¿Cómo se divertían los ciudadanos en la Córdoba romana?
Patrimonio
Junto al Templo de Claudio Marcelo, el Circo, el Teatro y el Anfiteatro fueron desde el siglo I los lugares de encuentro más lúdicos de los habitantes de la capital de la Bética
La Córdoba romana: la Córdoba olvidada
El Ayuntamiento de Córdoba anunció hace unos días que el Templo Romano de la calle Claudio Marcelo estará totalmente rehab¡litado el próximo año y que lo convertirá en una especia de centro de interpretación de la Corduba romana. Retrocedamos a aquellos tiempos, a los del emperador Claudio -entre los años 41 y 54-, en los que comenzó la construcción de este vestigio que se conserva de esa Corduba levantada a semejanza de Roma, porque otros muchos han desaparecido, y descubramos otros emplazamientos míticos como el Circo Romano de Córdoba, el Teatro o el Anfiteatro, que eran, junto al Templo, los lugares de encuentro más importantes para los habitantes de la ciudad, destino de romanos del orden senatorio y patricio. De hecho, el Templo Romano y el Circo estaban separados por apenas unos cientos de metros en la época en la que Córdoba era capital de la Bética.
Es más, el Circo es una de las instalaciones lúdicas de mayor importancia en las ciudades como la Corduba romana. Junto con el teatro y el anfiteatro, formó la trilogía de equipamientos para entretener y divertir a sus ciudadanos. Destinado a las carreras de caballos y a las representaciones que conmemoraban los grandes acontecimientos del Imperio, algunas de ellas fueron, incluso, batallas navales para las cuales se llenaba el recinto de agua.
Templo romano
Casi 40 años tardó en construirse el Templo Romano; o lo que es lo mismo, se acabó durante el mandato del emperador Domiciano (años 81 y 96). Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro colonial romano, que se trasladó al entorno del actual convento de Santa Ana. Esta zona de Córdoba pudo constituirse entre el siglo I y el siglo II, como el foro provincial de la Colonia Patricia, título que recibió la ciudad durante la dominación romana. El templo se situó en el límite de dicha Colonia Patricia, en la zona donde se ubicaba parte del lienzo oeste de la muralla. Las construcciones del interior, al igual que el lienzo de muralla, fueron destruidos para levantar el Templo.
El Templo es uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del periodo romano en la Bética. Se trata de un templo pseudoperíptero y hexástilo, al presentar seis columnas en su frente. Sus capiteles están decorados con acantos y volutas, por lo tanto utilizan el llamado orden corintio.
El material empleado en su edificación fue casi exclusivamente mármol, desde las columnas a los muros, pasando por la cubierta y el entablamento. La calidad del mármol y la de la talla del mismo hablan de que su construcción fue llevada a cabo por artesanos con altísima cualificación, situando el resultado al nivel de los más bellos edificios del imperio. Alrededor pueden verse algunos fragmentos originales del templo, tales como piezas de tambores o capiteles. Otros restos fueron llevados al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba para su mejor conservación, como algunos relieves que allí se exponen, y donde también se hallan algunos de sus capiteles, mientras que varios fustes de sus columnas se pueden observar en la plaza de las Doblas.
Y es que en Córdoba, más allá de los edificios de espectáculos, en los que también se rendía pleitesía al emperador, existieron espacios específicos para el culto imperial. Ésa debió ser la función del foro y el colosal templo octástilo de la calle Morería, dedicados al Divo Augusto; y también del templo hexástilo situado en la actual calle Claudio Marcelo, parte de un gran complejo monumental, quizá bajo la advocación del Divo Claudio. Este último se asentaba en el centro de una terraza artificial, a modo de plaza rectangular porticada, abierta a la via Augusta y al circo. Según las esculturas y testimonios epigráficos documentados, Corduba debió contar con otros muchos espacios dedicados a la veneración pública de dioses como Cibeles, Diana, Vesta o Tutela.
Circo romano
El grupo de investigación Sísifo de la Universidad de Córdoba (UCO) detalla que el Circo de Colonia Patricia de Córdoba se construyó a mediados del siglo I, como el Templo, en la zona extramuros oriental de la ciudad, junto a la Via Augusta. Estaba conectado visualmente con el Templo de la calle Claudio Marcelo, del que sólo le separaba una terraza intermedia. Estos tres elementos conformaban una escenografía colosal al servicio de la imagen urbana del caput Baeticae y del culto al emperador.
Sísifo detalla que el edificio de espectáculos, de grandes dimensiones, ocupó el sector central del actual barrio de la Axerquía. "Conocemos parte de sus cimientos bajo los jardines del Palacio de Orive, en concreto de la cavea, o graderío. Estas gradas, que debieron acoger una cifra cercana a los 15.000 espectadores, rodearían perimetralmente la arena, dividida en sentido longitudinal en dos calles por la spina, en torno a la cual giraban los competidores", sentencia el grupo.
En el Circo tenían lugar las carreras de carros y de caballos (ludi circenses). Bigas y cuadrigas salían desde las carceres, en un extremo del circo, tiradas por dos o cuatro caballos y dirigidas por aurigas vestidos con los colores de una de las cuatro factiones en liza: pistrina (verde), albata (blanca), rossata (roja) y veneta (azul), fervientemente animadas desde las gradas.
