Puente Romano el Cristo del Amor y el Señor del Silencio, procedentes de San José Divino Obrero. Tras el de Cañete de las Torres, desfilaron los nazarenos de Fernán Núñez, con la Banda de Cornetas y Tambores Los Coloraos de Daimiel (Ciudad Real) y Palma del Río, con los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Tres Caídas del Realejo de Granada.
Las bandas de Rute y de Villanueva de Córdoba iban poniendo desde el Triunfo de San Rafael banda sonora intermitentemente al recorrido común. A los primeros pasos, la encargada de hacerlo fue la ruteña. “Empezamos a tocar en el sexto desfile y luego llegamos a tocar en hasta nueve desfiles seguidos”, relató a su banda el director de la agrupación jarota, José Luis Jurado. Mientras, quienes ocupaban las primeras filas en las sillas se levantaban a cada cortejo para inmortalizar con sus móviles las escenas de la esperada cita; y el río de gente que inundaba el Puente Romano, como si fuera el Mar Rojo ordenado por Moisés, se fue poco a poco abriendo para dejar paso a Nuestro Padre Jesús del Silencio y al Santísimo Cristo del Amor, talla datada en 1553. Ambos llegaron sin acompañamiento musical a la entrada de la carrera oficial.
No así, el majestuoso Nazareno de Hinojosa del Duque, al que acompañó hasta antes de la Puerta del Puente, su banda, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Nazareno, Cristo de la Caridad y María Santísima en su Soledad. Tras el Nazareno hinojoseño, que iba sobre una legión de portadores, hizo su entrada en el recorrido común, sobre un grandioso paso a costal, el Nazareno de Santaella, que, como el de Hinojosa llegó también acompañado de su propia agrupación musical. Con el Nazareno el de Villanueva de Córdoba, acompañado por la Agrupación Jesús de la Redención, de Sevilla, y el de Priego de Córdoba, a quien le puso banda sonora hasta la Puerta del Puente la Banda de Música de la Esperanza, de Córdoba, se llegó al ecuador de la Magna procesión.
Un ecuador que supuso también el inicio de retrasos en la procesión. Había que esperar al Nazareno de Priego, que como antes había ocurrido con el Santísimo Cristo del Amor y Nuestro Padre Jesús del Silencio, debía atravesar ese río humano que taponaba el Puente de San Rafael. Con media hora de demora sobre el horario previsto y con medio Priego de Córdoba detrás gritándole un “Viva nuestro Padre Jesús Nazareno” tras otro, finalmente la señera imagen llegó a la Puerta del Puente.
La talla barroca de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Rute abrió la segunda parte de los cortejos por el recorrido común, al que llegó con la banda de ese municipio de la Subbética; no sin antes tener que esperar a las puertas de la Puerta del Puente la llegada del Nazareno de Priego para cumplir con el orden de paso diseñado, un orden de paso que no es baladí, dado que guarda relación con el orden que cada imagen ocupará en la exposición Por tu cruz redimiste al mundo.
Tras el Nazareno de Rute, obra de Alonso de Mena, que iba portado sobre unas andas ampliadas en las que reposaba el paso de misterio, llegó en silencio la impresionante imagen de origen anónimo del siglo XVII de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Córdoba, a la que sucedieron las no menos impresionantes tallas de Juan de Mena de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Rambla, con su agrupación musical, y Nuestra Señora de las Angustias Coronada, con la Banda de Música del Saucejo, Sevilla. Una riada de flashes de móviles iluminaron la llegada de ambas tallas cuando la noche ya hacía tiempo que se había hecho presente, como también iluminaron el paso por el recorrido común de Nuestro Padre Jesús del Calvario. El Nazareno de San Lorenzo, obra del imaginero Fray Juan de la Concepción fechada en 1723, debía preceder a Nuestro Padre Jesús Nazareno de Aguilar de la Frontera, talla fechada en los siglos XVII y XVIII y que debía ser la última imagen de la provincia en recorrer la carrera oficial.
No obstante, el retraso que acumulaba la hermandad aguilarense –que llegó acompañada hasta antes de la Puerta del Puente por la Agrupación Musical Centuria Romana de Aguilar de la Frontera-, supuso que antes que ella pasara por el recorrido común la del Santísimo Cristo del Descendimiento, con su talla de 1937 de Amado Ruiz Olmos; esta hermandad llegó en silencio desde la iglesia de San José y Espíritu Santo, un silencio solo roto por una de las bandas de la carrera oficial desde el Triunfo de San Rafael.
Quedaban solo siete hermandades por acometer ese itinerario que desde hace tres años se convirtió en la carrera oficial de la Semana Santa de Córdoba. Las siete de la capital. La primera de las siete fue la de Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso, que había partido de San Andrés casi a las 19:30 y que emprendió el tramo final con casi media hora de retraso, sobre las 22:45. Tras él, el impresionante Santo Cristo del Remedio de Ánimas con su coral polifónica y los rezos interminables de sus penitentes. En la lejanía los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Centuria Macarena, de Sevilla, se iban apagando dejando a las puertas de la Puerta del Puente a Nuestro Señor de los Reyes, el Nazareno de la Hermandad de la Vera Cruz. Tras él, hizo su aparición en el recorrido común el Nazareno de la hermandad de San Basilio, Nuestro Padre Jesús de la Pasión de Córdoba.
Todavía se oía al fondo el avemaría de los acompañantes del Remedio de Ánimas cuando llegó a la Puerta del Puente Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia. La imagen de la Hermandad de la Paz y Esperanza partió de su templo, el convento de Capuchinos, acompañada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Salud de Córdoba. Tras él caminaba Nuestro Padre Jesús de las Penas de Córdoba –conocido popularmente como El Gitano–, al que puso banda sonora en su recorrido precarrera oficial desde su templo de San Andrés la Agrupación Musical Pasión de Linares (Jaén).
Las dos últimas hermandades en aparecer en el recorrido común con ya más de 20 minutos de retraso fueron las de Nuestro Padre Jesús de la Redención de Córdoba, de la cofradía de La Estrella, que llegó acompañada por su agrupación musical, y la de Nuestro Padre Jesús de la Fe de Córdoba, de la Hermandad de La Cena, también acompañada hasta casi entrar en la carrera oficial por su propia agrupación. El Señor de la Fe puso así el punto y final a una jornada en la que Córdoba demostró que es nazarena.
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