Desde Sísifo insisten en que el vencedor era coronado de olivo y salía por la Porta Triumphalis. El circo patriciense estuvo en uso hasta finales del siglo II, cuando por razones que se desconocen fue rápidamente abandonado y desmantelado. No obstante, sabemos por la epigrafía de la celebración en Corduba de nuevos ludi circenses a principios del siglo III. "Es posible por tanto que le sucediera un segundo circo de fábrica, no documentado aún, o que se utilizaran estructuras efímeras", sentencian.
El Circo estaba inspirado en los hipódromos y estadios griegos, presentando dimensiones mucho mayores a estos. La arena, la superficie donde se realizaban las carreras, era muy alargada, y estaba partida en dos por la spina, formada generalmente por elementos arquitectónicos tales como columnas, obeliscos… formándose así dos calles iguales. Todo ello se encontraba envuelto por la cavea o maemiana, es decir, los graderíos, presentando forma semicircular en los extremos.
Teatro romano
El Teatro Romano de Córdoba, cuya construcción empezó el siglo I antes de Cristo y finalizó el siglo I después de Cristo, estaba ubicado dentro del recinto amurallado. Hoy en día se encuentran restos del mismo bajo el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba. En tiempos del emperador Augusto se convirtió en el segundo teatro más grande del Imperio Romano, ya que este emperador nombró a Corduba como capital de la Bética, al considerarla la ciudad más romanizada.
Los romanos eligieron una de las zonas más altas de la ciudad, fuera de las murallas, para aprovechar la pendiente y construir los graderíos. Aunque no ha podido ser confirmado por una excavación arqueológica, los estudios actuales apuntan a que la plaza de Jerónimo Paéz es una fosilización de la orchestra, la zona donde se situaban los músicos, así como la calle Marqués del Villar lo sería de la scena, la zona donde tenía lugar la representación.
El grupo Sísifo relata que en el mundo romano los espectáculos públicos o ludi se realizaban en fechas concretas en honor de alguna divinidad o en conmemoración de algún acontecimiento cívico importante, a menudo en relación con el emperador y financiados por evergetas locales. "Para las representaciones teatrales (ludi scaenici) Córdoba contó desde tiempos de Augusto con el mayor teatro de Hispania, apenas seis metros menor que el Teatro de Marcello en Roma. Siguiendo un modelo constructivo similar a este edificio de la Urbs, dispuso en su fachada monumental externa el denominado theatermotiv: arcadas superpuestas enmarcadas por órdenes ficticios decorativos (toscano, jónico y corintio) sostenidos por pequeñas pilastras.
De su interior sólo se conoce parte de la cavea o graderío (conservado parcialmente bajo el Museo Arqueológico de Córdoba), en el que se dispondrían asientos cubiertos de mármol blanco. En la cavea los espectadores se distribuirían según su rango social, abajo las clases más pudientes y en la parte superior las más desfavorecidas. La actual Plaza de Jerónimo Páez sería la fosilización urbana de su orchestra, y más sur estaría la scaenae frons o edificio escénico en el que tendrían lugar las representaciones; no obstante, hasta la fecha no se han documentado arqueológicamente.
El teatro se levantó dentro del nuevo pomerium, en una acusada pendiente entre la antigua muralla republicana y la nueva expansión urbana hacia el sur, que se aterrazó con un conjunto de plazas escalonadas con pavimento de grandes losas de piedra y comunicadas entre sí por escalinatas que circundaban la fachada del teatro, dando así acceso a su graderío desde diferentes zonas de la ciudad.
Anfiteatro romano
También es del siglo I el Anfiteatro romano de Córdoba. Se trata del anfiteatro más grande conocido de Hispania y el tercero más grande de todo el imperio tras el Coliseo y el anfiteatro de Cartago, aunque en el momento de su construcción fue el más grande nunca construido. El anfiteatro estuvo en activo hasta principios del siglo IV. En los últimos años se ha planteado la construcción de un centro de interpretación del anfiteatro en la parte trasera de los terrenos del rectorado de la Universidad de Córdoba, antigua Facultad de Veterinaria, lugar en el cual se halla el yacimiento donde se ha encontrado una porción del mismo.
Concretamente, en el que fue suburbio occidental, apenas a 200 metros de distancia del recinto amurallado, y junto a la vía Hispalis-Corduba, fosilizada en la actual Avenida Medina Azahara. El edificio tenía planta elíptica, con cimientos de sillería estructurada en grandes casetones que sirvieron de apoyo al graderío. Su construcción parece fecharse en época julio-claudia (mediados del siglo I) y debió estar en uso hasta finales del siglo III o principios del siglo IV, momento en que fue abandonado y sus materiales comenzaron a ser expoliados.
El grupo Sísifo detalla que en las distintas campañas de excavación efectuadas se ha registrado una sección completa de la base del graderío: desde el podium o muro que delimitaba la arena hasta la línea de fachada, así como un ambulacrum o corredor perimetral y otro transversal o vomitorium. Varias estructuras del mismo excavadas en un solar cercano han permitido calcular provisionalmente su eje mayor en unos 178 metros.
Sísifo expone que el coliseo cordubense acogió los llamados juegos de la sangre: luchas de gladiadores (munera), venationes (cacerías de animales salvajes) y ejecuciones públicas. En algunos anfiteatros se ha constatado también la realización de naumachiae o batallas navales, lo que exigía inundar la arena.
El gran número de inscripciones funerarias gladiatorias recuperadas en sus inmediaciones -entre las cuales la de un doctor retiariorum, es decir, un entrenador de gladiadores retiarios, que combatían con red y tridente-, se ha relacionado con la posible ubicación en Córdoba del ludus gladiatorius hispanus, la única escuela de gladiadores de Hispania, que abastecería a todo el Imperio.
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